ACAPULCO, México (AP) — La maltrecha costa pacífica mexicana recibió más ayuda el sábado mientras subía la cifra de muertos por el huracán Otis, conforme los rescatistas recuperaban más cuerpos del puerto de Acapulco, bajo los árboles y otros objetos arrastrados por la tormenta.
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El presidente, Andrés Manual López Obrador, dijo que sus rivales intentaban exagerar los daños con fines políticos, pero pocos esperaban que la cifra más reciente de 39 fallecidos fuera definitiva. Cientos de familias seguían esperando noticias de sus seres queridos.
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Otis llegó a tierra el miércoles con vientos devastadores de 277 kilómetros por hora (165 millas por hora) tras fortalecerse tan rápido que la gente tuvo poco tiempo para prepararse.
Kristian Vera estaba el sábado en una playa de Acapulco mirando docenas de barcos hundidos, entre ellos tres suyos, en medio de la desolación que ahora impera en ese puerto turístico.
A pesar de haber perdido su medio de sustento, esta pescadora de 44 años se sentía afortunada. La mujer contempló cómo sacaban un cadáver del agua y cómo las familias iban y venían en busca de sus seres queridos.
Las autoridades mexicanas elevaron el sábado a 39 muertos y 10 desaparecidos el número oficial de víctimas. Pero Vera y otras personas estiman que esa cifra probablemente aumentará, en parte debido al número de personas que salieron en botes en lo que había comenzado como una tormenta tropical y que se convirtió en un huracán de categoría 5 en apenas 12 horas.
Vera se turnó con otras cuatro personas para salir nadando y tratar de sacar sus embarcaciones hundidas de las aguas poco profundas del puerto.
Apoyada en un pequeño bote pesquero de madera como el suyo, volcado sobre un costado de la playa repleta de basura y árboles caídos, Vera relató que muchas de las personas que murieron eran pescadores que cuidaban sus embarcaciones o capitanes de yates a los que sus propietarios les habían pedido que se asegurasen de que los barcos estuvieran bien cuando el huracán aún era una tormenta tropical.
“Esa noche yo estaba preocupada porque de eso vivo yo, es como mantengo a mis niños. Pero cuando me di cuenta que era fuerte el viento, dije: yo mañana no voy a tener un barco, pero si Dios quiere amanezca Acapulco mañana”.
Más temprano, la secretaria de Seguridad y Protección Ciudadana, Rosa Icela Rodríguez, indicó que la probable causa de la muerte de las 39 personas fue “asfixia por sumersión”, aunque admitió que aún continúan las investigaciones y precisó que las víctimas no han podido ser identificadas.
La nueva cifra de muertos supuso un aumento de 12 respecto al recuento inicial de 27 anunciado el jueves. El número de víctimas del huracán se ha convertido en un tema de controversia, ya que algunos medios locales informaron de la recuperación de más cadáveres. Rodríguez también elevó a 10 el número de desaparecidos.
En Acapulco, voluntarios y empleados del gobierno despejaban calles, las filas de espera para conseguir el poco combustible disponible daban la vuelta a la cuadra y algunas familias afortunadas encontraron alimentos básicos al tiempo que una operación de ayuda más organizaba empezaba a cobrar forma, cuatro días después del impacto de la tormenta.
Militares y voluntarios trabajaban a lo largo de la principal zona turística de Acapulco cortando palmeras caídas y retirando avisos metálicos destruidos. La señal de telefonía móvil se recuperó parcialmente cerca de algunos de los hoteles más lujosos de la ciudad, y las autoridades colocaron una estación de recarga de energía para celulares.
Pero los habitantes de barrios de la periferia de la ciudad seguían sumidos en el caos. La presencia gubernamental que había en el centro turístico no era visible en otros vecindarios. Sin señal de telefonía móvil, sin agua ni comida, familias y adultos mayores caminaban a duras penas, con el barro hasta los pies, entre calles inundadas para llegar a los grandes almacenes que alguien había encontrado llenos de alimentos y agua. Salían cargados de bolsas de comida y bebidas.
La ayuda ha tardado en llegar. La destrucción del huracán categoría 5 dejó aislada a la ciudad de casi un millón de habitantes durante el primer día, y como el meteoro ganó fuerza tan rápido el martes no había prácticamente preparativos para el desastre.
Las autoridades tenían por delante la difícil tarea de buscar a los muertos y desaparecidos.
Un militar que no quiso dar su nombre porque no estaba autorizado a informar a los medios dijo que los equipos de búsqueda en su zona habían encontrado al menos seis cuerpos y que su propia unidad había encontrado uno. Era difícil localizar los cadáveres porque a menudo estaban cubiertos de árboles y otros escombros, dijo.
La mayoría de las familias buscaba agua con desesperación y algunos dijeron que se estaban racionando los suministros. El sistema municipal de agua estaba fuera de servicio porque sus bombas no tenían electricidad.
Las autoridades dijeron que la presencia militar alcanzaría los 15.000 efectivos en la zona, y López Obrador pidió a las fuerzas armadas que habilitaran puntos de control en la ciudad para evitar robos.
El presidente dijo que según la compañía eléctrica nacional se había restablecido el suministro al 55% de los clientes en la zona afectada, pero que más de 200.000 hogares y negocios seguían sin electricidad.
La Coordinación Nacional de Protección Civil informó el sábado de más de 220.000 viviendas afectadas, añadió.
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La periodista de Associated Press Fabiola Sánchez en Ciudad de México contribuyó a este despacho.