ABUYA, Nigeria (AP) — Los gobernantes africanos se apresuraron a felicitar a Donald Trump tras ser elegido mandatario de Estados Unidos y le manifestaron su deseo de establecer asociaciones mutuamente beneficiosas, pero son escasas las expectativas de que su presidencia cambie las cosas para este continente de más de 1.400 millones de personas.
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Tras la victoria de Trump, el presidente keniano William Ruto dijo que su país “está listo” para profundizar sus lazos con Washington. Bola Tinubu, el mandatario de Nigeria, habló de un segundo gobierno de Trump que marcaría el comienzo de una era de cooperación “sincera, beneficiosa y recíproca”.
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No obstante, los observadores dicen que las naciones africanas —a las que alguna vez Trump llamó “países de mierda”— definitivamente no estarán entre sus prioridades.
La política exterior estadounidense no ha considerado a África una prioridad desde hace mucho tiempo, más allá de ver al continente a través de la lente de contrarrestar a rivales como Rusia y China, explicó Charles Ray, presidente del Programa de África del Foreign Policy Research Institute, una fundación de investigación sobre política exterior.
El presidente estadounidense Joe Biden dijo que África era un socio clave, indicó Ray, quien fue embajador de Estados Unidos en Zimbabue de 2009 a 2012.
Pero a esas palabras no les siguió mucha acción.
África “estará hasta abajo de la lista de prioridades (de Trump)”, y cualquier acción de Estados Unidos en el continente probablemente estará impulsada por su “estilo de liderazgo transaccional y egocéntrico”, agregó Ray.
Muchos expertos están de acuerdo, y citan la estrategia de “Estados Unidos primero” de Trump.
Murithi Mutiga, director del programa para África del International Crisis Group —una organización no gubernamental y sin fines de lucro dedicada a prevenir y resolver conflictos—, dice que el presidente electo es “un aislacionista comprometido, y es evidente que quiere retirarse” de varios frentes en todo el mundo.
J. Peter Pham, exenviado especial de Trump a las regiones de los Grandes Lagos y el Sahel en África, dice que la próxima presidencia de Trump podría tratar de obtener una situación de “ganar-ganar” en el continente.
Eso podría incluir una renovación de la Ley de Crecimiento y Oportunidades para África (AGOA, por sus siglas en inglés), que otorga a los países africanos elegibles acceso libre de impuestos al mercado estadounidense, dijo Pham durante una transmisión de la emisora Voice of America.
No obstante, legisladores estadounidenses han preguntado recientemente si los países africanos cumplen con las condiciones del programa, o si están socavando los intereses de la política exterior y la seguridad nacional de Estados Unidos, agregó Pham.
Sudáfrica, uno de los mayores beneficiarios del programa, fue acusada por el embajador estadounidense Reuben Brigety en 2023 de proporcionar armas y municiones a Rusia para la guerra en Ucrania, y su declarada postura neutral sobre la guerra fue puesta en duda.
En esencia, no “le das un golpe bajo a Estados Unidos” de maneras que generen preguntas sobre el cumplimiento de tales acuerdos, añadió Pham.
Los que lo hagan “serán tratados como parias”, hizo notar Ray, del Foreign Policy Research Institute.
La principal preocupación es que la próxima presidencia de Trump reduzca el financiamiento. En muchas partes de África, esos recortes podrían ser cruciales para millones de niñas y mujeres jóvenes cuya salud reproductiva y opciones están fuertemente respaldadas por programas financiados por Estados Unidos.
“La situación ya es mala para las niñas (y) se convertirá en un desastre sin estos servicios”, expresó Valentine Damitoni, quien ya es madre a los 18 años.
Ella visita con regularidad una clínica local en Harare, la capital de Zimbabue, para recibir un anticonceptivo bajo un programa financiado por Estados Unidos que le permite regresar a la escuela sin temer quedar embarazada nuevamente.
Max Primorac, exadministrador adjunto interino de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID, por sus siglas en inglés) —uno de los mayores donantes de ayuda para el desarrollo de África—, criticó algunos de los programas de la agencia en el Proyecto 2025, un plan de 900 páginas propuesto por la Heritage Foundation, de tendencia conservadora, para reestructurar el gobierno federal.
En particular, Primorac criticó los programas de USAID que “promueven el aborto, el extremismo climático y las intervenciones contra el racismo sistémico percibido”. Se dice que el documento se alinea estrechamente con la visión de Trump, aunque él se ha distanciado de dicho proyecto.
Kiron Skinner, jefe de planificación de políticas del Departamento de Estado de Estados Unidos durante el primer mandato de Trump, recomienda en el documento que, en África, Washington debería “centrarse en los derechos esenciales de seguridad, economía y humanos” en lugar de imponer “el aborto radical y las iniciativas pro-LGBT”.
En la inestable región africana del Sahel, los militares derrocan cada vez con más frecuencia a presidentes electos y aprovechan los sentimientos antioccidentales para cortar lazos con aliados de mucho tiempo como Estados Unidos y Francia, y a la vez recurren a un nuevo amigo: Rusia.
China —que dice que los préstamos de infraestructura a los países africanos son una cooperación mutuamente beneficiosa—, rara vez interfiere en la política interna de los países receptores. Moscú, el mayor proveedor de armas del continente, a menudo está coludido con las juntas militares de África.
Ambos países, al igual que Estados Unidos, han mostrado un enorme interés en los abundantes recursos minerales del continente africano.
Mutiga, del Crisis Group, dice que “históricamente el problema ha sido que Estados Unidos y Occidente vieron a África como un problema” a solucionar. China y otros “lo vieron como una oportunidad para aprovechar”.
El gobierno de Biden anunció en diciembre pasado que había invertido al menos 22.000 millones de dólares en África y prometió hacer más. Durante su primer mandato, Trump intentó continuamente recortar la financiación de asuntos exteriores, a veces hasta en un 30%.
A los analistas les preocupa saber si se implementarán proyectos clave de Estados Unidos en materia de salud, seguridad y desarrollo durante el gobierno de Trump, especialmente en un momento en que empeora el hambre y resurgen las amenazas a la democracia en África.
Para muchos africanos, Trump es sólo un líder distante que no puede hacer mucho con respecto a los problemas cotidianos que ellos enfrentan.
“Trump ... no va a salvarnos del hambre causada por nuestro gobierno”, manifestó Isah Mohammed, un vendedor de frutas en Abuya, la capital de Nigeria.
En Marruecos, muchos se alegraron tras la victoria de Trump, con la esperanza de que su regreso al poder ayude al país del norte de África en sus intentos por obtener el reconocimiento mundial de su soberanía sobre el disputado Sahara Occidental.
“El regreso del amigo de Marruecos a la Casa Blanca”, proclamó el periódico marroquí Assabah en su editorial.
Dentro de un acuerdo más amplio que incluyó que Marruecos normalizara sus lazos con Israel, Trump modificó la añeja política estadounidense al respecto y reconoció las reclamaciones de soberanía de Marruecos antes de dejar el cargo en 2020.
Biden no ha revertido esa decisión, pero tampoco ha hecho avances en la promesa del gobierno de Trump de construir un consulado en el territorio en disputa.
Por otro lado, la estabilidad en el Cuerno de África se ve cada vez más amenazada por la guerra en curso en Sudán, y las crecientes tensiones entre Somalia y Etiopía debido al acuerdo comercial de esta última con la región de Somalilandia, que desea separarse de Somalia.
Trump probablemente recortará el financiamiento a Somalia y se involucrará más con Somalilandia, pronostica Rashid Abdi, analista del grupo de expertos Sahan Research, con sede en Nairobi.
El G20, el grupo de las principales economías del mundo, dio la bienvenida a la Unión Africana como miembro permanente el año pasado, un poderoso reconocimiento a los más de 50 países del continente y algo que Biden había dicho que “ha tardado mucho en ocurrir”.
Pero a pesar de ese paso en el escenario global, los observadores dicen que la Unión y sus líderes no han estado a la altura de las expectativas, sin lograr articular sus intereses ni presentar sus exigencias como un frente unido.
“A menudo la pregunta es: ¿qué hará Washington? Pero, realmente, ¿cuál es el interés de África?”, planteó Mutiga, del Crisis Group.
“Estamos en una era de relaciones globales transaccionales y, a menos que África pueda participar de una manera en la que articule sus propios intereses, los (intereses en África) de Estados Unidos seguirán estando determinados por la competencia geopolítica con sus rivales”, señaló.
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Los periodistas de The Associated Press Farai Mutsaka, en Harare, Zimbabue, y Sam Metz, en Rabat, Marruecos, contribuyeron a este despacho.