Hace una semana, viajé a China con un grupo de periodistas asignados para cubrir la visita del presidente francés Emmanuel Macron. Fue mi primera visita al país y estaba emocionado.
He cubierto muchos viajes oficiales en mi carrera como fotoperiodista en The Associated Press. Con frecuencia, los fotógrafos son llevados de un evento muy organizado a otro. Es un desafío salirse del guion que presentan las autoridades de prensa, sobre todo en un país como China, en donde tanto las visitas como la prensa están sujetos a un protocolo estricto.
Aquí no hay eventos improvisados ni demoras, a los cuales el presidente francés es especialmente propenso. Me pasaron de una reunión a otra, de un saludo a otro. En medio de todo eso, quise capturar los momentos que rodean la diplomacia organizada para mostrar el otro lado del escenario.
Había guardias de seguridad con uniformes verdes marchando en las calles, con sus rostros ocultos tras mascarillas blancas. Estudiantes jóvenes que sacaban emocionados sus celulares para tomar fotos de la prensa francesa. Había una mujer solitaria limpiando la alfombra roja en el Gran Salón del Pueblo en Beijing antes de la llegada de Macron y su reunión con el primer ministro chino. En los pasillos, guardias de seguridad deambulando.
Quise hacer perdurar estos momentos de baja intensidad que puntualizaron el correr repentino para llegar al siguiente lugar en donde se tomaría la próxima foto. El reto era salir de la burbuja noticiosa para capturar sujetos menos espectaculares, como si fueran fotos del recuerdo... mostrar lo que el público no suele ver: el otro lado de la historia.