Este año, el presidente ruso Vladímir Putin ha blandido repetidamente la espada nuclear con la que ha recordado a todos que Rusia tiene el arsenal atómico más grande del mundo para intentar disuadir a Occidente de aumentar su apoyo a Ucrania.
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Ordenó a su ejército que realizara ejercicios que incluían armas nucleares en el campo de batalla, con su aliado Bielorrusia.
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Anunció que Rusia comenzará a producir misiles terrestres de alcance intermedio que fueron prohibidos en 1987 por un tratado ahora extinto entre Estados Unidos y la Unión Soviética.
Y el mes pasado, redujo el umbral para desplegar su arsenal al revisar la doctrina nuclear del país.
Putin confía que esos miles de ojivas y cientos de misiles sean una enorme máquina apocalíptica para compensar la ventaja masiva de la OTAN en armas convencionales y desalentar lo que él ve como amenazas contra la soberanía y la integridad territorial de Rusia.
Este es un vistazo al arsenal atómico de Rusia y a las cuestiones lo rodean:
La Federación de Científicos Estadounidenses estimó este año que Rusia tiene un inventario total de 5.580 ojivas nucleares desplegadas y no desplegadas, mientras que Estados Unidos tiene 5.044. En conjunto, representan aproximadamente el 88% de las armas nucleares del mundo.
La mayoría de ellas son armas estratégicas o de alcance intercontinental. Al igual que Estados Unidos, Rusia tiene una tríada nuclear de misiles balísticos intercontinentales (ICBM, por sus siglas en inglés) basados en tierra, bombarderos de largo alcance y submarinos armados con ICBM.
Desde que Putin llegó al poder en el 2000, el Kremlin ha trabajado para modernizar los componentes de la tríada de fabricación soviética: ha desplegado cientos de nuevos misiles terrestres, puesto en servicio nuevos submarinos nucleares y ha actualizado bombarderos con capacidad nuclear. El esfuerzo de Rusia por renovar sus fuerzas nucleares ha ayudado a impulsar a Estados Unidos a lanzar una costosa modernización de su propio arsenal.
Rusia ha reequipado a sus fuerzas terrestres de misiles estratégicos con ICBM móviles Yars, y recientemente comenzó a desplegar los misiles balísticos intercontinentales Sarmat —pesados, basados en silos y denominados misiles “Satanás II” en Occidente—, para reemplazar gradualmente a unos 40 misiles R-36M de fabricación soviética. El Sarmat solo ha tenido una prueba exitosa conocida y, según se informó, sufrió una explosión masiva durante una prueba abortada el mes pasado.
La marina puso en servicio siete nuevos submarinos de propulsión atómica de clase Borei, cada uno con 16 misiles Bulava con ojivas nucleares, y planea construir cinco más. Se pretende que formen el núcleo del componente naval de la tríada junto con algunos submarinos nucleares de la era soviética que todavía operan.
Rusia aún depende de los bombarderos estratégicos Tu-95 y Tu-160 de fabricación soviética que llevan misiles de crucero con ojivas nucleares. Moscú ha reiniciado la producción del supersónico Tu-160 que fue detenida después del colapso de la Unión Soviética de 1991, con el objetivo de construir varias docenas de aviones modernizados con nuevos motores y aviónica.
Estados Unidos estima que Rusia tiene entre 1.000 y 2.000 armas nucleares no estratégicas o tácticas destinadas a ser utilizadas en el campo de batalla, las cuales suelen ser mucho menos potentes que las ojivas estratégicas capaces de destruir ciudades enteras.
Rusia tiene misiles Iskander de alta precisión lanzados desde tierra con un alcance de hasta 500 kilómetros (310 millas), que pueden estar equipados ya sea con una ojiva convencional o una nuclear.
Su fuerza aérea tiene una flota de aviones de combate MiG-31 que llevan un misil hipersónico Kinzhal, que puede estar equipado con una ojiva nuclear o una convencional. Rusia ha utilizado ampliamente versiones convencionales tanto del Iskander como del Kinzhal contra Ucrania.
Como parte del mensaje nuclear del Kremlin, Rusia y su aliado Bielorrusia llevaron a cabo ejercicios para entrenar a sus tropas con armas nucleares de campo de batalla en mayo, poco después de que Putin comenzara su quinto mandato.
Moscú y Washington han confiado durante décadas en la disuasión nuclear bajo el concepto de la “destrucción mutua asegurada” (MAD, por sus siglas en inglés), con base en el supuesto de que una represalia abrumadora disuadiría a cualquiera de las partes de lanzar un ataque.
La doctrina nuclear de Rusia adoptada en 2020 preveía el uso de esas armas de última generación en respuesta a un ataque nuclear o un ataque con armas convencionales que amenazara “la existencia misma del Estado ruso”. Los “halcones” (personas de línea dura que rodean a Putin) de Moscú criticaron ese documento por ser demasiado vago e instaron a Putin a endurecerlo.
El mes pasado, advirtió a los aliados Estados Unidos y la OTAN que permitir que Ucrania use armas de largo alcance suministradas por Occidente para ataques en el interior de Rusia pondría a la OTAN en guerra con su país.
Reforzó el mensaje al anunciar una nueva versión de la doctrina nuclear que considera un ataque convencional a Rusia por parte de una nación no nuclear que cuente con el apoyo de una potencia nuclear como un ataque conjunto a su país —una clara advertencia a Estados Unidos y otros aliados de Kiev.
Putin también declaró que el documento revisado prevé el posible uso de armas nucleares en caso de un ataque aéreo masivo, lo que deja la puerta abierta a una posible respuesta nuclear a cualquier asalto aéreo —una ambigüedad cuyo propósito es disuadir a Occidente—.
Los cambios en la doctrina sugieren que Rusia “redobla su estrategia de depender de las armas nucleares con fines coercitivos” en la guerra en Ucrania, dijo en una crónica Heather Williams, directora del Proyecto sobre Asuntos Nucleares del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, una organización bipartidista sin fines de lucro para promover ideas que resuelvan retos globales.
El tratado Nuevo START entre Estados Unidos y Rusia de 2010 es el último pacto de control de armas vigente entre Moscú y Washington y expira en 2026. Limita a cada país a no más de 1.550 ojivas nucleares desplegadas y 700 misiles y bombarderos desplegados.
En febrero de 2023, Putin suspendió la participación de Rusia en el tratado Nuevo START, pero prometió que Rusia cumpliría con sus límites.
En julio, Putin declaró que Rusia iniciará la producción de misiles terrestres de alcance intermedio que estaban prohibidos en virtud del ahora difunto Tratado INF (Tratado sobre Fuerzas Nucleares de Rango Intermedio) entre Estados Unidos y la Unión Soviética. El pacto de 1987 prohibía los misiles con un alcance de 500 a 5.500 kilómetros (310 a 3.410 millas). Dijo que Moscú responderá de la misma manera al despliegue planeado de misiles estadounidenses de alcance intermedio en Alemania, y tomaría medidas para “reflejar” la medida de Washington.
Incluso cuando las tensiones entre Estados Unidos y Rusia se dispararon a su punto más alto desde la Guerra Fría en medio de los combates en Ucrania, Washington ha instado a Moscú a reanudar el diálogo sobre el control de armas nucleares. Putin rechazó la oferta y dijo que tales negociaciones no tienen sentido mientras Estados Unidos busque abiertamente infligir una derrota estratégica a Rusia en Ucrania.
Los “halcones rusos” pidieron la reanudación de las pruebas nucleares para demostrar la disposición de Moscú a utilizar su arsenal atómico y obligar a Occidente a limitar la ayuda a Kiev.
Putin dijo que Rusia podría reanudar las pruebas si Estados Unidos lo hace primero, una medida que pondría fin a una prohibición global vigente tras la desintegración de la URSS.
El mes pasado, Sergei Ryabkov, viceministro de Asuntos Exteriores, declaró que el campo de pruebas nucleares en el archipiélago ártico de Novaya Zemlya está listo para reanudar las pruebas si Estados Unidos realiza las suyas.
En 2018, Putin reveló una serie de armas nuevas y afirmó que las posibles defensas antimisiles de Estados Unidos serían inútiles.
Entre ellas está el vehículo de planeo hipersónico Avangard, capaz de volar 27 veces más rápido que la velocidad del sonido y realizar maniobras bruscas y precisas para esquivar el escudo antimisiles de un enemigo. Las primeras unidades de este tipo ya están en servicio.
Putin también mencionó el dron submarino Poseidón, con armas nucleares y propulsión atómica, diseñado para explotar cerca de las costas y causar un tsunami radiactivo. A principios de este año, dijo que las pruebas del Poseidón están a punto de completarse —sin dar detalles.
También está en desarrollo un misil de crucero de propulsión atómica, un concepto que data de la Guerra Fría. Pero el misil, llamado Burevestnik o Petrel, ha generado escepticismo entre los expertos, quienes citan obstáculos tecnológicos, así como preocupaciones sobre la seguridad ante la radiación. Durante las pruebas en 2019, una explosión en un campo de tiro naval en el mar Blanco en la que supuestamente estaba involucrado el Burevestnik mató a cinco ingenieros y dos militares, y causó un breve aumento de la radiación.
Putin dijo este año que su desarrollo estaba en las etapas finales y que el ejército habría construido una base para los misiles en la región de Vologda, en el noroeste de Rusia.
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The Associated Press recibe apoyo para la cobertura de seguridad nuclear de la Carnegie Corporation of Nueva York y la Outrider Foundation. La AP es la única responsable de todo el contenido.