JERUSALÉN (AP) — En las tres y media décadas que han transcurrido desde que comenzó a actuar como grupo extremista clandestino, Hamas ha adoptado una estrategia sistemáticamente violenta enfocada en deshacer al gobierno israelí, y ha logrado avances constantes a pesar de traer con ello un enorme sufrimiento a ambas partes del conflicto.
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Pero su impactante incursión al interior de Israel el fin de semana representa su estratagema más letal hasta la fecha, y la respuesta israelí sin precedentes amenaza con poner fin al gobierno de Hamas sobre la Franja de Gaza a lo largo de 16 años.
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La represalia de Israel por el ataque de Hamas —en el que más de 1.200 personas fueron asesinadas en Israel y docenas más llevadas a Gaza como rehenes—, probablemente traerá una magnitud mucho mayor de muerte y destrucción a Gaza, donde 2,3 millones de palestinos no tienen a dónde huir y 1.100 ya han sido asesinados.
Funcionarios de Hamas dicen estar preparados para cualquier escenario, incluida una guerra que se alargue, y advierten que aliados como Irán y Hezbollah en Líbano se unirán a la lucha si Israel va demasiado lejos.
“No creo que en este momento nadie sepa realmente en qué acabará todo esto”, dijo Tahani Mustafa, analista palestino en el Crisis Group, un centro de investigación internacional. Pero dada la cantidad de planeación involucrada en el ataque, “es difícil imaginar que no hayan intentado elaborar estrategias para cada escenario posible”.
Shaul Shay, un investigador israelí y coronel retirado que trabajó en inteligencia militar, dijo que Hamas “calculó mal” la respuesta israelí y ahora enfrenta un conflicto mucho peor de lo que había anticipado.
“Espero y creo que Israel no se detendrá hasta que Hamas haya sido derrotado en la Franja de Gaza, y no creo que esto sea lo que ellos preveían antes del operativo”, dijo Shay con respecto a Hamas.
Desde su fundación a fines de la década de 1980, la víspera de la primera intifada —insurrección— palestina, Hamas ha estado comprometido con una lucha armada y la destrucción de Israel. En el momento culminante del proceso de paz en la década de 1990, lanzó gran cantidad de atentados suicidas y otros ataques en los que murieron cientos de civiles israelíes. La violencia sólo se intensificó cuando las conversaciones de paz se vinieron abajo y se desató la segunda insurrección palestina en el 2000, mucho más letal.
Los ataques de Hamas fueron recibidos con masivas incursiones militares israelíes a la Cisjordania ocupada y a Gaza que provocaron una cifra de muertos palestinos mucho más elevada. Pero a medida que la violencia disminuyó en 2005, Israel retiró de Gaza a sus soldados y a unos 8.000 colonos de manera unilateral, mientras mantenía un estricto control en los accesos al enclave por tierra, aire y mar.
Hamas alegó que el retiro era una reivindicación del enfoque que había aplicado, y al año siguiente ganó las elecciones palestinas en forma abrumadora. En 2007, luego de amargas pugnas internas, le arrebató Gaza en forma violenta a la Autoridad Palestina, que cuenta con reconocimiento internacional.
Durante los siguientes 16 años, a lo largo de cuatro guerras e incontables escaramuzas de menor envergadura con Israel que trajeron consigo la devastación sobre Gaza, el poder de Hamas se incrementó. En cada ocasión tenía más cohetes y de mayor alcance. En cada ocasión sus líderes sobrevivieron, asegurando un cese del fuego y la flexibilización de un bloqueo impuesto por Israel y Egipto. Mientras tanto, forjó un gobierno, el cual incluye una fuerza policial, ministerios y terminales fronterizas con detectores de metales y verificación de pasaportes.
¿Y qué hay de los miles de palestinos asesinados, las manzanas de apartamentos arrasados, la infraestructura ruinosa, las asfixiantes restricciones a los viajes, los incontables sueños aplazados en Gaza, una franja costera de 40 kilómetros (25 millas) de longitud encajonada entre Israel y Egipto?
Hamas culpó a Israel, y de igual forma hicieron muchos palestinos. El gobierno de Hamas sólo ha enfrentado protestas esporádicas a lo largo de los años y las ha reprimido con rapidez y violencia.
Si la lucha armada de Hamas contra Israel se ve como un fracaso —o mucho peor—, examine la alternativa.
El liderazgo palestino en Cisjordania reconoció a Israel y renunció a la lucha armada hace más de tres décadas, con la esperanza de que ello derivaría en la creación de un Estado en Cisjordania, Gaza y Jerusalén Oriental, territorios de los que Israel se apoderó en la Guerra de los Seis Días en 1967.
Pero las conversaciones se vinieron abajo repetidas veces, en parte debido a la violencia de Hamas, pero también por la incesante expansión de asentamientos de Israel, donde ahora viven más de medio millón de israelíes. No ha habido conversaciones de paz formales en más de una década, y la Autoridad Palestina se ha convertido en poco más que un órgano administrativo en el 40% de la Cisjordania ocupada en la que se le permite operar.
El presidente palestino Mahmud Abás, un moderado de 87 años, ha sido impotente para detener la expansión de los asentamientos, la violencia de los colonos, las demoliciones de viviendas y el desmoronamiento de los añejos acuerdos en torno a la Explanada de las Mezquitas, un controversial conjunto sagrado en Jerusalén. Ha sido marginado durante todas las guerras en Gaza —incluida esta—, y la Autoridad Palestina es vista ampliamente como un cómplice corrupto de la ocupación.
“Los palestinos han intentado de todo, desde elecciones a boicots, a recurrir (a la Corte Penal Internacional), a participar en un supuesto proceso de paz”, dijo Mustafa, del Crisis Group. “Se ha tenido uno de los liderazgos más conciliatorios en toda la historia del movimiento nacional palestino, y de todas formas eso ha sido insuficiente”.
Sin embargo, la magnitud del ataque del fin de semana pasado lleva el enfoque de Hamas a territorio desconocido.
“No está claro cuál es el objetivo final de Hamas, más allá de luchar hasta la muerte o liberar a Palestina”, dijo Hugh Lovatt, experto en Oriente Medio en el Consejo Europeo de Relaciones Exteriores, un centro de investigación.
El ataque más reciente marca una “ruptura total en la estrategia”, agregó.
“A pesar de efectuar ataques contra civiles en el pasado, y librar guerras previas contra Israel, (Hamas) también se involucró simultáneamente en vías políticas”, incluyendo negociaciones con el movimiento Fatah de Abás e incluso coordinación tácita con Israel, señaló Lovatt.
“Ahora parece haber adoptado totalmente la violencia por tiempo indefinido como su selección estratégica a largo plazo”, añadió.
Parece cada vez más probable que Israel lance una ofensiva terrestre en Gaza. Podría volver a ocupar el territorio e intentar erradicar a Hamas, en la que seguramente sería una contrainsurgencia larga y sangrienta. Pero incluso eso podría simplemente hacer que el grupo —que también está presente en Líbano y Cisjordania— vuelva a la clandestinidad.
Y Hamas tiene un horrendo as bajo la manga que podría hacer que Israel se detenga.
Hamas y la Yihad Islámica, un grupo extremista más radical, tienen secuestrados a unos 150 hombres, mujeres y niños que fueron capturados y llevados a Gaza. El brazo armado de Hamas alega que algunos de ellos ya murieron a consecuencia de los ataques israelíes, y ha amenazado con matar a los restantes si Israel ataca a civiles palestinos sin advertencia previa.
Hamas podría tener éxito —como lo ha tenido en el pasado— en canjearlos por miles de prisioneros palestinos en manos de Israel, en un acuerdo desigual que los palestinos considerarían un triunfo y los israelíes un suplicio.
En esencia, Israel no ha enfrentado exhortaciones para que actúe con moderación tras el ataque de Hamas, pero eso podría cambiar si la guerra se alarga.
A fin de cuentas, ambas partes podrían hallarse a sí mismas de vuelta en el statu quo: una tregua a través de mediación internacional, en la que Hamas seguiría gobernando una Gaza devastada y dependiente de la ayuda exterior, e Israel redoblando su seguridad a lo largo de su frontera.
Eso también, al menos para Hamas, se vería como una victoria.