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Desesperados habitantes bloquean vías en Acapulco para exigir la ayuda que les ofreció el gobierno

Un niño, en la entrada de su casa, dañada por el paso del devastador huracán Otis por la ciudad de Acapulco, México, el 26 de octubre de 2023. (AP Foto/Marco Ugarte) AP (Marco Ugarte/AP)

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ACAPULCO, México (AP) — La paciencia de los desesperados habitantes de Acapulco se agotó el viernes cuando empezaron a bloquear las únicas entradas al centro de la ciudad turística para exigir al gobierno la entrega de alimentos y agua tres días después de que el huracán Otis golpeara la localidad dejando 27 muertos y a miles de personas sin acceso a productos de primera necesidad.

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Las protestas coincidieron con los anuncios de las autoridades mexicanas sobre el arribo al estado sureño de Guerrero de miles de paquetes de alimentos, agua e insumos, que muchos residentes de la zona aseguran que no han visto aún.

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Aunque las autoridades permitieron a los pobladores tomar lo que necesitaran de las tiendas de la ciudad, los habitantes de las zonas rurales a las afueras de Acapulco se quejaron de que sus casas estaban destrozadas y que no tenían acceso a víveres.

Otis llegó a las costas de Acapulco a primeras horas del miércoles con vientos de 270 kilómetros por hora devastando por igual hoteles de gran altura y humildes viviendas en una ciudad de un millón de habitantes. Ocasionó inundaciones y deslaves que obstruyeron carreteras estatales y la principal autopista de acceso a localidad estuvo cerrada por un día.

Numerosos habitantes de empobrecidos poblados de la periferia de la ciudad, como Metlapil, se concentraron el viernes en una de las dos únicas carreteras que conducen al centro turístico. Agitando pancartas y extendiendo los brazos, exigieron desesperadamente la entrega de agua, leche, pañales y medicinas.

“Si no atienden a Metlapil y los demás poblados, vamos a tener que hacer paro”, afirmó Esteban Domínguez Bacilio, de 19 años. El joven explicó que estaban desesperados “porque a nuestras casas les cayeron árboles; nuestros niños necesitan comer, no tenemos nada” y se quejó de que “ninguna autoridad ha venido”.

Las comunidades rurales están formadas por unas pocas docenas de modestas casas de madera y techos de láminas de zinc situadas entre cocoteros.

Más adelante, docenas de enfurecidos habitantes del poblado de Lucio Cabañas, en las afueras de Acapulco, cumplieron la amenaza de bloquear la carretera.

Empujaron a elementos de la Guardia Nacional en una estación de peaje y se apostaron en medio de la vía con carteles en los que se leía “necesitamos ayuda”.

Juan Andrés Guerrero, líder de la protesta, también se quejó de la falta de agua, comida y electricidad en su comunidad y aseguró que las autoridades los habían olvidado.

Los residentes bloquearon brevemente el tráfico hasta que los guardias nacionales les convencieron para que dejaran pasar algunos automóviles y unidades de emergencia a cambio de una promesa de ayuda.

Ante el caos que reina en Acapulco, el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, pidió el viernes ayuda a los habitantes y los instó a organizarse y mantener el orden para evitar que algunos saquen provecho de la situación.

En su conferencia matutina, López Obrador le restó importancia a los reportes de saqueos en los comercios y dijo que esos eventos sólo se dieron “en algunos lugares” debido a la emergencia y que ya se instalaron retenes de la Guardia Nacional en las calles para mantener el orden, pero no aclaró si la situación se había superado.

El mandatario atribuyó el caos que se vive en la ciudad turística a que “fue muy fuerte el impacto del huracán” y anunció que el gobierno está trabajando en una propuesta para apoyar financieramente al sector hotelero y comercial que sufrió daños en más del 80% de la infraestructura.

López Obrador rechazó las afirmaciones de algunos adversarios que han acusado al gobierno de no haber actuado con prontitud ante los avisos de la llegada de Otis, que en cuestión de horas pasó de tormenta tropical a huracán de categoría 5, y sostuvo que fue un “fenómeno extraordinario”. “El número de personas que perdieron la vida no debe ser tan significativo... Yo sí creo que tuvimos suerte, la naturaleza, el Creador nos protegió, aún con la furia del huracán”.

Personas caminando entre tiendas arrasadas, decenas de turistas deambulando por las calles junto a sus maletas sin saber adónde ir ni qué comer, eran escenas que se repetían en cada rincón de la ciudad costera, que en el pasado era conocida por su glamour y donde ahora la mayoría de sus pobladores aprenden a vivir entre el caos.

Pese a los esfuerzos de los operarios por restablecer la electricidad, la mitad del medio millón de hogares de Acapulco continuaba el viernes sin servicio, mientras miles de militares intentaban avanzar en las labores de retirada de los escombros y lodo de las calles de la zona turística ahora convertida en un cementerio de hoteles y comercios destruidos.

En medio del desolador panorama, decenas de turistas, cansados de esperar autobuses para salir de la ciudad, comenzaron la tarde del jueves a caminar varios kilómetros con sus hijos pequeños y las maletas por las estrechas aceras de un túnel para abandonar como sea el caos en el que sea ha transformado Acapulco.

En un intento por aliviar su demanda, las autoridades militares anunciaron el viernes el envío de más de un centenar de autobuses y de tres aeronaves comerciales para avanzar en el proceso de evacuación.

La Secretaría de Infraestructura, Comunicaciones y Transportes anunció la activación de un puente aéreo para evacuar a miles de turistas varados. El gobierno también tiene previsto utilizar el puente aéreo para agilizar el envío de alimentos y agua, que se ha convertido en la prioridad de las autoridades.

Así lo expresó el secretario de Defensa, el general Luis Cresencio Sandoval, al reconocer el viernes que la situación del agua potable en Acapulco es “muy crítica”.

Durante su intervención en la conferencia presidencial matutina, Sandoval ratificó que se mantiene el registro de 27 fallecidos y cuatro desaparecidos son buscados.

Mientras, a través de las redes sociales, los familiares de muchas personas que seguían incomunicadas se organizaban desde fuera de Acapulco para dar con los suyos. A lo largo del jueves los grupos de WhatsApp, Telegram o Facebook se multiplicaron.

“Desde la noche del huracán estoy muy preocupado por mi hijo recién nacido”, explicó Juan Pablo López, de 26 años, a The Associated Press por teléfono desde Cancún. Estaba hablando con su esposa, que fue a dar a luz a Acapulco para estar con su familia, cuando la comunicación se cortó de repente por el impacto de Otis.

Creó entonces el grupo “Pasando Info Acapulco Otis El Destructor” con conocidos en Guerrero y amigos migrantes en Estados Unidos para que invitaran a sus contactos y poco a poco todo fue creciendo.

Desde el Vaticano el papa Francisco en un mensaje al arzobispo de Acapulco, Leopoldo González, envió su pésame a las víctimas y pidió que Dios “incremente en la comunidad cristiana sentimientos de ardiente caridad para colaborar en la reconstrucción” de las zonas afectadas. El mensaje lleva la firma del cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado.

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Las periodistas de The Associated Press María Verza en la Ciudad de México y Nicole Winfield en Roma contribuyeron a este despacho.

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