MADRID, 21 (EUROPA PRESS)
En su estudio, publicado en la revista 'Nature Communications', un grupo liderado por la Universidad de Otago analizó los cambios mensuales y diarios del ozono, en diferentes altitudes y latitudes dentro del agujero de ozono antártico, desde 2004 hasta 2022.
La autora principal, Hannah Kessenich, candidata al doctorado en el Departamento de Física, afirma que descubrieron que hay mucho menos ozono en el centro del agujero de ozono que hace 19 años.
"Esto significa que el agujero no sólo es mayor en superficie, sino también más profundo en la mayor parte de la primavera --explica--. Establecimos conexiones entre este descenso del ozono y los cambios en el aire que llega al vórtice polar sobre la Antártida. Esto revela que los recientes y grandes agujeros de ozono pueden no estar causados sólo por los CFC".
Aunque el Protocolo de Montreal relativo a las sustancias que agotan la capa de ozono, en vigor desde 1987, regula la producción y el consumo de sustancias químicas artificiales de las que se sabe que agotan el ozono, los investigadores creen que hay otros factores complejos que también contribuyen al agujero de ozono.
"La mayoría de las comunicaciones importantes sobre la capa de ozono de los últimos años han dado al público la impresión de que el 'problema del ozono' se ha resuelto --señala--. Aunque el Protocolo de Montreal ha mejorado enormemente nuestra situación con los CFC que destruyen el ozono, el agujero ha sido uno de los mayores registrados en los últimos tres años, y en dos de los cinco años anteriores".
Aunque el análisis finalizó con datos de 2022, actuamente el agujero de ozono de 2023 ya ha superado el tamaño de los tres años anteriores. "A finales del mes pasado superaba los 26 millones de km2, casi el doble de la superficie de la Antártida", adviere.
Kessenich cree que comprender la variabilidad del ozono es importante por el importante papel que desempeña en el clima del hemisferio sur.
"Todos conocemos los recientes incendios forestales y ciclones en Australia y Nueva Zelanda, y el agujero de ozono antártico forma parte de este panorama --comenta--. Aunque independiente del impacto de los gases de efecto invernadero sobre el clima, el agujero de ozono interactúa con el delicado equilibrio de la atmósfera".
Recuerda que, "dado que el ozono suele absorber la luz ultravioleta, un agujero en la capa de ozono no sólo puede provocar niveles extremos de radiación ultravioleta en la superficie de la Antártida, sino que también puede afectar drásticamente al lugar de la atmósfera donde se almacena el calor".
"Los efectos descendentes incluyen cambios en los patrones de viento del Hemisferio Sur y en el clima de la superficie, lo que puede repercutir en nosotros a nivel local", añade.
Sin embargo, se apresura a disipar los temores sobre los rayos UV extremos. "Los neozelandeses no deben preocuparse por aplicarse protección solar adicional este año, ya que el agujero de ozono antártico no suele estar abierto sobre Nueva Zelanda, sino que se encuentra en su mayor parte directamente sobre la Antártida y el Polo Sur", concluye.