MADRID, 21 (EUROPA PRESS)
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Se calcula que 23 millones de personas se ven afectadas por concentraciones potencialmente peligrosas de residuos tóxicos, según publican los investigadores en la revista 'Science'.
Dirigido por los profesores Mark Macklin y Chris Thomas, directores del Centro Lincoln para el Agua y la Salud Planetaria de la Universidad de Lincoln (Reino Unido), en colaboración con el doctor Amogh Mudbhatkal, del Departamento de Geografía de la Universidad, el estudio ofrece una comprensión exhaustiva de los retos medioambientales y sanitarios asociados a las actividades de extracción de metales.
Utilizando una nueva base de datos mundial georreferenciada de 185.000 minas metálicas compilada por el equipo y empleando una combinación de modelización basada en procesos y pruebas empíricas, la investigación evaluó la escala mundial de la contaminación por minería metálica en los sistemas fluviales y sus repercusiones para las poblaciones humanas y el ganado.
El estudio modelizó la contaminación procedente de todas las explotaciones mineras de metales activas e inactivas conocidas, incluidas las instalaciones de almacenamiento de estériles --utilizadas para almacenar los residuos mineros--, y analizó contaminantes potencialmente nocivos como el plomo, el zinc, el cobre y el arsénico, que son transportados aguas abajo de las explotaciones mineras y a menudo se depositan a lo largo de los cauces fluviales y las llanuras aluviales durante períodos prolongados.
"Nuestro nuevo método para predecir la dispersión de los residuos mineros en los sistemas fluviales de todo el mundo proporciona a los gobiernos, los organismos reguladores del medio ambiente, la industria minera y las comunidades locales una herramienta que, por primera vez, les permitirá evaluar el impacto de la minería en los ecosistemas y la salud humana", destaca en un comunicado el profesor Mark Macklin, que dirigió el equipo multidisciplinar e internacional responsable de la investigación.
"Esperamos que esto facilite la mitigación de los efectos medioambientales de la minería histórica y actual y, lo que es más importante, ayude a minimizar los impactos del futuro desarrollo minero en las comunidades, protegiendo al mismo tiempo la seguridad alimentaria e hídrica", añade.
Los nuevos resultados, que se publican en un contexto de creciente demanda de metales y minerales para satisfacer las exigencias de la transición a la energía verde, ponen de relieve el amplio alcance de la contaminación, que afecta a unos 479.200 kilómetros de cauces fluviales y abarca 164.000 kilómetros cuadrados de llanuras aluviales a escala mundial.
Según los resultados, aproximadamente 23,48 millones de personas residen en estas llanuras aluviales afectadas, mantienen a 5,72 millones de cabezas de ganado y abarcan más de 65.000 kilómetros cuadrados de tierras de regadío. Debido a la falta de datos disponibles sobre varios países, el equipo responsable del estudio cree que estas cifras son una estimación conservadora.
Existen varias vías por las que los seres humanos pueden verse expuestos a estos metales contaminantes, como la exposición directa a través del contacto con la piel, la ingestión accidental, la inhalación de polvo contaminado y el consumo de agua contaminada y alimentos cultivados en suelos contaminados.
Esto supone un peligro adicional para la salud de las comunidades urbanas y rurales de los países de renta baja y de las comunidades que dependen de estos ríos y llanuras aluviales, especialmente en regiones ya afectadas por enfermedades relacionadas con el agua.
En las naciones industrializadas de Europa Occidental y en Estados Unidos, esta contaminación constituye una importante y creciente limitación para la seguridad hídrica y alimentaria, compromete servicios ecosistémicos vitales y contribuye a la resistencia antimicrobiana en el medio ambiente.
"Gran parte de la contaminación mundial estimada que hemos cartografiado es un legado de la era industrial; con razón, se está animando a la minería moderna a dar prioridad a la sostenibilidad medioambiental --continúa--. Nuestros métodos, que también funcionan a escala local, añaden un nuevo enfoque importante en este proceso para el que hemos creado una unidad aplicada de nuestro centro de investigación 'Water and Planetary Health Analytics' para trabajar con el sector".
Por su parte, la profesora Deanna Kemp, del Instituto de Minerales Sostenibles de la Universidad de Queensland (Australia), que formó parte del equipo responsable del estudio, calificó los resultados de "aleccionadores".
"A un nivel básico, estos hallazgos nos recuerdan que la minería puede causar grandes daños aguas abajo durante largos periodos de tiempo --comenta Kemp--. Muchas personas se benefician de la minería y los metales, pero debemos hacer más para comprender y prevenir los efectos negativos sobre las personas que viven y trabajan en las zonas afectadas".