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Con incendios aún activos, se habla de reconstruir barrios de Los Ángeles arrasados por el fuego

LOS ÁNGELES (AP) — Conmocionados tras uno de los desastres naturales más destructivos en la historia del sur de California, miles de familias desconsoladas, propietarios de negocios arrasados y asediados líderes en todo el condado de Los Ángeles comienzan a contemplar otra tarea monumental: reconstruir lo perdido y trazar un camino a seguir.

Alex Rosewood y casi toda su familia en Altadena, al noreste de Los Ángeles, perdieron sus hogares: su padre —con quien ella y su esposo vivían—, y sus tíos y primos en la casa de al lado.

Se perdieron los recuerdos de toda una vida de relaciones familiares, como los naipes y la colcha inacabada de la abuela Rosewood. Las fotos de su boda. Los recuerdos de su abuelo, quien sirvió en la Marina. Todas son cosas que deseaba haber podido salvar en su frenética huida, mientras el humo volvía el cielo gris y la casa de su primo comenzaba a arder.

Pero Altadena sigue siendo su hogar.

“Todos pensamos reconstruir, seguro”, afirmó.

La traumatizada región logró superar el miércoles sin que se declarara otro gran incendio, luego de que los meteorólogos advirtieran sobre otro episodio de vientos especialmente peligrosos.

Sin embargo, y aún con las llamas avanzando en los dos incendios más grandes —que han matado a 25 personas y destruido más de 12.000 estructuras—, funcionarios gubernamentales hablaron el miércoles de la épica tarea de los próximos: limpiar Altadena, Pacific Palisades y otras comunidades arrasadas de ceniza tóxica y escombros para luego reconstruir hogares, restaurantes, escuelas, boutiques, bancos y lugares de culto, todo mientras se busca financiamiento para sufragarlo.

Debido a la lucha contra el fuego en curso y a la posibilidad de que haya residuos peligrosos en áreas quemadas, muchos residentes ansiosos no han regresado todvía para ver qué queda, si es que hay algo, de sus hogares. Las pérdidas van desde mansiones multimillonarias con vistas al mar hasta las modestas casas que en su día acogían a los soldados que regresaban de la Segunda Guerra Mundial.

Aunque hablar de reconstrucción puede ser un consuelo para quienes ansían volver a la normalidad, aún quedan muchas cosas por saber.

¿Cómo serán los nuevos vecindarios? ¿Se utilizarán materiales y diseños resistentes al fuego? ¿Se necesitan más carreteras, y más anchas, para permitir evacuaciones más rápidas y un acceso más fácil para los camiones de bomberos durante futuros incendios?

En las codiciadas colinas junto al mar, siempre existe el impulso de reconstruir tras un fuego —ya ha sucedido muchas veces. Pero hay preguntas inevitables acerca de si es sensato seguir haciéndolo en zonas que se sabe que son de alto riesgo, especialmente en la era del cambio climático.

“Va a pasar un tiempo antes de que podamos entrar ahí y construir algo”, dijo Michael Hricak, profesor adjunto de arquitectura en la Universidad del Sur de California, refiriéndose a los peligrosos productos químicos y a los escombros que han quedado atrás.

En cuanto a la nueva construcción, “no se trata de ser más fuerte que la madre naturaleza. Se trata de ser algo respetuoso con la madre naturaleza y conocer cuáles son los desafíos”.

”¿Estamos simplemente propiciando otro problema en el futuro?”, agregó Hricak.

Los incendios se produjeron en un momento difícil, con la ciudad inmersa en una transición pospandémica que ha reordenado la vida laboral y dejado muchos edificios del centro con altas tasas de desocupación.

Además, se están planificando los Juegos Olímpicos de 2028 y la región enfrenta la que podrían ser la peor crisis de personas sin hogar de la nación, que había sido la prioridad de la alcaldesa de Los Ángeles, Karen Bass, antes del comienzo de los incendios la semana pasada.

El gobierno no ha hecho públicas aún estimaciones de daños, pero empresas privadas esperan que asciendan a decenas de miles de millones, y podría convertirse en el desastre causado por el fuego más costoso en la historia de Estados Unidos.

La comunidad Paradise, en el norte de California, donde el incendio más letal en el estado mató a 85 personas en 2018, ofrece una idea de lo meticulosa y difícil que pueden ser la recuperación y la reconstrucción.

Entonces, las llamas destruyeron unas 11.000 viviendas, aproximadamente el 90% de las estructuras de la comunidad. Cuatro años después, hasta el pasado noviembre, solo se habían reconstruido unas 3.000 viviendas y apartamentos.

La ciudad, que antes tenía 26.000 habitantes, ha tenido que hacer frente a elevados costos de construcción, costosas primas de seguro y a la incertidumbre sobre la cuantía que recibirán quienes perdieron hogares de Pacific Gas & Electric, la empresa de suministros declarada responsable de provocar la tragedia.

En Los Ángeles, una ciudad conocida por sus densas capas de burocracia y trámites gubernamentales, Bass emitió esta semana una orden ejecutiva para facilitar que los residentes puedan proceder a la reconstrucción rápidamente.

“Mientras nos preparamos para superar el resto de esta emergencia, también tenemos que comenzar a poner en marcha lo que necesitamos hacer para reconstruir”, declaró la alcaldesa el miércoles.

El gobierno federal ya ha aprobado una partida de 100 millones de dólares para eliminar pinturas, productos de limpieza, amianto, baterías y otros residuos domésticos de entre los escombros antes de que los equipos puedan comenzar a retirar los escombros. Robert Fenton Jr., administrador regional de la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias, describió el plan como un primer paso para que la gente pueda regresar a sus casas.

En otros lugares, la agencia está ayudando a los afectados con un nuevo alojamiento a corto plazo.

Peter Dolan, quien vivía en Santa Mónica, contó que él y su mejor amigo perdieron sus apartamentos el mismo día. Visitaron juntos el centro de recuperación de desastres para averiguar sus próximos pasos.

“Esto es lo que tengo”, dijo el hombre de 55 años, señalando su atuendo: una chaqueta de cuero, pantalones cortos y zapatillas, la ropa que llevaba puesta el día que tuvo que huir de las llamas.

Dolan no tenía seguro de inquilino, pero pudo solicitar la ayuda de la FEMA y cree que recibirá 750 dólares y posiblemente cubra su estancia en un hotel por unos meses.

Michele Baron y su hija estaban entre quienes acudieron a un centro de recuperación en el oeste de Los Ángeles para informarse de cómo obtener nuevos certificados de nacimiento y tarjetas de la seguridad social.

Baron lo perdió casi todo cuando su apartamento en Pacific Palisades, donde había vivido durante 21 años, ardió hasta los cimientos. Su hija regresó a la propiedad y rescató un anillo y cerámica que había hecho cuando era niña.

A pesar del trauma, el plan es quedarse.

“Ahora que puedo ir a cualquier parte, en cierto modo no quiero”, aseguró.

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La periodista de The Associated Press Olga R. Rodriguez en San Francisco contribuyó a este despacho.

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