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Gala de La Scala da a la ópera italiana reconocimiento como patrimonio de la humanidad

MILÁN (AP) — El reconocimiento de la ópera lírica italiana como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad fue exaltado el jueves con el estreno de la temporada en La Scala de “Don Carlo” de Verdi, donde parte del drama se extendió más allá del escenario con un par de gritos antifascistas antes de que se levantara el telón.

La rockera estadounidense Patti Smith y el director español Pedro Almodóvar se unieron a una audiencia compuesta en su mayoría por celebridades italianas que colmaron la producción de cuatro horas con 13 minutos de aplausos junto con rosas y claveles. Los veteranos de las premieres de La Scala, Anna Netrebko como Elisabeth de Valois y el barítono italiano Luca Salsi, tuvieron la mayor acogida.

“Esta es la velada de ópera más importante del mundo”, dijo entre bastidores Salsi, que tuvo su quinto estreno en La Scala. “Todos somos colegas, amigos. Creo que viste esta complicidad en el escenario”.

“Don Carlo” toca temas candentes sobre el poder y la opresión, pero más allá del drama en escena, un debate latente sobre el fracaso de Italia para lidiar con su pasado fascista se extendió a la noche de gala con protestas contra el ocupante del asiento de honor institucional, quien el jueves fue un político de extrema derecha y actual presidente del Senado, en ausencia del presidente de Italia.

Un grito de “no al fascismo” se elevó desde las gradas superiores de los palcos de La Scala antes del himno, seguido de uno de “Viva la Italia antifascista”. Los sindicatos de La Scala habían protestado incluso antes de la función con un comunicado en el que decían: “Los fascistas no son bienvenidos en el Teatro alla Scala”.

El presidente del Senado, Ignazio La Russa, cofundador del partido de extrema derecha de la primera ministra Giorgia Meloni, quien según los sindicatos no ha condenado el pasado fascista de Italia, se sentó en la primera fila del adornado palco real con el alcalde de Milán Giuseppe Sala, un político de izquierda que invitó deliberadamente a Liliana Segre, de 93 años, senadora vitalicia y sobreviviente del Holocausto, para que lo acompañara.

Segre, que recibió un cálido aplauso del público antes de que se levantara el telón, reconoció el debate en el palco real a su llegada, diciendo: “es bueno que todos quieran sentarse a mi lado”, y recordó a los periodistas que ha adquirido boletos para la temporada de La Scala por años.

La Russa dijo a los periodistas que no escuchó los gritos.

La Scala se afirmó como una fuerza antifascista durante el régimen del dictador italiano Benito Mussolini. El famoso director de orquesta Arturo Toscanini se negó a tocar el himno del partido fascista en el teatro o en cualquier otro lugar, lo que le valió una paliza de los Camisas Negras de Mussolini. Después de la Segunda Guerra Mundial, Toscanini rápidamente volvió a contratar al director coral Vittore Veneziani, quien se vio obligado a dejar su trabajo por las leyes raciales antisemitas de Italia en 1938.

El inicio de la temporada 2023-24 sirvió como una celebración nacional no oficial de la incorporación de la ópera lírica italiana en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco). La organización reconoció el miércoles la importancia global de esta forma de arte de 400 años de antigüedad que combina música, vestuario y dirección escénica.

El director general de La Scala, Dominique Meyer, dijo al público antes de la función que la ópera italiana había ayudado a que “la lengua italiana fuera conocida y amada en todo el mundo”.

Riccardo Chailly, director musical de la ópera, dirigió “Don Carlo”, que gira en torno a la dinámica de poder entre el rey de España y su hijo, Don Carlo, quienes están atrapados en un triángulo amoroso y tienen puntos de vista opuestos sobre la opresión a las colonias del imperio español.

Lluis Pasqual, el director de escena, dijo que el enfoque de Don Carlo en el nacionalismo y la religión sigue siendo actual mientras persiste el sufrimiento en el Medio Oriente.

“Uno se siente tentado a decir: ‘¿Qué importancia tiene que la soprano esté un metro más a la izquierda o a la derecha?’. Ninguna en comparación con lo que está sucediendo en el mundo”, dijo Pasqual, quien es español. “La única manera de reaccionar, nosotros que no podemos hacer nada para mejorar la situación, al menos yo no, es hacer nuestro trabajo de la mejor manera posible”.

El estreno de la temporada de La Scala es uno de los principales eventos culturales de Europa, ya que reúne a destacadas figuras artísticas, políticas y empresariales cerca de la fecha en la que la ciudad celebra a su santo patrón San Ambrosio. Como tal, es a menudo blanco de protestas, lo que lleva al acordonamiento del centro de Milán.

Otras protestas más silenciosas lograron entrar a la sala. Algunas asistentes llevaban zapatos rojos y hacían tintinear sus llaves como parte de las crecientes protestas para poner fin a la violencia contra las mujeres tras el asesinato el mes pasado de una estudiante de 22 años al norte de Venecia. El tenor iraní, Ramtin Ghazavi, que canta en el coro de La Scala, caminó por la alfombra roja con una camiseta que decía: Mujeres, Vida, Libertad, en apoyo a las mujeres que protestan en su país natal.

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