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La confianza inicial de Biden sobre Israel da paso a las complejidades y bajas de una guerra brutal

WASHINGTON (AP) — En los primeros días y horas después del horrendo ataque de Hamás contra civiles israelíes el 7 de octubre, el presidente Joe Biden hizo declaraciones contundentes y expresó un apoyo incondicional a un viejo aliado de Estados Unidos.

Ahora, un mes después, ese respaldo inequívoco ha dado paso a las complejidades y a la asoladora cantidad de víctimas de la guerra, y el gobierno de Biden le implora a Israel que refrene algunas de sus tácticas para aliviar el sufrimiento de los civiles en Gaza.

A medida que la condena al conflicto ha ido en aumento en todo el mundo, y ha avivado percepción anti-israelí, el mandatario también se enfrenta a los límites de la capacidad de Estados Unidos para influir en el resultado —no solo de la guerra, sino de lo que viene después.

“No hay regreso al statu quo tal como era el 6 de octubre”, dijo Biden tres semanas después del ataque. Pero incluso si Israel logra incapacitar o erradicar a Hamás, también habrá la necesidad de un cambio en Washington, donde dos gobiernos federales sucesivos han intentado gestionar el conflicto en Oriente Medio y donde ha faltado voluntad política para encontrar formas de ponerle un fin.

Y, no obstante, el camino a seguir es, en el mejor de los casos, incierto. “No es del nada claro si habrá un ‘nuevo amanecer’”, dijo Shibley Telhami, profesor Anwar Sadat para la Paz y el Desarrollo en la Universidad de Maryland. Señaló que esto podría ser “un período prolongado de violencia en una escala diferente durante muchos, muchos meses o años por venir”.

“Pero si hay algo posible, no pueden simplemente poner un plan sobre la mesa”, agregó. “Tienen que adoptar nuevas posturas estadounidenses propias, que sean transformadoras, que sean diferentes, que sean como algo que no hayamos visto”.

Telhami dijo que después de su firme apoyo a Israel, Biden necesitaría tomar medidas igualmente drásticas para garantizar la aceptación de los palestinos para lograr una resolución política al conflicto, comenzando por controlar los asentamientos israelíes en Cisjordania que los palestinos consideran que son una violación a su futuro Estado.

En las últimas semanas, funcionarios estadounidenses han mantenido discusiones internas y conversaciones con aliados sobre la gobernanza post-Hamás en Gaza, y han resucitado las conversaciones sobre trabajar hacia la solución de dos Estados —cómo le expresó Biden el domingo al jeque Tamim bin Hamad Al Thani, emir de Qatar— un “futuro Estado palestino donde israelíes y palestinos puedan vivir uno al lado del otro con iguales medidas de estabilidad y dignidad”.

No obstante, ha habido pocos avances sobre cómo llegar a eso, y algunos miembros del gobierno de Biden están cada vez más preocupados de que el creciente número de muertos en Gaza haga que ese objetivo sea aún más difícil.

El secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, quien la semana pasada pareció criticar a Israel por no hacer lo suficiente para minimizar el daño a los civiles, entre quienes Israel dice que Hamás se refugia, ha pedido un retorno a una gobernanza palestina unificada en Cisjordania y Gaza bajo la asediada Autoridad Palestina. El grupo, reconocido internacionalmente, perdió el control de Gaza a manos de Hamás en 2007, y su propia población lo ve con escepticismo debido a las percepciones de cooperación con Israel.

Jake Sullivan, asesor de seguridad nacional de Biden, fue más lejos el domingo y expuso una visión de lo que Estados Unidos considera como un camino a seguir, pero uno que todavía no cuenta con la aceptación de los países clave de la región.

En una entrevista para el programa “Face the Nation” de la cadena CBS, Sullivan dijo que “los principios básicos del camino a seguir son sencillos”. Ese camino, explicó, no incluye “la reocupación de Gaza, ningún desplazamiento forzoso de los palestinos. Gaza nunca podrá ser utilizada como base para el terrorismo en el futuro y el territorio de Gaza no debería reducirse”.

La Autoridad Palestina ha rechazado abiertamente esa idea. “No vamos a ir a Gaza en un tanque militar israelí”, dijo recientemente el primer ministro Mohammad Shtayyeh en declaraciones a la cadena PBS.

“La Autoridad Palestina dice que no quiere asumir la tarea que impulsa el gobierno de Biden a menos que obtenga algún tipo de compromiso real para una importante iniciativa diplomática que conduzca a un resultado de dos Estados”, declaró Nathan Brown, profesor de Ciencias Políticas y Asuntos Internacionales en la Universidad George Washington.

Dentro del Partido Demócrata también hay signos claros de discordia. Casi la mitad de los demócratas desaprueba la manera en que Biden maneja el conflicto entre Israel y Hamas, según una nueva encuesta de The Associated Press-NORC Center for Public Affairs Research (The Associated Press-Centro NORC para la Investigación de Asuntos Públicos), que muestra una profunda división dentro de su partido respecto a la guerra.

Hasta el momento no hay consenso en el Congreso sobre la propuesta de Biden de aprobar un paquete de ayuda que incluya asistencia para Israel, Ucrania y Taiwán, y fondos adicionales para abordar problemas en la frontera sur de Estados Unidos.

También hay crecientes muestras de división entre las posturas de Estados Unidos e Israel sobre el objetivo final de la guerra: el primer ministro Benjamín Netanyahu insiste en que Israel mantendrá el control de seguridad sobre Gaza a largo plazo, una plan que la Casa Blanca ha rechazado, y descarta alternativas como una fuerza de vigilancia internacional.

“La única fuerza en este momento que puede garantizar que Hamás, que el terrorismo no sea —no reaparezca y se apodere de Gaza otra vez— es el ejército israelí”, dijo Netanyahu en el programa “Meet the Press” de la cadena NBC. “Así que, en general, la responsabilidad militar tendrá que recaer en Israel”.

Y en una entrevista con el programa “State of the Union” de CNN, Netanyahu pareció descartar devolver Gaza a la Autoridad Palestina al manifestar que cualquier grupo que asuma el poder debe “desmilitarizar” y “desradicalizar a Gaza”.

“Tiene que haber una autoridad civil reconstruida”, agregó sobre la Autoridad Palestina. “Tiene que haber otra cosa”.

Más de 1.200 israelíes, en su mayoría civiles, fueron asesinados cuando los combatientes de Hamás lanzaron un ataque sorpresa contra las comunidades fronterizas israelíes, en lo que se convirtió en el día más mortífero para los judíos desde el Holocausto. Casi 240 —incluidos niños y ancianos— permanecen secuestrados en Gaza, aseguran funcionarios israelíes. La guerra de Israel para “destruir” a Hamás en Gaza ha matado a más de 11.000 personas, dice el Ministerio de Salud de la Gaza gobernada por Hamás, aunque no diferencia entre civiles y combatientes. Estados Unidos cree que entre los muertos hay miles de mujeres y menores de edad.

Hasta el ataque de Hamás, el gobierno de Biden había relegado en gran medida a la región a un segundo plano, enfocándose primero en un giro hacia Asia y luego en responder a la invasión rusa de Ucrania. Ahora, Biden enfrenta un desafío que ha dividido su apoyo político en casa y la unidad de los aliados de Estados Unidos en el extranjero.

“Claramente, Israel tiene la capacidad militar para eliminar a Hamás”, dijo el presidente de la Comisión de Inteligencia del Senado, el senador demócrata Mark Warner, en declaraciones al programa “Fox News Sunday”. “Pero esta es también una batalla entre lo emotivo y lo intelectual — en términos de mantener el apoyo a Israel en este país, en el mundo y en la región”.

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