LEWISTON, Maine, EE.UU. (AP) — El presidente Joe Biden y la primera dama Jill Biden guardaron un minuto de silencio y colocaron un ramo de flores blancas el viernes en un monumento improvisado frente al Schemengees Bar and Grille, uno de los escenarios del peor tiroteo masivo en el estado de Maine.
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Luego, Biden se inclinó para abrazar a Kathy Lebel, propietaria del bar donde ocho personas fueron asesinadas el 25 de octubre. Siete más murieron en la cercana bolera Just-In-Time Recreation y otras tres en hospitales.
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Biden fue a Lewiston para hacer lo que los presidentes hacen en estos momentos de horror y dolor: brindar consuelo a las familias de las víctimas y mostrar apoyo a una comunidad que se tambalea. Es un viaje que se ha vuelto demasiado familiar, a pesar de una ley bipartidista sobre seguridad de armas aprobada el año pasado después de otro tiroteo masivo, y a pesar de una serie de órdenes ejecutivas del presidente destinadas a frenar la violencia armada.
“Jill y yo hemos hecho demasiados de estos”, dijo Biden afuera de la bolera, de pie frente policías, paramédicos y otras personas que respondieron a los tiroteos. “Jill y yo estamos aquí, aunque en nombre del pueblo estadounidense para asegurarnos de que saben que no están solos”.
Además de los muertos, 13 personas resultaron heridas en los tiroteos. Robert Card, un instructor de armas de fuego de 40 años que efectuó los disparos, fue encontrado muerto por una aparente herida de bala autoinfligida después de los asesinatos, luego de una búsqueda de un día.
Las autoridades dijeron esta semana que la familia de Card había planteado sus preocupaciones sobre el deterioro de su salud mental a la policía local cinco meses antes del ataque mortal. Él también se sometió a una evaluación de salud mental después de que comenzó a comportarse de manera errática en un centro de entrenamiento el verano pasado.
El viernes había carteles por toda la ciudad que decían “Arreglen el sistema de salud mental” y simplemente “Sé amable”. Dentro de la escuela primaria de la localidad había notas en los pasillos hechas por estudiantes que decían: “Lewiston fuerte” y “ESTÁS a salvo”.
El presidente demócrata ha dicho que está decidido a luchar contra la violencia armada en Estados Unidos, y el tema forma una parte muy importante en su campaña por la reelección. Creó la primera oficina de prevención de la violencia armada en la Casa Blanca, encargada de encontrar soluciones e implementar plenamente la histórica legislación sobre seguridad en el uso de armas promulgada el año pasado. Uno de los funcionarios que encabezan la oficina estuvo en Maine esta semana ayudando a coordinar la respuesta federal. Biden también ha presionado para que se prohíban las armas de asalto.
“Esto es acerca del sentido común”, declaró el viernes. “Medidas razonables y responsables para proteger a nuestros niños, nuestras familias, nuestras comunidades. Porque, sin importar nuestras opiniones políticas, esto es acerca de proteger nuestra libertad para acudir a una bolera, a un restaurante, a una escuela, a la iglesia, sin ser baleados y asesinados”.
El presidente ha visitado muchas otras comunidades marcadas por tiroteos masivos. Ha estado en Buffalo, Nueva York; Uvalde, Texas, y Monterey Park, California, en el último año.
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Long informó desde Washington y David Sharp desde Portland, Maine.