ROMA (AP) — La premier italiana Giorgia Meloni y su contraparte chino Li Qiang se reunieron al margen de la cumbre del G20 el sábado y prometieron “consolidar y profundizar” las relaciones, aunque Roma estudia abandonar la Iniciativa del Cinturón y Ruta de la Seda de proyectos de infraestructura construidos y financiados por China.
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Ninguno de los gobiernos mencionaron la iniciativa en breves comunicados en Nueva Delhi tras el primer encuentro entre Meloni y Li.
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La oficina de Meloni dijo que la reunión “confirmó la intención común de consolidar y profundizar el diálogo entre Roma y Beijing sobre los principales asuntos bilaterales e internacionales”.
Italia fue el primer país del Grupo de los Siete que se incorporó a la iniciativa en 2019, cuando gobernaba el Movimiento 5-Estrellas. En ese momento, Meloni expresó enérgicamente su oposición, y su gobierno de derecha ha dicho que quiere abandonar la iniciativa, que debe ser renovada a fines del año.
Al mismo tiempo, a Italia le interesa mantener una relación económica fuerte con Beijing. Meloni ha reconocido que se trata de un problema delicado, a manejar cuidadosamente, dadas las implicaciones comerciales bilaterales e internacionales.
Por su parte, China ha intentado destacar los beneficios del acuerdo. El canciller Wang Yi dijo a su contraparte italiano Antonio Tajani la semana pasada en Beijing que el comercio bilateral había aumentado de 50.000 millones de dólares a 80.000 millones, y las exportaciones italianas a China aumentaron en un 30% en los últimos cinco años.
Tajani sostuvo recientemente que “no hemos obtenido grandes resultados” del acuerdo, aunque insistió también en que Italia quería reforzar el comercio.
En un comunicado el sábado, Li destacó la necesidad de ampliar el comercio bilateral y dijo que China seguirá ampliando el acceso al mercado y las oportunidades para que productos de lujo italianos entren al mercado chino.
China destaca el Cinturón y la Ruta de la Seda como una iniciativa para construir infraestructura en países subdesarrollados. Sus detractores dicen que la iniciativa construyó proyectos faraónicos en países que necesitaban erradicar la pobreza y crear servicios públicos básicos, y cuyos gobiernos quedaron fuertemente endeudados con bancos estatales chinos bajo contratos envueltos en el secreto.