CIUDAD DE MÉXICO (AP) — Las fuerzas de seguridad mexicanas detuvieron el jueves a Ovidio Guzmán López, uno de los hijos de Joaquín “El Chapo” Guzmán, en Sinaloa, bastión del cártel del mismo nombre, lo que desencadenó fuertes actos de violencia en diversos puntos del estado, el bloqueo de la capital y dejó al menos 18 heridos, indicaron autoridades.
Además, en un acto sin precedentes, los miembros del cártel incluso dispararon a un avión de pasajeros que estaba a punto de despegar del aeropuerto de Culiacán, una ciudad que permanecía en estado de alerta y sumida en el miedo 12 horas después de que comenzó la violencia.
El secretario de Defensa y jefe del Ejército mexicano, Luis Cresencio Sandoval, informó de la captura de un hijo de El Chapo —a quien sólo identificó como “Ovidio N”, en cumplimiento de las leyes mexicanas— y dijo que formaba parte de una de las facciones del cártel conocida como “Los menores”, en referencia a los hijos del famoso narcotraficante que actualmente cumple una condena a cadena perpetua en Estados Unidos.
Ovidio, de 32 años y apodado “El Ratón”, dirigía junto a sus hermanos Iván Archivaldo y Alfredo una facción también conocida como “Los Chapitos” que adquirió relevancia tras la detención de El Chapo en 2016.
Guzmán López era poco conocido hasta su intento fallido de captura hace más de tres años, el cual supuso una humillante derrota para las fuerzas armadas mexicanas, porque liberaron al narcotraficante después de que el Cártel de Sinaloa sitiara Culiacán y tomara a militares como rehenes. En está ocasión, las autoridades sólo confirmaron su captura cuando ya estaba en la Ciudad de México, desde donde preveían trasladarlo a una prisión de máxima seguridad.
Ovidio es buscado por las autoridades estadounidenses, que ofrecían una recompensa de cinco millones de dólares, por cargos de distribución de cocaína, metanfetaminas y marihuana de México a ese país desde 2008 a 2018. Según el Departamento de Estado, él y sus hermanos supervisaban aproximadamente 11 laboratorios que producían entre 1,3 y 2,2 toneladas de metanfetamina al mes.
El canciller Marcelo Ebrard confirmó que México recibió una solicitud de detención con fines de extradición en septiembre de 2019, que ahora deberá ser actualizada y seguir su trámite. De momento, agregó, Ovidio “esperaría un proceso aquí en México” porque tiene un caso abierto en el país.
La captura tuvo lugar en vísperas de la visita del presidente estadounidense Joe Biden a México el lunes, quien participará con sus homólogos mexicano y canadiense en una cumbre en la que, entre otros temas, se tratarán asuntos de seguridad, migración y economía. Ebrard descartó cualquier conexión entre los dos eventos.
Según explicó a la AP Mike Vigil, ex jefe de operaciones de la DEA, la captura de Ovidio Guzmán es importante porque “era muy activo en todas las actividades del cártel” y nunca dejó el negocio de la producción de fentanilo.
Los expertos coinciden en que, tras la captura de El Chapo, las riendas del cártel quedaron en manos de Ismael “El Mayo” Zambada, cofundador de la organización hace tres décadas.
Sin embargo, según Vigil, Los Chapitos intentaban tomar control del cártel para evitar nuevas escisiones en caso de que “El Mayo”, que está enfermo, muera.
Sandoval dijo que el operativo del jueves fue fruto de seis meses de vigilancia e inteligencia. Lo llevó a cabo la Guardia Nacional con apoyo “a distancia” del Ejército. La Guardia detectó personal armado y vehículos blindados, y cuando comenzó a hacer inspecciones, los criminales atacaron.
Los militares respondieron a la agresión, y fue posteriormente cuando identificaron al narcotraficante, agregó el general.
El gobernador de Sinaloa, Rubén Rocha, indicó en una entrevista con Milenio Televisión que había 18 personas en hospitales y que la mayoría de los heridos eran miembros de las fuerzas de seguridad, aunque no dio más detalles.
Sandoval confirmó que la captura provocó 19 bloqueos y agresiones armadas, entre las que destacó las que tuvieron lugar en el aeropuerto y la base aérea militar.
Aeroméxico confirmó en un comunicado que uno de sus aviones recibió un impacto de bala cuando se disponía a despegar, operación que abortó por seguridad, pero que los pasajeros y la tripulación están a salvo.
Más tarde, la Agencia de Aviación Civil de México informó que un avión militar también había sido alcanzado por los disparos y que, además de ese aeropuerto, habían sido cerrados el de Los Mochis y el de Mazatlán.
David Téllez, que estaba a bordo de la aeronave civil con su mujer y sus hijos y regresaba a la Ciudad de México después de visitar a familiares, explicó que esperaban para despegar porque estaban aterrizando dos aviones militares y varios helicópteros. Las fuerzas armadas estaban desplegadas por la pista y parecía que buscaban gente, añadió.
Cuando el avión empezó a acelerar, él comenzó a escuchar disparos a lo lejos, que luego se hicieron más intensos.
“Se oyeron balazos y nos tiramos al piso”, explicó a la AP vía telefónica el jueves por la tarde todavía desde el aeropuerto de Culiacán, donde les habían guarecido en una habitación. Desconocen cuándo podrán regresar a la capital de México.
Samuel González, fundador de la oficina especializada en delincuencia organizada de la fiscalía mexicana, consideró “gravísimo” el ataque al avión de pasajeros porque se puede considerar un "acto de terrorismo internacional”, con las repercusiones políticas que esto puede tener. Consideró posible que el hecho sea planteado en la cumbre de la próxima semana, según le dijo a la AP.
Culiacán estuvo todo el jueves sumido en la incertidumbre y el miedo. Las autoridades le insistieron a la población que permaneciera en su casa.
Todos los accesos a la ciudad quedaron bloqueados en medio de las balaceras esporádicas, los bloqueos, la quema de vehículos y despojos de automóviles.
“Estoy dentro de un hotel... Hace unas tres horas me quitaron mi carro”, explicó en Twitter el reportero sinaloense Marcos Vizcarra. Según contó, hombres armados entraron al hotel donde él se resguardó “y están amenazando a clientes para que les den sus llaves de carros... hay gritos y llantos”.
Las autoridades estatales informaron también de un conato de fuga en la cárcel local, el cual fue controlado. También hubo violencia en otras ciudades de ese estado con litoral en el Océano Pacífico, tanto al norte como al sur de la capital.
Las imágenes trajeron a la memoria aquel fatídico 17 de octubre de 2019, el llamado “culiacanazo”, cuando la ciudad fue tomada por miembros del Cártel de Sinaloa para liberar a Ovidio, que sólo estuvo capturado algunas horas.
El operativo de las fuerzas armadas de ese primer intento de captura acabó en una humillante derrota del ejército, después de que los integrantes del cártel tomaron las calles fuertemente armados, sembraron el caos con tiroteos, tomaron de rehenes a militares y acabaron por forzar la liberación del hijo del capo, todo en sólo cuatro horas de terror.
En esa ocasión, el presidente Andrés Manuel López Obrador dijo que ordenó liberarlo para salvar vidas.
Durante su gobierno se creó la Guardia Nacional y se puso todo el peso de la seguridad en los militares, pero el mandatario insistió en que ya no estaría enfocado en capturar capos, una estrategia aplicada por los gobiernos anteriores, la cual derivó en la fragmentación de los grandes cárteles y a sangrientas batallas entre ellos.
La otra gran captura de este gobierno ocurrió en julio de 2022: Fue la de Rafael Caro Quintero, otrora uno de los padrinos del narcotráfico y presunto responsable del asesinato de un agente de la DEA hace más de tres décadas. Se realizó sin dispararse ni un tiro y pocos días después de que López Obrador visitara a Biden en Washington.
Sin embargo, el enfoque de seguridad del gobierno de López Obrador, que él ha llamado “abrazos, no balazos", no ha logrado pacificar el país.
“No ha habido una estrategia de combate, de confrontación abierta a los cárteles, y ellos han aprovechado estos cuatro años para organizarse, armarse, fortalecer sus estructuras, sus finanzas”, dijo a la AP Ismael Bojórquez, director de Ríodoce, un semanario sinaloense especializado en narcotráfico.
”Y este es el precio que la sociedad está pagando”, agregó.
——-
La periodista de la AP Fabiola Sánchez contribuyó a este despacho.