ROMA, 10 (EUROPA PRESS)
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"La paz no se construye con armas, sino mediante la escucha paciente, el diálogo y la cooperación, que siguen siendo los únicos medios dignos de la persona humana para resolver las diferencias. El Santo Padre desea reiterar el llamamiento incesante de la Santa Sede a silenciar las armas, a repensar la producción y el comercio de estos instrumentos de muerte y destrucción y a seguir decididamente el camino del desarme gradual pero completo, para que la las razones a favor de la paz finalmente puedan escucharse alto y claro", subraya.
Según señala Parolin en el mensaje, el Papa espera que este encuentro de París, cuyo objetivo es fortalecer el diálogo entre todos los continentes para promover la cooperación y el diálogo internacional, "pueda contribuir a construir un mundo más justo, unido y pacífico" en medio de "un contexto global extremadamente doloroso".
"Mientras observamos impotentes cómo se multiplican los conflictos armados, trayendo consigo sufrimiento, injusticia y daños --algunos de ellos irreversibles-- a nuestra casa común, el Papa quiere que este Foro sea un signo de esperanza", precisa.
En concreto, el Pontífice espera que los compromisos adquiridos "fomenten un diálogo sincero, basado en la escucha de los gritos de todos aquellos que sufren a causa del terrorismo, de la violencia en general y de las guerras", los cuales, según advierte "sólo benefician a determinados grupos al alimentar intereses particulares, lamentablemente a menudo disfrazados de intenciones nobles".
Según se puede leer en el mensaje, la consolidación de la paz es "un proceso lento y paciente que requiere el coraje y el compromiso práctico" de todos. "La paz duradera se construye día a día, mediante el reconocimiento, el respeto y la promoción de la dignidad de la persona humana y de sus derechos fundamentales, entre los que la Santa Sede reconoce en particular el derecho humano a la paz, que es condición para el ejercicio de la todos los demás derechos humanos", añade.
Precisamente, advierte de que, con motivo del 75 aniversario de la adopción de la Declaración Universal de Derechos Humanos, todavía persiste "para millones de personas" en el mundo una "brecha" entre los compromisos asumidos el 10 de diciembre de 1948 y la realidad, que hay que solucionar "con gran urgencia".
"¿Cuántas personas, incluidos los niños, se ven privadas del derecho fundamental y primario a la vida y a la integridad física y mental como resultado de las hostilidades entre diferentes grupos o diferentes países? ¿Cuántas personas se ven privadas de los derechos más básicos como consecuencia de los conflictos, como el derecho al agua potable y a una alimentación sana, pero también el derecho a la libertad de religión, a la salud, a una vivienda digna, a una educación de calidad y a un trabajo digno? ¿Cuántos niños se ven obligados a participar, directa o indirectamente, en combates y a soportar las cicatrices físicas, psicológicas y espirituales por el resto de sus vidas?", se pregunta.
Así, aunque reafirma "el derecho inalienable a la legítima defensa", insiste en que "la guerra es siempre una derrota de la humanidad". "Ninguna guerra vale la pérdida de la vida de un solo ser humano, un ser sagrado creado a imagen y semejanza del Creador; ninguna guerra merece el envenenamiento de nuestra casa común; y ninguna guerra merece la desesperación de quienes se ven obligados a abandonar su patria y se ven privados, de un momento a otro, de su hogar y de todos los vínculos familiares, de amistad, sociales y culturales que se han construido, a veces a lo largo de generaciones", zanja.