NUEVA YORK (AP) — Tras la victoria en las primarias republicanas de Nueva Hampshire la noche del martes, el expresidente Donald Trump se quejó de su principal rival en el Partido Republicano: la exgobernadora de Carolina del Sur, Nikki Haley, de la migración, de la inflación y de su probable contrincante en las elecciones de noviembre: el presidente Joe Biden.
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Hay algo de lo que no se quejó: fraude electoral en las elecciones que acababa de ganar.
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Eso confirma un patrón de Trump en su arrollador avance por las primarias republicanas y hacia la cada vez más probable revancha con Biden en noviembre. Aunque Trump suele abstenerse de denunciar fraude electoral en las elecciones que gana, dedica mucho tiempo a preparar el terreno para alegar fraude en caso de que pierda una votación. Ya lo ha estado haciendo con la mira puesta en las elecciones generales de noviembre.
“Utilizaron el COVID para engañar. Y también hicieron muchas otras cosas. No vamos a permitir que eso pase”, manifestó Trump la noche del martes ante sus simpatizantes de Nueva Hampshire, refiriéndose a los demócratas. “Nunca puedes olvidar la historia, porque si la olvidas, nunca, nunca te recuperas de ella. Y se repite”.
Durante meses, Trump ha dicho que podría ser víctima de fraude en noviembre, haciendo el mismo tipo de afirmaciones explosivas e infundadas que alimentaron el ataque del 6 de enero de 2021 contra el Capitolio de Estados Unidos y que han seguido desencadenando una ola de amenazas en contra de trabajadores electorales en todo el país. Trump hizo afirmaciones similares antes de las elecciones de 2020, alegando durante meses que se daría un fraude generalizado ese noviembre y afirmando que la única manera de que podría perder sería si le robaban las elecciones.
“Lo está haciendo a la vista de todos”, señaló David Becker, del Centro para Investigación e Innovación Electoral y coautor de “La gran verdad”, sobre las mentiras de Trump en las elecciones de 2020. “Si se convierte en el candidato republicano, ha dejado claro que mentirá sobre unas elecciones que ha perdido”.
El equipo de campaña de Trump no respondió a una solicitud de comentarios.
Sus reiteradas afirmaciones falsas acerca de las elecciones de 2020 han tenido resonancia entre el electorado republicano, cuya mayoría cree que Biden no fue elegido de manera legítima a pesar de todas las pruebas de lo contrario. Trump perdió decenas de impugnaciones en los tribunales, su propio secretario de Justicia no encontró pruebas de fraude generalizado, y la victoria de Biden ha sido confirmada por todas las revisiones, auditorías y recuentos que se hicieron en los estados reñidos en donde Trump impugnó su derrota.
Rachel Orey, del Centro de Políticas Bipartidistas, dijo que las acusaciones preventivas de fraude de Trump se han incorporado a la cultura política de la nación.
“Se ha normalizado. Creo que lo que en 2020 se veía como algo estrafalario, ahora es una parte previsible del proceso”, afirmó Orey. “Y vemos que más y más candidatos adoptan la táctica de negacionismo electoral que Donald Trump está utilizando, sea como método para posicionarse en el debate nacional o como forma de recaudar fondos”.
Preparar el escenario para echar la culpa de una derrota electoral al fraude tiene consecuencias claras, dijo Orey en referencia a cómo, después de 2020, las amenazas y el acoso contra los funcionarios electorales fueron particularmente graves en aquellos estados más reñidos en donde Trump perdió por pocos votos.
Las asambleas partidistas republicanas de Iowa ilustran el manual de estrategias de Trump. En 2016 fue derrotado por un estrecho margen en el estado por el senador Ted Cruz e inmediatamente —y sin pruebas— alegó que la razón era el fraude. La semana pasada, Trump ganó Iowa por un margen récord y no hizo tales acusaciones.
En vísperas de las primarias de Nueva Hampshire, las cuales fueron más competidas, Trump empezó a denunciar que había habido fraude. Lamentó que las leyes estatales permitan a votantes no afiliados, que conforman cerca del 40% del electorado estatal, votar en las primarias de cualquiera de los partidos. Eso incluye permitir que las personas inscritas en un partido cambien de afiliación antes de las primarias de enero, siempre que lo hicieran antes de la fecha límite de octubre. El estado también permite el registro de votantes el mismo día.
Trump falsamente describió ese mecanismo como permitir que los “demócratas” voten en las primarias republicanas. Uno de sus allegados, el senador de Ohio J.D. Vance, fue más allá y afirmó, sin tener pruebas, que Haley estaba pidiendo a los “demócratas liberales” que “vinieran a este estado” desde Massachusetts y la apoyaran en las primarias del Partido Republicano.
Tal estrategia no sería posible porque los votantes que se registran el mismo día de las elecciones en el estado tienen que presentar un documento de identidad y prueba de residencia en Nueva Hampshire. Trump se contuvo de repetir las acusaciones de Vance el martes, aunque reiteró brevemente la afirmación infundada de que los demócratas votaron por Haley antes de centrarse en su victoria.
Posteriormente afirmó que ganó en 2020, reiterando sus falsedades sobre esas elecciones. También dijo que “ganó” en 2016, y no quedó claro si estaba repitiendo afirmaciones falsas anteriores acerca de ganar Nueva Hampshire en las elecciones generales de ese año, aunque las perdió.
Pese a su victoria general en 2016, Trump atribuyó las derrotas en varios estados y en el voto popular a un fraude que nunca se demostró. El comité que creó para buscar fraudes electorales se disolvió sin encontrar ninguno.
Trump también siguió utilizando el martes su retórica explosiva, a veces autoritaria, sobre sus rivales. Anteriormente había descrito a Biden como la verdadera amenaza para la democracia porque el Departamento de Justicia ha abierto procesos contra Trump por su intento de anular las elecciones de 2020 y por guardar ilegalmente documentos clasificados en su finca de Mar-a-Lago, en Florida. En Nueva Hampshire, Trump dijo que Biden y su administración eran “malvados”.
“Son muy malos en lo que hacen y muy malvados, y están destruyendo nuestro país”, dijo Trump.
Trump afirmó ante sus seguidores que, si pierde en noviembre, “creo que nuestro país está acabado”.
Steven Levitsky, profesor de Harvard y coautor de “How Democracies Die” (“Cómo mueren las democracias”), dijo que la negativa de Trump a admitir la derrota en las elecciones, combinada con la satanización del otro bando, es una táctica autoritaria de manual.
“Cuando convences a tus seguidores de que tus oponentes representan una amenaza existencial, legitimas, justificas medidas autoritarias”, dijo Levitsky. “Y eso es lo que hacen los autoritarios”.
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Riccardi informó desde Denver.
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