KIEV, Ucrania (AP) —
En una fábrica secreta en las praderas centrales de Rusia, ingenieros fabrican cientos de drones señuelo destinados a abrumar las defensas ucranianas mientras éstas intentan proteger al país contra una nueva y terrible arma, de acuerdo con una investigación de The Associated Press.
La planta de la Zona Económica Especial Alabuga de Rusia comenzó recientemente a producir drones termobáricos junto con los señuelos, según la investigación. Las ojivas termobáricas generan un vórtice de alta presión y calor que puede penetrar gruesos muros. Absorben todo el oxígeno en su entorno y tienen una temible reputación por las lesiones que causan incluso fuera del sitio inicial de la explosión: pulmones colapsados, ojos aplastados, daño cerebral.
Rusia ideó el plan de los señuelos a finales de 2022 y lo codificó como Operación Objetivo Falso, según una persona familiarizada con la producción de drones de Rusia que habló bajo condición de anonimato porque la industria es altamente sensible. La idea era lanzar drones armados junto con docenas de señuelos, a veces rellenos con trapos o espuma, e indistinguibles en el radar de aquellos que llevan bombas reales. Las fuerzas ucranianas deben decidir, en fracciones de segundo, cómo emplear sus escasos recursos para salvar vidas y preservar infraestructura crítica.
“La idea era hacer un dron que provocara una sensación de total incertidumbre para el enemigo. Así, éste no sabe si en realidad es un arma mortal... o básicamente un juguete de espuma”, dijo la persona. Con los termobáricos, existe un “riesgo enorme” de que un dron armado pueda desviarse de su curso y terminar en una zona residencial donde el “daño será simplemente aterrador”, señaló.
Fábrica de drones de Rusia
En las últimas semanas, los señuelos han llenado los cielos de Ucrania, y cada uno aparece como un punto indistinguible en las pantallas de radar militar. Durante el primer fin de semana de noviembre, la región de Kiev pasó 20 horas bajo alerta aérea, y el zumbido de los drones se mezclaba con el estruendo de las defensas aéreas y los disparos de rifles.
Los señuelos no armados constituyen ahora más de la mitad de los drones dirigidos a Ucrania, según la persona y Serhii Beskrestnov, un experto en electrónica ucraniano cuya furgoneta militar negra está equipada con inhibidores electrónicos para derribar drones.
Los señuelos no armados y los drones Shahed, diseñados por Irán, se construyen en una fábrica de la Zona Económica Especial Alabuga de Rusia, un complejo industrial establecido en 2006 a unos 1.000 kilómetros (600 millas) al este de Moscú para atraer negocios e inversiones a Tartaristán. Se expandió después de la invasión a Ucrania en 2022, y algunos sectores adoptaron la producción militar, agregando nuevos edificios y renovando sitios existentes, según imágenes satelitales analizadas por The Associated Press.
En videos de redes sociales, la fábrica se promociona como un centro de innovación. Pero David Albright, del Instituto de Ciencia y Seguridad Internacional con sede en Washington, dijo que el propósito actual de Alabuga es únicamente producir y vender drones al Ministerio de Defensa de Rusia. Los videos y otros medios promocionales fueron retirados después de que una investigación de AP encontró que muchas de las mujeres africanas reclutadas para remediar la escasez de mano de obra en la zona se quejaron de haber sido engañadas para trabajar en la planta.
En 2022, Rusia e Irán firmaron un acuerdo de 1.700 millones de dólares por los Shahed después de que el presidente Vladímir Putin invadiera Ucrania, y en los siguientes meses de ese año, Moscú comenzó a usar en batalla los vehículos aéreos no tripulados importados desde Irán. La producción en Alabuga comenzó poco después de que se firmó el acuerdo.
En octubre, Moscú atacó con al menos 1.889 drones, 80% más que en agosto, según un análisis de AP que rastreó los drones durante meses. El sábado, Rusia lanzó 145 drones en toda Ucrania, días después de la reelección de Donald Trump que puso en duda el apoyo de Estados Unidos al país.
Desde el verano, la mayoría de los drones se han estrellado, han sido derribados o desviados por interferencia electrónica, según un análisis de informes militares ucranianos realizado por la AP. Menos de 6% alcanza un objetivo discernible, de acuerdo con los datos analizados por la AP desde finales de julio. Pero los números simplemente significan que unos cuantos pueden filtrarse cada día, y eso es suficiente para causar un daño mortal.
Enjambres de drones diarios
Los enjambres se han convertido en una desmoralizadora realidad cotidiana para los ucranianos.
Las tácticas de drones rusos siguen evolucionando. Ahora, a menudo se lanzan misiles más potentes poco después de que las defensas aéreas quedan agotadas por los drones. Los más destructivos son los misiles balísticos y de crucero que vuelan muchas veces más rápido que los drones, que zumban fuertemente y pueden ser rastreados a simple vista.
Incluso los señuelos pueden ser útiles para Rusia. Un señuelo con una cámara de transmisión en vivo permite que la aeronave geolocalice las defensas aéreas de Ucrania y retransmita la información a Rusia en los últimos momentos de su vida mecánica.
Noche tras noche, los francotiradores ucranianos entran en acción para derribar los drones con misiles tierra-aire portátiles.
Un francotirador, que como la mayoría de los soldados ucranianos pidió ser identificado por su nombre clave, Rosmaryn, dijo que ha derribado cerca de una docena de drones en casi dos años, y vio uno que estaba relleno con trapos y espuma. Rosmaryn ve a su adversario en términos casi humanos, describiendo el afán de la aeronave por superar a su pequeña unidad.
“Formaba parte de un enjambre, volando entre los últimos”, dijo. “Cuando está en el cielo, no podemos decir de qué tipo es, porque todo está dentro del dron. Solo lo descubrimos después de derribarlo”.
Muchos vuelan a unos 2.000 o 3.000 metros (entre 6.500 y alrededor de 10.000 pies) de altura antes de alcanzar altitudes más bajas en su aproximación final, dijo Rosmaryn. Videos filtrados sugieren que Ucrania ahora usa helicópteros para derribar los drones de gran altitud.
La semana pasada, se estrellaron en Moldavia tres señuelos de origen ruso, dijeron las autoridades.
Por cuestiones de óptica, el radar no puede distinguir un dron armado con la carga habitual de 50 kilogramos de explosivos de un Shahed o con un arma termobárica, también conocida como bomba de vacío, de aquellos sin ojiva o equipados con cámaras de vigilancia en vivo. También hay otros drones de calidad aún más baja, armados y no armados, pero en cantidades menores que los aviones no tripulados estilo Shahed.
Por eso, aun sabiendo que los señuelos constituyen la mayor parte de un enjambre, Ucrania no puede permitirse dejar pasar ni uno solo.
“Para nosotros, es solo un punto en el radar... Tiene velocidad, dirección y altitud”, dijo el coronel Yurii Ihnat, portavoz de la Fuerza Aérea. “No tenemos forma de identificar el objetivo exacto durante el vuelo, así que tenemos que interferirlos con armas electrónicas o usar fuego para neutralizarlos. El enemigo los usa para dispersar nuestra atención”.
Los motores y el equipo electrónico de los Shahed armados y los señuelos son una mezcla de importaciones chinas y occidentales, según fragmentos vistos por The Associated Press en un laboratorio militar ucraniano. Sin ellos, los drones no podrían volar. A pesar de casi tres años de sanciones, Moscú aún puede obtener las piezas, en gran parte de China y a través de terceros países en Asia Central y Oriente Medio.
A mitad de la serie de alertas aéreas el 2 de noviembre, el presidente ucraniano, Volodymyr Zelenskyy, dijo que los enjambres de Shahed, que calculó en 2.000 solo en el mes de octubre, fueron posibles gracias a la tecnología occidental que se filtró a pesar de las sanciones.
“En estos Shahed hay más de 170.000 componentes cuya entrega a Rusia debió haber sido bloqueada. Microcircuitos, microcontroladores, procesadores, muchas piezas diferentes, sin las cuales este terror simplemente sería imposible”, dijo Zelenskyy.
La fabricación conjunta de los drones, algunos para transportar bombas, y otros para desviar la atención, ahorra dinero al ejército ruso. La producción de los señuelos comenzó en los meses anteriores, y ahora la planta produce diariamente alrededor de 40 de los drones no armados más baratos y unos 10 armados, cuyo costo se calcula en 50.000 dólares y tardan más en producirse, según la persona familiarizada con la producción de drones en Rusia.
El medio noticioso ruso Izvestia dijo a finales de octubre que el objetivo de los señuelos es “debilitar” al enemigo obligándolo a gastar munición antes de enviar los Shahed armados.
Beskrestnov y la persona familiarizada con la producción de drones en Rusia dijeron que los ingenieros de Alabuga también experimentan constantemente, lo que pone a Moscú a la vanguardia de la producción de drones. Para dificultar la interferencia electrónica, agregan tarjetas SIM ucranianas, SIMS de roaming, Starlinks, fibra óptica, y a veces pueden recibir retroalimentación en tiempo real antes de que los drones sean interferidos, derribados o se queden sin combustible. A veces, atan una bola de espuma pintada de plata para hacer que el dron parezca más grande en un radar.
Pero la más reciente variante termobárica provoca nueva angustia en Ucrania.
Temores termobáricos
Desde el punto de vista militar, los termobáricos son ideales para atacar objetivos dentro de edificios fortificados o profundamente bajo tierra.
Los drones termobáricos de Alabuga son particularmente destructivos cuando alcanzan edificios, porque también están cargados con rodamientos de bolas para causar el máximo daño incluso más allá de la explosión, dijo Albright.
Beskrestnov, mejor conocido como Flash, y cuya furgoneta militar negra está equipada con inhibidores electrónicos para derribar drones, dijo que los termobáricos se usaron por primera vez en el verano y calculó que ahora constituyen entre 3% y 5% del total de drones.
“Este tipo de ojiva tiene la posibilidad de destruir un edificio enorme, en especial, bloques de apartamentos. Y sería muy efectivo si la Federación Rusa intenta atacar nuestras centrales eléctricas”, dijo.
Tienen una temible reputación debido a sus efectos físicos, incluso en personas atrapadas fuera del sitio inicial de la explosión, dijo Arthur van Coller, un experto en derecho humanitario internacional de la Universidad de Fort Hare en Sudáfrica.
“Con una explosión termobárica, debido a la nube que crearía, todo en su radio se vería afectado”, dijo. “Genera un enorme temor en la población civil. Las armas termobáricas han creado la idea de que son realmente horribles y eso provoca miedo”.
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Burrows informó desde Washington D.C. Stephen McGrath colaboró desde Sighisoara, Rumania.
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Esta historia fue traducida del inglés por un editor de AP con la ayuda de una herramienta de inteligencia artificial generativa.