MADRID, 13 (EUROPA PRESS)
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Así lo publican en la revista 'Frontiers in Earth Science'.
Un escape a gran escala podría crear un ciclo de calentamiento que dispararía las emisiones de metano: el calentamiento descongela el permafrost, provocando un mayor escape de gas, lo que permite que se descongele más permafrost y se libere más gas. Dado que la historia geológica y glaciar de Svalbard es muy similar a la del resto de la región ártica, es probable que estos depósitos migratorios de metano estén presentes en otros lugares del Ártico.
"El metano es un potente gas de efecto invernadero --afirma en un comunicado el doctor Thomas Birchall, del Centro Universitario de Svalbard y autor principal del estudio--. En la actualidad, la fuga por debajo del permafrost es muy baja, pero factores como el retroceso de los glaciares y el deshielo del permafrost pueden 'levantar la tapa' en el futuro".
El permafrost, suelo que permanece por debajo de los cero grados centígrados durante dos años o más, está muy extendido en Svalbard. Sin embargo, no es uniforme ni continuo. El oeste de Svalbard es más cálido debido a las corrientes oceánicas, por lo que el permafrost tiende a ser más fino y potencialmente más irregular.
El permafrost de las tierras altas es más seco y permeable, mientras que el de las tierras bajas está más saturado de hielo. Las rocas subyacentes suelen ser fuentes de combustibles fósiles, que liberan metano que queda sellado por el permafrost. Sin embargo, incluso cuando el permafrost es continuo, algunos accidentes geográficos pueden permitir la salida del gas.
La base del permafrost es difícil de estudiar debido a su inaccesibilidad. Sin embargo, a lo largo de los años, las empresas que buscan combustibles fósiles han perforado muchos pozos en el permafrost. Los investigadores utilizaron datos históricos de pozos comerciales y de investigación para cartografiar el permafrost en Svalbard e identificar las acumulaciones de gas del permafrost.
"Kim, mi supervisora, y yo examinamos muchos de los datos históricos de los pozos de Svalbard --recuerda Birchall--, y Kim se dio cuenta de que había un tema recurrente: las acumulaciones de gas en la base del permafrost".
Las mediciones iniciales de temperatura suelen verse comprometidas por el calentamiento del lodo de perforación para evitar la congelación del pozo. Sin embargo, la observación de la tendencia de las mediciones de temperatura y el seguimiento de las perforaciones a largo plazo permitieron a los científicos identificar el permafrost.
También buscaron la formación de hielo en el interior del pozo, cambios en los recortes de perforación producidos al perforar el pozo y cambios en las mediciones de gas de fondo.
Los monitores identificaron entradas de gas en el pozo, lo que indicaba acumulaciones bajo el permafrost, y mediciones de presión anormales que mostraban que el permafrost helado actuaba como sello. En otros casos, incluso cuando el permafrost y la geología subyacente eran adecuados para atrapar gas, y las rocas eran fuentes conocidas de hidrocarburos, no había gas, lo que sugería que el gas producido ya había migrado.
Los científicos subrayaron que las acumulaciones de gas eran mucho más frecuentes de lo esperado. De los 18 pozos de exploración de hidrocarburos perforados en Svalbard, ocho mostraron indicios de permafrost y la mitad de ellos dieron con acumulaciones de gas.
"Todos los pozos que dieron con acumulaciones de gas lo hicieron por casualidad; en cambio, los pozos de exploración de hidrocarburos dirigidos específicamente a acumulaciones en entornos más típicos tuvieron un porcentaje de éxito muy inferior al 50%", explica Birchall.
"Estas cosas parecen ser habituales --prosigue--. Un ejemplo anecdótico es el de un pozo perforado recientemente cerca del aeropuerto de Longyearbyen. Los perforadores oyeron un sonido burbujeante procedente del pozo, así que decidimos echar un vistazo, armados con alarmas rudimentarias diseñadas para detectar niveles explosivos de metano, que se dispararon inmediatamente cuando las sostuvimos sobre el pozo".
Los expertos han demostrado que la capa activa de permafrost -los uno o dos metros superiores que se descongelan y se vuelven a congelar estacionalmente- se está expandiendo con el calentamiento del clima. Sin embargo, se sabe menos sobre cómo cambia el permafrost más profundo, si es que cambia.
Para entenderlo, hay que comprender el flujo de fluidos bajo el permafrost. Si el permafrost congelado de forma constante se vuelve más fino y desigual, el metano podría migrar y escapar con mayor facilidad, lo que podría acelerar el calentamiento global y agravar la crisis climática.