NUEVA DELHI (AP) — Las relaciones entre Canadá e India se han hundido a su nivel más bajo en años, en un momento en que ambos países se acusan mutuamente y expulsan a diplomáticos del otro por el homicidio del líder separatista sij Hardeep Singh Nijjar.
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Los expertos dicen que está por verse si ello provocará un distanciamiento duradero entre las dos naciones, pero de todas formas es una situación incómoda para los países de Occidente, que intentan atraer a Nueva Delhi para que sea un contrapeso a las acciones de China y coopere en la búsqueda de una solución a la guerra en Ucrania.
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Hace cinco años, el primer ministro canadiense Justin Trudeau captó los encabezados en India por acoger con entusiasmo la cultura del país durante un viaje de una semana con su familia. Se puso una serie de coloridos y relucientes trajes indios tradicionales, visitó monumentos e incluso recibió un característico abrazo fuerte de parte del premier Narendra Modi, en un indicio de que su relación marchaba viento en popa.
Esos días parecen haberse ido para siempre luego de que Trudeau dijo el lunes que su gobierno investiga “denuncias creíbles” de que el gobierno indio podría haber estado vinculado con el asesinato en junio de Nijjar —un canadiense nacido en India que abogaba por la independencia de la población sij— a manos de hombres enmascarados en la provincia de Columbia Británica. Nueva Delhi rechazó dicha suposición el martes, calificándola de “absurda”, y acusó a los diplomáticos canadienses de interferir en “asuntos internos”.
Desde hace tiempo, las ansiedades del gobierno indio en torno a la presencia de grupos separatistas sij en Canadá han generado tensiones en la relación, pero ambos países han mantenido sólidos vínculos en el comercio y la defensa, y comparten intereses estratégicos en torno a las ambiciones globales de China.
En la cumbre del Grupo de los 20 —de la que India fue anfitrión este mes— surgieron indicios de un distanciamiento diplomático bilateral.
Trudeau no acudió a la cena oficial para los gobernantes de los países del G20, y reportes de medios locales indicaron que recibió un desaire cuando le asignaron una rápida reunión informal con Modi, en lugar de una reunión bilateral entre ambos gobernantes.
Modi se dijo preocupado de que el gobierno de Canadá se comporta en forma blanda con los separatistas sijs, según un comunicado indio difundido en ese momento. La incomodidad para Trudeau fue aún mayor cuando su avión presentó un problema, lo que lo obligó a permanecer en Nueva Delhi unas 36 horas más de lo planeado.
Trudeau dio a conocer el lunes una probable razón del enfriamiento en las relaciones, al señalar que confrontó al primer ministro indio en la cumbre cuando le expuso las sospechas de Canadá con respecto al asesinato del líder sij.
Ottawa no ha proporcionado ninguna evidencia de que el gobierno indio haya estado involucrado en el homicidio de Nijjar, de 45 años.
De todas formas, desde hace años India ha acusado a Canadá de darles rienda suelta a los separatistas sijs, incluido Nijjar, que era un líder de lo que queda de un movimiento antiguamente sólido para crear una patria sij independiente, conocida como Jalistán.
Aunque la insurgencia activa concluyó hace décadas, el gobierno de Modi ha advertido que separatistas sijs intentaban organizar un resurgimiento, y presionó a países como Canadá —donde los sijs forman más del 2% de la población— a que hagan más para detenerlos.
En junio, India convocó al diplomático canadiense de mayor rango en el país para quejarse por un carro alegórico de un desfile en un pequeño pueblo de Canadá. El vehículo conmemoraba el asesinato de la primera ministra india Indira Gandhi en el momento más álgido de la insurgencia sij. A fines de 2020 hizo lo propio para quejarse después de que Trudeau efectuó comentarios de solidaridad con respecto a protestas de agricultores del estado Punyab, donde los sijs son mayoría.
El asunto nunca fue predominante en los vínculos entre ambos países, pero algunos expertos dicen que eso podría cambiar.
“Aunque ambos no desean una ruptura en las relaciones, van a tener dificultades para hallar vías de salida tras los eventos de los últimos días”, dijo Michael Kugelman, director del Instituto del Sur de Asia en el Centro Wilson.
Las tensiones probablemente provocaron que Canadá detuviera recientemente las conversaciones con India sobre un nuevo tratado comercial, un indicio de que su “relación no es tan resistente y a toda prueba como a muchos les gustaría que fuera”, agregó Kugelman. Los dos países son socios comerciales con un volumen relativamente menor de intercambios, pero los que lo proponían habían alegado que un acuerdo comercial podría incrementar los empleos y el PIB para ambos.
Los alegatos también podrían lastimar el creciente poder de persuasión de Modi en Occidente, señaló Kugelman, pero las relaciones exteriores no necesariamente se guían por los valores y la ética.
“No vamos a ver a las democracias occidentales intentar retirar a India de sus cálculos estratégicos, especialmente en lo que respecta a contrarrestar a China. Las convergencias estratégicas son demasiado fuertes”, añadió.
Occidente ha procurado alejar a India de Rusia, su aliado de la Guerra Fría, en especial desde que empezó la guerra en Ucrania, parte de sus intentos por aislar a Moscú.
Hasta ahora, aliados como Gran Bretaña y Estados Unidos han expresado su preocupación por el homicidio, pero se han abstenido de comentar acerca del papel desempañado por India.
El martes, la ministra de Relaciones Exteriores de Australia, Penny Wong, dijo que las denuncias de Canadá eran “preocupantes”, y que Canberra estaba monitoreando los acontecimientos y había planteado el asunto ante India.
Derek Grossman, alto analista de defensa en la Corporación RAND —un centro de investigación sin fines de lucro—, dijo que Nueva Delhi podría simplemente aguardar a que el asunto caiga en el olvido.
“Si la experiencia de Arabia Saudí tras el asesinato de Jamal Khashoggi sirve de alguna guía, el mejor amigo de India es el tiempo”, señaló, refiriéndose al asesinato en Estambul de un periodista saudí que vivía en Estados Unidos en 2018. “Entre más se alarguen las controversias en torno al incidente, es más probable que ambas partes y otros deseen pasar a otros temas”.
Algunos expertos indios dijeron que la respuesta de confrontación por parte de Modi a las acusaciones refleja un patrón de darle mucho bombo a las amenazas separatistas con el fin de consolidar su base nacionalista hindú.
“Carece de precedentes, pero no es del todo inesperado, debido a la forma en que este gobierno ha hecho que su política exterior sea rehén de su política interna”, dijo Sushant Singh, investigador sénior del Centro de Investigación de Políticas en India.
Modi ha procurado presentar a India como una potencia global en ascenso, experta en manejar los vínculos con los países en desarrollo y Rusia por un lado, y Occidente por el otro.
Singh dijo que el incidente “pondrá a India bajo presión, y tendrá que dedicar una gran cantidad de energía a contener estas consecuencias”.
Diversos sitios noticiosos y canales de televisión indios publicaron encabezados como los siguientes: “India destroza la gran ofensiva de Canadá”, o se refirieron a la “respuesta despiadada” de Nueva Delhi a Ottawa. Usuarios de redes sociales criticaron a Trudeau, alegando que no se toma en serio las preocupaciones de India sobre el separatismo.
Algunos comentaristas indios también se han mostrado escépticos en torno a las denuncias, diciendo que Trudeau no ofreció pruebas contundentes, e insinuaron que intentaba granjearse a los electores sijs con el fin de obtener réditos políticos.
Pero para muchos otros indios, en especial estudiantes, Canadá es más relevante como un destino atractivo en el extranjero. En 2022 el país tenía casi 300.000 alumnos indios en instituciones de educación superior.
A Kulwinder Singh —que maneja una tienda en la ciudad de Amritsar en el Punyab, en la cual se encuentra el sitio más sagrado para los sijs— le preocupa que las tensiones pudieran tener “un impacto adverso sobre nuestros estudiantes y trabajadores que viven en Canadá”, declaró.
Prabhjit Singh, un alumno de 21 años en Nueva Delhi, sentía lo mismo: alberga esperanzas de que la tensión en las relaciones no afecte los sueños y las carreras de indios jóvenes como él.
“Muchas personas de India van a Canadá para estudiar y trabajar; yo también quiero ir allá para un mejor futuro. Espero que prevalezca la paz entre los dos países”, expresó.
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El periodista de la AP Piyush Nagpal en Nueva Delhi y Prabhjot Gill en Amritsar contribuyeron a este despacho.