EIN ZIVAN, Altos del Golán (AP) — Un viento seco de montaña azotaba un grupo de banderas israelíes en la entrada de un kibutz en los Altos del Golán, anexionados por Israel, donde la tranquilidad oculta los tumultuosos eventos que se desarrollan cerca.
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A principios de este mes, el presidente sirio Bashar Assad fue destituido después de casi 25 años en el poder. A las pocas horas, tanques israelíes pasaron junto a una valla reforzada con alambre de púas hacia la zona desmilitarizada de los Altos del Golán en Siria, creada como parte de un alto el fuego de 1974 entre los países. Israel dijo que era un movimiento temporal para asegurar su frontera.
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Días después, el gobierno israelí aprobó el plan de 11 millones de dólares del primer ministro Benjamin Netanyahu de incentivos financieros para duplicar la población de colonos israelíes en los Altos del Golán, que Israel arrebató a Siria en la guerra de Oriente Medio de 1967.
Israel “seguirá aferrándose a esa zona, haciéndola florecer y asentándose en ella”, declaró Netanyahu.
La comunidad internacional, con una excepción, considera que el Golán es territorio sirio ocupado, mientras que las Naciones Unidas tachan de ilegales los asentamientos israelíes en ese territorio. En 2019, Estados Unidos se convirtió en el único país en reconocer la anexión de 1981 por parte de Israel.
Actualmente viven allí unas 50.000 personas, aproximadamente la mitad de ellas colonos israelíes y la otra mitad drusos árabes, una minoría religiosa repartida entre Siria, Líbano, Israel y los Altos del Golán.
En las ciudades y kibutzim del Golán, la noticia del plan para aumentar el número de colonos fue recibida con una mezcla de escepticismo, emoción y conmoción.
Paul Hecht, que a sus 42 años ha vivido en el Golán casi toda su vida, recibió la noticia con "sentimientos encontrados, para ser sincero, porque me encantan los Altos del Golán tal y como están. Tengo un poco de miedo de que el lugar se sature de gente, pero al mismo tiempo, por supuesto, quiero que el lugar avance”.
La atracción es el estilo de vida rural, los espacios abiertos y las montañas, explicó. Duplicar la población “suena un poco extremo”, especialmente si se intenta en un corto plazo, dijo, señalando que la región necesita mejoras en la infraestructura, notablemente en las carreteras, para su población existente antes de traer más gente.
La economía del Golán depende en gran medida de la agricultura y la industria hotelera. Los intentos anteriores del gobierno de atraer más colonos han tenido poco éxito, en gran parte debido a la falta de oportunidades laborales y la larga distancia de las principales ciudades.
Un movimiento bien publicitado en 2019 para nombrar un asentamiento del Golán en honor al entonces presidente de Estados Unidos, Donald Trump, no logró atraer una gran afluencia de residentes.
Pero Hecht dijo que creía que más israelíes podrían ser tentados por una vida en el Golán después de la caída de Assad.
“Creo que eso traerá a mucha más gente que quiera venir a vivir en los Altos del Golán debido a la sensación de seguridad que la gente tendrá aquí”, afirmó. “Y obviamente la mejor vista y la mejor naturaleza en Israel”.
Uno de esos nuevos colonos podría ser Shlomo Benhaim, de 60 años, quien ha estado pensando en mudarse al Golán durante años.
“Es mi sueño. Si lo cumpliré, quién sabe”, comentó durante un viaje de un día con su esposa a Ein Zivan, un kibutz a unos dos kilómetros (1,2 millas) de la zona de contención siria. Uno de los kibutzim más antiguos que data de finales de los años 60, Ein Zivan tiene apenas 500 residentes hoy en día.
“Amo el Golán. Es una zona única en Israel, muy única, con mucha historia, arqueología, historia moderna, muchos recuerdos”, afirmó.
Pero mudarse no sería fácil. La zona es popular principalmente entre los turistas israelíes que vienen por las montañas y actividades al aire libre, pero está a unas tres horas en coche de centros urbanos con trabajos bien pagados como Tel Aviv.
Por otro lado, también hay un buen sistema educativo y no hay atascos de tráfico.
“Hay muchos beneficios para (la vida) en el Golán, y también muchas cosas negativas”, afirmó.
En el cercano kibutz Merom Golán, la gerente de hotel Shefi Mod dijo que con exenciones fiscales y tierras baratas, “creo que el apoyo del gobierno de hecho puede ayudar a la gente a venir a vivir aquí”.
Mod llegó por primera vez a la zona como soldado hace décadas y le gustó tanto que se mudó aquí. Pero si otros se sentirán tentados a seguir su ejemplo aún no está claro.
Muchos drusos de los Altos del Golán se consideran sirios bajo ocupación. Aunque la ciudadanía israelí está abierta para ellos, la mayoría no la ha tomado y tienen permisos de residencia israelíes en su lugar. Tienen una relación complicada con Israel.
“Lo que este gobierno quiera hacer, no nos pedirá permiso”, dijo Khaled Elshaer, dueño de un restaurante en el pueblo druso de Masada.
El plan para duplicar el número de colonos lo dejó “aturdido y conmocionado”, aseguró.
Considera que el Golán es sirio. Pero cuando se le preguntó si quería que fuera parte de Siria, dijo que no.
“Me siento del Golán. Ni israelí ni sirio”, afirmó. “Estamos conectados a la tierra, no a quién será presidente sobre ella”.
El cirujano local Ali Abu Awad enfatizó que los Altos del Golán son “una parte esencial de Siria” y señaló que la mayoría de la población local con títulos universitarios, incluido él mismo, había estudiado allí.
Acusó al gobierno israelí de discriminación tipo apartheid contra las minorías religiosas, incluida la suya, y dijo que había una clara discriminación en el acceso a la educación superior y un trato preferencial a los ciudadanos judíos de Israel. Los ciudadanos árabes del país a menudo sufren de discriminación, a pesar de las garantías oficiales de igualdad de derechos civiles.
Abu Awad se mostró reacio al plan del gobierno de duplicar el número de colonos.
“Pueden decir lo que quieran”, comentó. “Pero hasta ahora lo han dicho antes y han fracasado”.
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Esta historia fue traducida del inglés por un editor de AP con la ayuda de una herramienta de inteligencia artificial generativa.
