LA HAYA (AP) — En un caso que golpea el corazón de la identidad nacional de Israel, Sudáfrica acusó formalmente al país de cometer genocidio contra los palestinos y suplicó el jueves al máximo tribunal de la ONU que ordene el cese inmediato de las operaciones militares israelíes en Gaza.
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Israel, que fue fundado después del Holocausto, niega con vehemencia las acusaciones. Como señal de la seriedad con la que consideran el caso, los líderes israelíes han dado el inusual paso de defender ante el tribunal su reputación internacional. Israel a menudo boicotea los tribunales internacionales o las investigaciones de la ONU, diciendo que son injustas y sesgadas.
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Durante los argumentos iniciales ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ), abogados sudafricanos dijeron que la actual guerra en Gaza es parte de décadas de opresión israelí hacia los palestinos.
“Los genocidios nunca se declaran por adelantado, pero este tribunal tiene el beneficio de las últimas 13 semanas de evidencia que muestra de manera incontrovertible un patrón de conducta e intención relacionada que justifica como una afirmación plausible de actos genocidas”, dijo a los jueces la abogada sudafricana Adila Hassim en la sala repleta y ornamentada del Palacio de la Paz en La Haya, Holanda.
La audiencia de dos días es la versión pública de un caso histórico, uno de los más importantes que se escucha en un tribunal internacional y que llega al corazón de uno de los conflictos más difíciles del mundo.
Sudáfrica busca órdenes preliminares vinculantes para obligar a Israel a detener su campaña militar en Gaza, en la que han muerto más de 23.000 personas, según el Ministerio de Salud palestino.
“Nada detendrá el sufrimiento, excepto una orden de este tribunal”, afirmó Hassim.
Israel, sin embargo, dice que está luchando contra un enemigo feroz en la Franja de Gaza que llevó a cabo el ataque más mortífero en su territorio, matando a más de 1.200 personas, desde su creación en 1948. Israel dice que está siguiendo el derecho internacional y hace todo lo posible para evitar daños a los civiles. Culpa a Hamás por el elevado número de víctimas, afirmando que su enemigo se instala en zonas residenciales.
Sudáfrica hace oídos sordos a tales argumentos, insistiendo en que Israel cometió genocidio intencionalmente.
“La magnitud de la destrucción en Gaza, los ataques contra hogares familiares y civiles, el hecho de que la guerra sea contra los niños, dejan claro que la intención genocida se entiende y se ha puesto en práctica. La intención articulada es la destrucción de la vida palestina”, dijo el abogado Tembeka Ngcukaitobi.
“¿Qué Estado admitiría una intención genocida? Sin embargo, la característica distintiva de este caso no ha sido el silencio como tal, sino la reiteración y repetición del discurso genocida en todas las esferas del Estado de Israel”, dijo.
Antes del proceso, cientos de manifestantes proisraelíes marcharon cerca del tribunal con pancartas que decían “Tráiganlos a casa”, en referencia a los rehenes retenidos por Hamás desde que atacó a Israel el 7 de octubre.
Uno de los manifestantes israelíes frente al tribunal fue Michael Nevy, de 42 años, cuyo hermano fue secuestrado por el grupo armado palestino. “La gente habla de lo que Israel está haciendo, pero Hamás está cometiendo crímenes contra la humanidad todos los días”, afirmó.
En otra manifestación cercana, propalestinos ondeaban banderas que decían: “Fin del apartheid israelí, Palestina libre” y coreaban “Netanyahu criminal” y “¡Alto el fuego ahora!”.
La disputa ante el máximo tribunal de Naciones Unidas afecta al corazón de la identidad nacional israelí como estado judío creado tras el genocidio nazi en el Holocausto.
También implica a la identidad sudafricana: su partido en el gobierno, el Congreso Nacional Africano, compara desde hace tiempo la estrategia israelí en Gaza y Cisjordania con su propia historia durante el régimen del apartheid impuesto por la minoría blanca, que restringía a la mayoría de la población negra a zonas concretas hasta su final en 1994.
Aunque normalmente considera a las cortes internacionales y de Naciones Unidas como injustas y sesgadas, Israel ha enviado un fuerte equipo legal para defender la operación militar emprendida tras el ataque de Hamás y otros milicianos el 7 de octubre.
Sudáfrica intentó de inmediato llevar el caso más allá de los estrechos confines de la guerra actual entre Israel y Hamás.
“La violencia y la destrucción en Palestina e Israel no comenzó el 7 de octubre de 2023. Los palestinos han experimentado una opresión y violencia sistemática durante los últimos 76 años”, dijo el ministro de Justicia de Sudáfrica, Ronald Lamola.
Vusimuzi Madonsela, colíder de la delegación sudafricana, dijo que “desde un principio, Sudáfrica reconoce que los actos y omisiones genocidas del Estado de Israel inevitablemente forman parte de una sucesión de actos ilegales perpetrados contra el pueblo palestino desde 1948”, cuando Israel declaró su independencia.
El primer ministro israelí, Benjamin Netnayahu, publicó un comunicado en video el miércoles por la noche en el que defendía las acciones de su país e insistió en que no tenían nada que ver con el genocidio.
“Israel no tiene intención de ocupar Gaza de forma permanente ni desplazar a la población civil”, dijo. “Israel combate a terroristas de Hamás, no a la población palestina, y lo hacemos en pleno cumplimiento del derecho internacional”.
“El mundo está al revés: El Estado de Israel está siendo acusado de genocidio cuando lo que está haciendo es combatir el genocidio”, declaró Netanyahu. “La hipocresía de Sudáfrica llega hasta las nubes”.
Añadió que el ejército israelí “hace todo lo que puede para minimizar las bajas civiles, mientras que Hamás hace todo lo que puede por maximizarlas al utilizar a los civiles palestinos como escudos humanos”.
En la sesión de apertura en La Haya, Sudáfrica pidió a la corte que emitiera una orden interina para detener de inmediato las acciones militares israelíes. Es probable que cualquier decisión tome varias semanas.
“A menudo se mata juntos a madres, padres, niños, hermanos, abuelos, tías, primos. Su asesinato no es otra cosa que la destrucción de vida palestina. Se inflige de forma deliberada. Nadie se libra. Ni siquiera bebés recién nacidos”, dijo la abogada sudafricana Adila Hassim.
“Nada detendrá el sufrimiento salvo una orden de esta corte. Sin un indicio de medidas provisionales, las atrocidades continuarán, ya que las Fuerzas Israelíes de Defensa indican que pretenden seguir este rumbo durante al menos un año”, añadió.
Encontrar comida, agua, medicamentos y baños funcionales se ha convertido en una lucha diaria para los palestinos que viven en Gaza. El jefe humanitario de Naciones Unidas dijo la semana pasada que el territorio era “inhabitable” y dijo que “la gente enfrenta los niveles más altos de inseguridad alimentaria jamás registrados (y) la hambruna está a la vuelta de la esquina”.
Durante una visita a Tel Aviv el martes, el secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, dijo que el caso carece de bases.
“Es especialmente molesto, dado que los que están atacando a Israel —Hamás, Hezbollah, los hutíes, así como su valedor, Irán— siguen pidiendo la aniquilación de Israel y el asesinato masivo de judíos”, afirmó.
La corte mundial, que se pronuncia en disputas entre estados, nunca ha juzgado a un país como responsable de genocidio. Lo más cerca que estuvo fue en 2007, cuando determinó que Serbia “violó la obligación de prevenir el genocidio” en la masacre de julio de 1995, cuando fuerzas serbobosnias masacraron a más de 8.000 hombres y niños musulmanes en el enclave bosnio de Srebrenica.
El caso gira en torno a la convención contra el genocidio redactada en 1948 tras la Segunda Guerra Mundial y el asesinato de 6 millones de judíos en el Holocausto. Tanto Israel como Sudáfrica son firmantes del documento.
Israel volverá a la CIJ el mes que viene, cuando comienzan las vistas sobre una solicitud de la ONU de que el tribunal emita una opinión no vinculante sobre la legalidad de las políticas israelíes en Cisjordania y Jerusalén Este.
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Casert informó desde Bruselas; Gerald Imray en Ciudad del Cabo, Tia Goldenberg en Tel Aviv y Aleksandar Furtula en La Haya.