LA PAZ, Bolivia (AP) — Una densa humareda que no dejaba ver las montañas cubría el miércoles el cielo de La Paz mientras las autoridades advirtieron sobre la calidad del aire y su riesgo para la salud debido a las quemas de malezas para regenerar pastizales y habilitar las tierras para la agricultura.
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“El riesgo es muy preocupante, el panorama tiende a empeorar y debemos tomar medidas”, informó el alcalde de La Paz, Iván Arias, en conferencia de prensa. El funcionario recomendó usar tapabocas y no salir a correr.
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Septiembre es el mes más crítico para los incendios y quemas y a ello se suma que al menos siete de las nueve regiones de la nación andina atraviesan una ola de calor y pasan por una fuerte sequía que temen que se complique por el fenómeno climatológico de El Niño.
El humo empezó el el lunes pero el miércoles el índice de contaminación atmosférica aumentó, lo que representa un aire “muy dañino para la salud”, explicó José Eduardo Galindo Ávila, secretario de Gestión Ambiental de la alcaldía de La Paz.
La alcaldía también reportó que han recibido casos de tos e irritación en los ojos producto del humo. En tanto, según el Servicio Nacional de Meteorología e Hidrología hay siete departamentos con alerta naranja por temperaturas que van de los 36 a los 45 grados centígrados.
Las autoridades han convocado a una reunión de emergencia para evaluar medidas y eventualmente declarar un alerta. “No descartamos que se tengan que suspender clases la próxima semana”, mencionó Arias.
La Paz, de casi un millón de habitantes, está ubicada a unos 3.600 metros sobre el nivel del mar y está rodeada de montañas, la Cordillera de los Andes y su icónico nevado, el Illimani.
Los incendios más grandes se dan en la región oriental de Santa Cruz y Beni, donde está el corazón agrícola del país y son los departamentos con más deforestación.
Los incendios en Bolivia se han incrementado desde que inició el milenio de un promedio anual de 3,7 millones de hectáreas quemadas entre 2001 y 2019 a 5 millones en promedio registradas en 2021, según un estudio de las organizaciones no gubernamentales Fundación Amigos de la Naturaleza y Wildlife Conservation Society.