Seleccionados en la primera ronda del draft de 2018, Lamar Jackson y Josh Allen lograron disipar las dudas que se tenían de ellos, para catapultarse al estrellato y posicionarse a la cabeza de la contienda por el premio al Jugador Más Valioso.
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Pero el domingo por la noche, uno de los dos dejará el trabajo incompleto. Otra vez.
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Es innegable el éxito que ambos han tenido en la temporada regular: Allen con cinco títulos divisionales de forma consecutiva y Jackson con dos trofeos de Jugador Más Valioso en sus repisas.
Sin embargo, ninguno de los dos ha podido reproducir los resultados cuando es momento de ganar o irse a casa.
El pasador de los Bills tiene un registro de apenas 6-5 en postemporada y un solo viaje a la final de Conferencia, en la lejana temporada de 2020. El quarterback de los Ravens, por su parte, está 3-4 en postemporada con una proporción de 8 pases de touchdown por seis intercepciones. No son precisamente números para jactarse de algo.
El domingo, ambos tienen la posibilidad de cambiar su legado de postemporada. Buffalo llega equipado con la mejor ofensiva de la Conferencia Americana. Es un equipo que acumula 13 encuentros con al menos 30 puntos a favor, está 9-0 como local, tuvo apenas 8 pérdidas de balón y el menor número de capturas en la campaña.
Sin embargo, la potente maquinaria ofensiva de los Bills (14-4) pasó desapercibida en la derrota de 35-10 ante los Ravens (13-5) en la semana cuatro, cuando convirtió apenas 3 de 13 terceras oportunidades y sumó tan solo 236 yardas. Así que Baltimore tendría claro cuál es el camino hacia la victoria.
Buffalo puede justificar su actuación en septiembre pasado como una aberración. Después de todo promedia 32,1 puntos en sus 13 partidos siguientes con los titulares en el campo, su defensiva volvió a permitir más de 30 unidades en tan solo tres ocasiones y nunca más Allen ha sido capturado en tres ocasiones durante un mismo encuentro.
Los Ravens, que buscan su segundo viaje consecutivo a la final de Conferencia, ya conocen la fórmula. Mantener a Allen y al potente ataque de Buffalo fuera del terreno de juego. Y tienen los ingredientes perfectos para ejecutarlo.
Ya lo hicieron antes. En el encuentro de la semana 4, Baltimore acumuló 271 yardas por tierra, 199 cortesía de Derrick Henry.
En ese duelo, Jackson sumó tres anotaciones, dos por la vía aérea, y terminó con un índice de 135,4 puntos, uno de nueve duelos con al menos un rating de 125 unidades esta campaña, incluida su actuación de la semana anterior ante Pittsburgh.
Buffalo aparece favorito en las apuestas por apenas un punto. Es de esperarse, tomando en cuenta que estos dos equipos terminaron empatados en la cima de la Americana con un diferencial de puntos de +157, y la presencia de dos de los mejores quarterbacks de la actualidad. Uno de ellos terminará con un amargo sabor en la boca y la impotencia de un trabajo inconcluso.
Los Texans tuvieron boleto de primera fila para presenciar el momento exacto en que Patrick Mahomes dejó de ser una estrella para convertirse en una leyenda. Aquel 12 de enero de 2020, Houston tomó ventaja de 24-0 ante los Chiefs en la ronda divisional de playoffs, sólo para ver cómo se esfumaba 10 minutos después con cuatro pases de touchdown de Mahomes.
A partir de ese momento, Mahomes y los Chiefs tienen marca de 14-2 en postemporada, tres anillos de campeonato y buscan convertirse en los primeros en ganar tres Super Bowls de forma consecutiva en la historia. Con un registro de 15-2 en la campaña regular, el primer lugar de la Americana y una semana de descanso, Kansas City parece en buena posición para mantener su misión con vida.
Houston, por otro lado, parece tener todo en contra. Nunca ha derrotado a Kansas City en dos duelos de playoffs, tiene cuatro derrotas en los últimos cinco partidos ante los Chiefs y llega en papel de víctima en Las Vegas, abajo por 8 puntos.
Pero los Texans vienen de dar una gran sorpresa en la ronda de comodines con una actuación impecable de su defensiva, la misma que concedió apenas 17,1 puntos en promedio en sus 11 triunfos esta campaña.
Kansas City se ubicó apenas como el 15to mejor ataque de la NFL, tuvo un registro de 10-0 en partidos definidos por ocho puntos o menos y buena parte de su éxito recayó en los hombros de la cuarta mejor defensa de la liga. Pero los Chiefs llegan al encuentro del sábado sin haber utilizado a sus titulares desde Navidad y con un entrenador Andy Reid que se destaca por su preparación, como lo demuestran sus 26 triunfos en playoffs, la segunda mayor cantidad en la historia.
Houston está tan preparado como puede estarlo después de vencer 32-12 a los Chargers para avanzar a la ronda divisional por segundo año consecutivo. Su defensiva fue la quinta mejor en robos de balón y la séptima mejor en tercer down, herramientas necesarias para hacer frente a los Chiefs. Pero Mahomes es una fiera distinta en postemporada, y nadie lo sabe mejor que Houston.
Los Lions, el equipo con la mejor marca de toda la Conferencia Nacional, el ataque más productivo de la NFL y la inagotable fuente de recursos —y confianza— está justo donde debería estar. En la segunda ronda de playoffs sin haber jugado y a un triunfo de alcanzar la final de conferencia por segundo año consecutivo.
No se puede decir lo mismo de los Commanders. Un equipo que venía de una temporada de cuatro victorias, con Dan Quinn como su nuevo entrenador y con un pasador novato, Jayden Daniels. Pero la transformación fue prácticamente inmediata, y el equipo que no debería estar aquí ya tiene su primera victoria en playoffs desde 2005.
Repetir el truco es mucho más difícil. Washington no sólo llega con la 18va defensiva de la NFL a hacerle frente a unos Lions que han descubierto todas las formas posibles de anotar puntos —la cuarta mayor cantidad en la historia de la liga con 565.
Detroit tuvo seis actuaciones de por lo menos 40 unidades y perdió una sola vez en los últimos 15 partidos. Y lo más peligroso es que llega con suficiente descanso.
Con energías renovadas, tiempo para analizar a su rival y todas sus armas a disposición, los Lions lucen como un enemigo formidable para cualquiera. Pero Daniels y los Commanders ya dejaron en claro que no se dejan intimidar.
Abajo en las apuestas por 9,5 puntos, los Commanders ya han estado antes en esta posición y parecen haber encontrado confort en la adversidad. Llegan al duelo montados en una ola de cinco victorias, todas dentro del último minuto.
Daniels concretó cuatro remontadas en el último cuarto a lo largo de su primera temporada y tuvo 117, 2 puntos de rating cuando el marcador estaba empatado o desfavorable por 8 puntos en el último cuarto. Es el número uno de esa lista entre 233 pasadores desde 1991.
En su primera prueba de la postemporada, el ataque de los Eagles no se destacó por un aspecto en particular. Pero, cuando se roban cuatro balones y se conceden apenas 10 puntos, la ofensiva pasa a segundo plano.
Intenten decirle eso a los Rams, quienes la última vez que se enfrentaron a Filadelfia —apenas el 24 de noviembre— estuvieron del lado equivocado de la exhibición de Saquon Barkley, quien ese día impuso una marca personal con 302 yardas totales, incluidas 255 por tierra y dos touchdowns.
Una actuación similar sería suficiente para enviar a los Eagles al partido por el campeonato de la Conferencia Nacional por segunda ocasión en las últimas tres temporadas. Sólo hay un pequeño detalle, Barkley y el resto de los Eagles no tendrán enfrente a los mismos Rams.
Sí, el uniforme y el nombre siguen siendo los mismos, pero la defensiva de Los Ángeles ha cambiado radicalmente desde aquel partido, su última derrota con los titulares en el campo. Su defensiva, que la semana pasada empató un récord de playoffs con nueve capturas en el contundente triunfo sobre Minnesota, ha mantenido a sus últimos cuatro rivales en 10 puntos o menos cuando juega con sus titulares.
Muy pocos esperan una actuación similar de la defensiva de los Rams ante el segundo mejor ataque terrestre de la NFL, y las casas de apuestas no están entre los creyentes. Filadelfia, que tiene 13 victorias en sus últimos 14 partidos, parte como favorito por 6,5 puntos. Los Ángeles y su inconsistente ataque deberán encontrar soluciones rápidas si aspiran a su tercera final de conferencia en ocho años bajo el mando del entrenador Sean McVay.