LA PAZ, Bolivia (AP) — La petrolera estatal boliviana despachó el miércoles un mayor volumen de combustible subvencionado para garantizar el abastecimiento días después de que el presidente Luis Arce reconoció que la importación representa un costo “descomunal” para el Estado.
“Pedimos a la población calma, estamos garantizando el combustible, no hagan filas innecesarias”, dijo a medios locales, Félix Cruz, gerente de Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB). En la nación andina el combustible esta subsidiado por el Estado desde hace más de 16 años.
En los últimos días hubo filas de camiones y automóviles en las estaciones de servicio. Cruz explicó que se trató de una presunta “especulación” y que se está volviendo a la normalidad, sin embargo, los dirigentes del transporte pesado se han quejado desde hace varias semanas por la falta de diésel.
El lunes el presidente Arce expresó que el precio que se está pagando por la importación de combustible es “descomunal” producto de la guerra entre Rusia y Ucrania y el conflicto en Medio Oriente.
“Bolivia importa un combustible caro y lo vende barato. Estamos entrando a un agujero negro”, aseguró Álvaro Ríos, exministro de Hidrocarburos. “¿Cuánto más puede soportar un Estado?,” se preguntó y afirmó que se necesita un cambio que tardaría por lo menos 10 años.
De acuerdo con información del vicepresidente de administración, contratos y fiscalización de la petrolera estatal, Enzo Michel, en 2022 la subvención fue de aproximadamente 1.700 millones de dólares.
Año a año ha aumentado la subvención junto con el parque automotor, los automóviles ilegales y el contrabando de combustible a países vecinos como Argentina, Perú, Chile y Brasil, donde el precio es más del doble.
El costo se ha sentido más desde que el país sufrió una caída en la producción de gas, que fue el puntal de la economía de Bolivia en los últimos 10 años.