MADRID, 5 (EUROPA PRESS)
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La microavispa hembra fue descrita en ámbar birmano de 100 millones de años de antigüedad en un estudio dirigido por George Poinar Jr., quien ocupa un puesto de cortesía en la Facultad de Ciencias de la Universidad Estatal de Oregón.
Poinar y Fernando Vega, un investigador independiente con sede en Silver Spring, Maryland, tienen algunas ideas sobre las "nubes" en las antenas, pero no saben con certeza qué son.
"No pudimos encontrar ningún insecto fósil o existente con tales estructuras antenales", dijo en un comunicado Poinar, un experto internacional en el uso de formas de vida vegetal y animal conservadas en ámbar para aprender sobre la biología y la ecología del pasado lejano. "Nos preguntábamos cómo podía volar con ese peso".
Las microavispas se definen como aquellas con una longitud corporal adulta inferior a 2 milímetros. Hoy en día existen miles de especies de estos insectos parásitos, repartidas en cientos de géneros, dijo Poinar. Algunos son útiles para controlar las cochinillas, que pueden ser plagas de cultivos, añadió.
"Esta microavispa tiene una longitud de sólo 1,3 milímetros", dijo Poinar. "Esto, además de sus antenas de 15 segmentos, una hendidura profunda en el centro de su cabeza y las características de las alas la distinguen de todas las demás microavispas. Las estructuras únicas en forma de nubes en miniatura adheridas a las antenas ciertamente deben haber sido una molestia para este pequeño parásito".
Dado que los investigadores no pudieron encontrar tales estructuras en ningún otro insecto, actual o extinto, sólo pueden hacer conjeturas sobre lo que podrían ser.
"Podrían ser pequeñas semillas de plantas, secreciones de plantas o huevos de un huésped que la avispa estaba parasitando", dijo Poinar. "Existe una buena posibilidad de que la microavispa estuviera parasitando cochinillas, ya que hay una cochinilla macho incrustada en el mismo trozo de ámbar. Sean lo que sean, descubrirlos es una de las cosas que hace que nuestro trabajo sea tan interesante y desafiante: encontrar características dominantes y únicas en organismos extintos".
Los científicos llamaron al nuevo espécimen Caradiophyodus saradae. El género toma su nombre de las palabras griegas para cabeza (kara) y hendidura (diaphyodus), y el nombre de la especie es un guiño a su colega científica Sarada Krishnan.
Los hallazgos fueron publicados en la revista Life.