LA HABANA (AP) — Si el entrante gobierno de Donald Trump colocara nuevamente a Cuba en la lista de patrocinadores del terrorismo, pese al anuncio de retirarla de la misma del martes, la política exterior de Estados Unidos quedaría desacreditada, aseguró el miércoles el canciller isleño, Bruno Rodríguez.
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Cuba será excluida de la lista por decisión del presidente Joe Biden, según anunció de forma sorpresiva el martes a pocos días de su salida de la Casa Blanca. Sin embargo, tanto Trump como el hasta ahora senador y eventual secretario de Estado, Marco Rubio, hijo de una familia de migrantes cubanos y un radical anticastrista, siempre impulsaron políticas de sanciones duras contra La Habana.
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“Se podrá revertir la presencia o no de un país en esa lista, pero lo que no se puede reparar es el daño enorme que recibiría la política exterior de Estados Unidos”, advirtió el canciller Rodríguez en comentarios exclusivos a The Associated Press.
La inclusión de Cuba en este listado contribuyó a la tensión económica y la grave crisis que vive la isla —que fue agudizada por la pandemia y algunas decisiones financieras internas—, pues le obstaculiza el comercio internacional, las transferencias bancarias, los pagos, los depósitos y toda las operaciones de importación de productos básicos.
“Ha quedado demostrado que esta lista no es una herramienta, ni un instrumento en la lucha contra el terrorismo, sino que es una brutal y mera herramienta de coerción política contra Estados soberanos”, agregó Rodríguez.
Rubio, por su parte, no hizo explícito su interés de volver a colocar a la isla en el listado, pero el miércoles durante su comparecencia en el Senado como candidato a Secretario de Estado del Gabinete de Trump aseguró que tenía “cero dudas” de que la isla cumplía los requisitos de ser un patrocinador del terrorismo.
Cuba fue eliminada de esa lista en 2015 al calor de un histórico acercamiento entre Cuba y Estados Unidos impulsado por los entonces presidente Barack Obama y Raúl Castro, pero Trump volvió a colocarla en enero de 2021 y en el contexto de un marcado endurecimiento de las sanciones contra la isla para presionar por un cambio de modelo político.
El argumento de Trump fue que la isla albergaba a los negociadores de la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional de un fallido proceso de paz en Colombia, pero el propio presidente colombiano Gustavo Petro demandó que se la sacara de ese grupo pues La Habana había accedido a ser sede del diálogo luego de un pedido oficial de Bogotá.
Varios países saludaron el miércoles la decisión de Biden de quitar finalmente a Cuba del grupo, entre ellos, Colombia y México. Otras naciones europeas y latinoamericanas reiteraron en foros internacionales varias veces los daños ocasionados por la política de Estados Unidos a la isla.
“No me imagino cómo después de un juego caprichoso en el que ya tenemos décadas de colocar a Cuba, sacarla, volver a colocarla, volver a sacarla”, sea otra vez puesta en esa lista “sin mayor resistencia” por parte de otros países y entidades financieras a los que afecta, expresó el canciller Rodríguez.
Las sanciones de Estados Unidos contra la isla contemplan, además de la inclusión en la lista que es una potestad presidencial, un entramado de leyes de embargo desde la década de los 60 y que, en caso de hacerlo, deberían ser levantadas por el Congreso. Según cálculos del gobierno cubano, ocasionaron entre marzo de 2023 y febrero de 2024 pérdidas a la nación caribeña por unos 5.000 millones de dólares.
Paralelamente, el gobierno cubano reconoció el martes —tras saberse la exclusión de la lista— que liberaría paulatinamente a 553 personas presas por delitos varios a pedido y como un gesto hacia el papa Francisco. Estados Unidos dijo que se trataba de excarcelación de presos políticos y era parte de una negociación mediada por el Vaticano. Una decena de personas fueron efectivamente liberadas el miércoles, pero en al menos un caso constado por AP no tenían historial como activistas.
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