MADRID, 13 (EUROPA PRESS)
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El estudio, publicado por Alianza Global para el Clima y la Salud, analiza de qué forma integran los países las consideraciones sobre calidad de aire en sus legislaciones para cumplir con el Acuerdo de París, al tiempo que examina si dan prioridad a este tipo de medidas o si reconocen las repercusiones de la contaminación atmosférica en la salud.
De este modo, el informe pone de manifiesto que los países del hemisferio sur son los primeros en reflejar la calidad del aire en sus planes climáticos nacionales, ya que, salvo Chile, son 15 países de bajos ingresos con al menos 8/15 puntos.
Entre ellos figuran Colombia y Mali con 12 puntos; Costa de Marfil, Nigeria, Pakistán y Togo con 10; Ghana, Albania, Bangladesh, Camboya, El Salvador, Honduras, Moldavia y Sierra Leona, con 9, además de Chile como el único país de altos ingresos entre los 15 primeros, con 10.
Por otra parte, entre los países del G-20, Canadá y China lideran la adopción de la calidad del aire en sus planes nacionales, mientras que los de menor puntuación son Australia, Brasil, la Unión Europea e India así como los Emiratos Árabes Unidos, anfitriones de la COP28.
En concreto, Indonesia y Arabia Saudita ocupan los últimos puestos de la tarjeta de puntuación, con uno y cero puntos respectivamente. Así, la directora ejecutiva de Alianza Global para el Clima y la Salud, Jeni Miller, ha destacado que en diciembre la COP28 tendrá la oportunidad de incluir firmemente la contaminación atmosférica.
"El compromiso de la COP28 de ser la primera 'COP de la salud' resultará ser una promesa vacía si la conferencia no logra avances sustanciales en la lucha contra la contaminación atmosférica como una de las cuestiones más tangibles en el nexo entre clima y salud", ha precisado Miller.
En concreto, Indonesia y Arabia Saudita ocupan los últimos puestos de la tarjeta de puntuación, con uno y cero puntos respectivamente. Además, la tarjeta revela una "brecha importante" entre países por los efectos en la salud de la contaminación atmosférica y la adopción de medidas climáticas, ya que de los 170 compromisos evaluados, menos de un tercio se enfocan en este tipo de efectos.
Además, algunos de los mayores emisores de gases de efecto invernadero, como India, Indonesia, Arabia Saudita y Australia "han hecho poca o ninguna mención" a la contaminación atmosférica en sus planes.
Con todo ello, el líder de políticas de la Alianza Global para el Clima y la Salud, Jess Beagly, este estudio confirma el costo humano que supone retrasar la eliminación progresiva de combustibles fósiles.
"Como grandes contaminadores mundiales, es crucial que los países del G20 consideren la calidad del aire en sus NDC, pero ningún gobierno del G20 obtiene ni siquiera media puntuación, lo que indica una falta de reconocimiento de los vínculos entre el clima y la calidad del aire, o de ambición por tomar medidas", ha explicado Beagly.
Asimismo, aquellos países que pretenden tomar mayores medidas contra la contaminación atmosférica son los que sufren el mayor impacto, como ocurre en Mali, Camboya, Pakistán o China, donde existen altos niveles de mortalidad por contaminación atmosférica pese a que han identificado medidas para mejorar la calidad del aire.
No obstante, Beagly ha precisado que una mayor financiación permitiría a estos países acelerar la aplicación de normas, además de que los países de mayores ingresos --incluidos los del G20-- deben proporcionar esa ayuda financiera.
UN 1% DE LA FINANCIACIÓN INTERNACIONAL PARA CONTAMINACIÓN DEL AIRE
Según un Informe sobre el Estado de la Financiación Mundial para la Calidad del Aire, entre 2015 y 2021 un 1 por ciento de la financiación internacional --17.300 millones de dólares-- se destinó para abordar la contaminación del aire.
Asimismo, el 2% de la financiación pública internacional para el clima --11.600 millones de dólares-- se invirtió en la contaminación atmosférica durante el mismo periodo.
Por otro lado, el Fondo Monetario Internacional (FMI) anunció en agosto de 2023 que las subvenciones a los combustibles fósiles han aumentado hasta los 7 billones de dólares, mientras que los países del G20 sólo gastaron 1,4 billones en estos combustibles en 2022.