CIUDAD DE MÉXICO (AP) — El asesinato de dos niños en la capital de Sinaloa, al noroeste de México, después de cuatro meses de intensa violencia por la guerra entre facciones del cártel que controla el estado, hizo que miles de habitantes de Culiacán salieran a las calles el jueves a mostrar su hartazgo, pese al miedo extendido.
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Los manifestantes, entre los que había muchos niños en uniforme, salieron de la escuela primaria donde estudiaba el menor de los hermanos asesinados con camisetas y globos blancos, entre gritos de “Los niños no se tocan”, “Queremos paz” o “Fuera Rocha”, en alusión al gobernador Rubén Rocha, del partido oficialista, a quienes culpan de no hacer nada para evitar la violencia.
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La paciencia de algunos se acabó al llegar al palacio de gobierno. Numerosos videos mostraban cómo un grupo irrumpió en las instalaciones oficiales rompiendo cristales y puertas exigiendo la renuncia del gobernador.
“Entendemos la indignación de la gente”, dijo poco después y una vez calmados los ánimos el vocero del gobierno estatal, Feliciano Castro, quien aseguró que las autoridades federales ya estaban investigando el caso.
Los hermanos Gael Antonio y Alexander Sarmiento, de 12 y 9 años respectivamente, y su padre fueron baleados el domingo cuando individuos armados intentaron robar su vehículo. Otros dos menores quedaron heridos. Las autoridades del estado atribuyeron el ataque a que los vidrios del automóvil eran polarizados. La reacción no se hizo esperar.
La escuela convocó a la marcha y “suplicó” el apoyo de la ciudadanía para que crímenes como ése no se repitan aunque, en la propia convocatoria, dijo entender “las dificultades" que ocasiona a las personas salir a la calle ante el repunte de la violencia.
Quedar en medio de una balacera, ser intimidado por armados que vigilan los celulares de los jóvenes, arriesgarse a ser secuestrado o desaparecido son parte de esas “dificultades” diarias que se viven en Culiacán desde que la captura de uno de los líderes del Cartel de Sinaloa, Ismael “El Mayo” Zambada, desencadenara una guerra frontal por el control de la organización criminal entre sus seguidores y el grupo liderado por “Los Chapitos”, los hijos del encarcelado Joaquín “El Chapo” Guzmán.
Pero la indignación por el crimen de los hermanos Sarmiento creció en redes y se concretó en una protesta “más efusiva, más emotiva, muy muy triste y mucho más dura" que otras celebradas en la capital, dijo Estefanía López, de Culiacán Valiente, un colectivo que ha organizado diversas marchas por la paz.
“La causa por sí se movió sola, creo que muchos ciudadanos despertaron. El hartazgo... ha sido tal que hoy sí los ciudadanos salieron”, agregó.
La violencia en Sinaloa es una de las principales preocupaciones de la presidenta mexicana, Claudia Sheinbaum, ya que los grupos criminales que operan en este estado son algunos de los principales exportadores de fentanilo a Estados Unidos, una de las prioridades a combatir por la nueva administración de Donald Trump y una de las causas de las múltiples amenazas del presidente estadounidense hacia México.
Trump dijo que impondrá aranceles a México en febrero y llegó a amenazar con una intervención militar para combatir a los cárteles, a los que declarará como organizaciones terroristas.
A la espera de lo que estas acciones estadounidenses puedan conllevar en estados como Sinaloa y mientras distintas empresas optan por irse de Culiacán por la violencia, como anunció el diciembre la cadena de restaurantes iHop, los habitantes de la ciudad intentan seguir adelante.
“Cada vez es más evidente que Culiacán no es lugar seguro para vivir, pero creo que ya los culichis (sus habitantes) han perdido el miedo”, señaló Estefanía López.