SEVILLA, 20 (EUROPA PRESS)
La Audiencia de Sevilla ha comenzado este viernes el juicio con jurado popular promovido contra Alfredo G.C., el varón de nacionalidad boliviana acusado de asesinar en 2022 a su pareja sentimental, tras lo que presuntamente ocultó el cadáver entre unos juncos en el tramo del río Guadalquivir correspondiente al barrio sevillano de San Jerónimo; hechos por los cuales la Fiscalía reclama para él un total de 29 años de cárcel.
El juicio ha dado comienzo con la constitución del jurado popular y la intervención de las abogadas de cada una de las partes, que son la Fiscalía, la acusación particular ejercida por la familia de la víctima, la Junta de Andalucía y la defensa del inculpado, quien está en prisión desde que fuese detenido a cuenta del crimen.
La fiscal del caso ha protagonizado una prolongada extensión, en la que ha desgranado los términos de su escrito de acusación, con el que reclama para el acusado, de 50 años de edad a la fecha de los hechos, 25 años de prisión por un delito de asesinato con las agravantes de parentesco y de género; tres años de cárcel por un delito continuado de estafa y un año de prisión por un delito de lesiones en el ámbito de la violencia sobre la mujer con la agravante de reincidencia.
Además, reclama que Alfredo G.C. indemnice con 188.888 euros a la familia de la fallecida, de 51 años a la fecha de los hechos y también boliviana; y que devuelva la cantidad 8.140 euros por el dinero presuntamente sustraído de la cuenta bancaria de su pareja, una vez cometido el crimen.
La abogada de la acusación particular, de su lado, ha hecho suya la argumentación de la Fiscalía, manifestando que la víctima fue asesinada por el acusado y que el mismo se hizo después con 8.140 euros de la cuenta bancaria de ella a través de su tarjeta.
En el caso de la defensa, la letrada del acusado ha negado que los hechos supongan un asesinato, sobre todo porque según ha puntualizado, nadie se propondría cometer un crimen "con la casa llena de gente y bebido" de alcohol; tras lo cual ha manifestado que Alfredo G.C. "ha reconocido que causó la muerte" de la víctima, si bien en el asunto pesan según ha dicho las eximentes completas de arrebato y de intoxicación etílica.
HABÍA BEBIDO "GRANDES CANTIDADES" DE CERVEZA
Según la defensa, aquel 24 de abril de 2022 el inculpado había consumido "grandes cantidades" de cerveza y, en el marco de una celebración en la vivienda escenario de los hechos, mantuvo una "discusión" con la mujer a cuenta de las relaciones de la misma con otro hombre, marco en el que provocó que ella, también afectada por la ingesta de alcohol, cayese al suelo en el dormitorio que ambos compartían y se golpease, tras lo cual la creyó "dormida". "No tuvo intención de acabar con su vida", sostiene la letrada de la defensa.
Fue al día siguiente, según la defensa, cuando Alfredo G.C. descubrió que la mujer "estada muerta", tras lo cual "entró en pánico" y se deshizo del cadáver, alegando que cuando fue detenido "reveló inmediatamente" a la Policía Nacional el lugar donde había ocultado el cuerpo.
Así, la defensa reclama la libre absolución del inculpado por las eximente de arrebato pasional e intoxicación etílica o, subsidiariamente, la pena mínima por un delito de homicidio con las dos circunstancias ya señaladas aplicadas como atenuantes.
La fiscal, del caso, de su lado, ha negado que el acusado actuase "sin querer", avisando de que se trata de una "persona violenta" y que cometió el crimen con toda "frialdad", sobre todo porque aunque es cierto que antes de los hechos había consumido alcohol, lo hacía "todos los días" y tenía "tolerancia" a la sustancia, por lo que ha insistido en calificar los hechos como asesinato.
Alfredo G.C. ya había sido condenado por un delito de lesiones en el ámbito de la violencia de género, al increpar a su pareja y abofetearla, con la imposición de 16 meses de prohibición de comunicación y aproximación a la víctima; periodo tras el cual "ambos retomaron su relación y reanudaron la convivencia en la misma habitación alquilada", considerando la fiscal que él lo hizo "animado" por el motivo de que ella tenía "casi 32.000 euros ahorrados en una cuenta corriente".
El Ministerio Público indica que el día 24 de abril de 2022, ambos estaban en el salón del inmueble junto con unos amigos "bebiendo cerveza y bailando", tras lo que, en un momento dado de la tarde-noche, el investigado "se percató" de que su pareja sentimental "presentaba chupetones en el cuello que no le había hecho él y se molestó, iniciando ambos una discusión".
AGRESIÓN ANTE TERCEROS
Minutos después, el acusado "se acercó" a la afectada, que estaba sentada en una silla y, "de forma sorpresiva, le propinó un fuerte golpe en la cara y se lanzó contra ella, ante lo que los presentes tuvieron que intervenir en su ayuda".
La Fiscalía añade que, tiempo después, el investigado regresó al domicilio y, nada más verlo, la víctima "se introdujo en estado ebrio en su dormitorio y cerró la puerta", tras lo cual, pasado un rato, y una vez que todos los amigos se habían quedado dormidos en el salón, el acusado se introdujo en el dormitorio y, "movido por los celos y por el propósito de hacer suyo el dinero que tenía, consciente de que pretendía abandonarlo" por otro hombre, se colocó encima de ella "con objeto de darle muerte".
Así, y según el relato del fiscal, el acusado la inmovilizó "al aplastarle pecho y tórax con el peso de su propio cuerpo, al tiempo que le sujetaba fuertemente el cuello para evitar que se moviese y le taponaba las vías respiratorias, bien con la mano o con la almohada", todo ello hasta que la mujer falleció por asfixia.
Sobre las 10,00 horas del día 25 de abril, el encausado echó a todos sus invitados de la vivienda "bajo el pretexto de que quería hablar a solas" con la víctima, de forma que "se fue deshaciendo a lo largo del día de todas sus pertenencias, tirándolas a diferentes contenedores de basura", tras lo que, sobre las 23,30 horas de ese mismo día, "trasladó el cadáver y lo arrojó en la orilla del río Guadalquivir, pasado el Puente del Alamillo, oculto entre matorrales".
El investigado, además, y "guiado del ánimo de ilícito beneficio", se apropió de la tarjeta bancaria de la fallecida y, siendo conocedor del PIN, se dirigió a varios cajeros automáticos de los que extrajo distintas cantidades de dinero, apoderándose de un total de 8.140 euros de la cuenta de su ya difunta pareja.