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Marcos Jr. quiere "volver a presentar" a Filipinas al mundo

NUEVA YORK (AP) — Con el objetivo de “volver a presentar a Filipinas" al mundo, su nuevo presidente, Ferdinand Marcos Jr., tiene planes ambiciosos para el país tanto en la escena internacional como en el ámbito nacional, siempre y cuando pueda superar, o al menos gestionar, los fantasmas de la pandemia y el cambio climático.

Y si puede, superar el legado de dos personas: su predecesor y su padre.

Además, quiere reforzar los vínculos con Estados Unidos y con China — un equilibrio delicado para la nación del sudeste asiático — mientras, como muchos de sus homólogos que acudieron esta semana a la Asamblea General de Naciones Unidas, pide a los países que han provocado el calentamiento global que ayuden a los países con menos recursos a contrarrestar sus efectos.

Marcos, que ganó las elecciones con una amplia mayoría esta primavera, ya está marcando diferencias, algunas sutiles y otras más evidentes, con su voluble predecesor, Rodrigo Duterte, quien alienó a muchos socios internacionales con su violento enfoque de la lucha contra el narcotráfico y su burda para movilizar a sus partidarios.

Preguntado por si Duterte fue demasiado lejos con su letal represión de las drogas, Marcos redirigió las críticas a quienes ejecutaron el plan.

“Su gente fue demasiado lejos algunas veces", dijo Marcos a The Associated Press el viernes. “Hemos visto muchos casos donde algunos policías, u otros efectivos, eran personajes turbios que no sabíamos realmente de dónde venían y para quién trabajaban. Pero ahora los perseguimos".

Marcos, de 65 años, concedió una amplia entrevista en Nueva York, en el marco de la Asamblea de la ONU. Tres meses después de asumir el cargo, parecía enérgico y entusiasta, deseoso de proyectar su visión del país más allá de sus fronteras.

El jueves se reunió con su homólogo estadounidense, Joe Biden, en un intento de reforzar los a veces complicados vínculos entre las dos nacionales desde que Filipinas pasó cuatro décadas bajo el dominio colonial de Washington a principios del siglo XX.

“Ha habido momentos en los que quizás no eran ideales", afirmó. “Pero al final, la trayectoria general ha sido la de fortalecer y reforzar nuestra relación”.

Además de con Duterte, Marcos debe distanciarse también de la figura más icónica de la esfera pública filipina: su fallecido padre, con quien comparte nombre. Ferdinand Marcos Sr., un héroe para algunos y un dictador expoliador para otros, gobernó el país desde la década de 1960 hasta los años 80, incluyendo un tumultuoso periodo de ley marcial y represión. Convirtió la reputación de la familia una parte indeleble de la historia filipina.

Abordar el legado familiar de forma directa es algo a lo que su hijo se resiste, al menos de forma explícita, aunque rechaza con vehemencia el uso del término “dictador” para describir el gobierno de su progenitor. Para él, el bagaje político de sus padres es un remanente del pasado.

“No me involucré en ninguna de esas idas y venidas políticas sobre la familia Marcos", señaló. “Todo lo que dije fue: ‘¿Qué vamos a hacer para llegar a un lugar mejor?' Y la gente respondió”.

El mayor de los Marcos decretó la ley marcial en 1972, un año antes de que terminase su mandato. Cerró el Congreso y periódicos, ordenó la detención de opositores y activistas y gobernó por decreto. Miles de filipinos desaparecieron durante este tiempo y muchos no han sido localizados nunca.

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