NUEVA YORK (AP) — Andy Murray se preparó para las condiciones habituales del Abierto de Estados Unidos, simulando “el calor y la humedad brutales” que prevalecen en Nueva York durante esta época del año. Lo hizo nada menos que instalando un sauna en su casa.
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El británico de 36 años programó la humedad en 70% y pasó varias horas ejercitándose en una bicicleta fija ahi, con el termostato en 35 grados Celsius (95 Fahrenheit). Causó así que el aire resultara tan pegajoso como lo es cada verano en Flushing Meadows, donde el último torneo del Grand Slam en el año concluye el domingo.
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“Simplemente traté de ayudarme con la adaptación al calor”, explicó Murray, quien se llevó el título en Nueva York en 2012 pero cayó en condiciones menos cálidas en la segunda ronda de este año.
El comienzo del torneo de este año fue más bien benévolo con los tenistas, recogebolas y espectadores bajo temperaturas de unos 20 grados Celsius (70 F), pero la situación ha cambiado.
El termómetro llegó a los 32 grados Celsius (90) el domingo y de nuevo el martes. Los jugadores debieron buscar alivio mediante hielo colocado en bolsas de plástico o tubos que soplaban aire frío junto a la línea de banda.
Los organizadores del certamen modificaron las reglas y cerraron parcialmente el techo del estadio Arthur Ashe para ofrecer algo de sombra adicional.
Y el miércoles la situación no mejoró.
Daniil Medvedev tomó una toalla para secarse el copioso sudor durante una pausa del partido y se fijó en la cámara que le apuntaba de cerca. Lanzó una advertencia: “Ni te imaginas. (Algún día) un jugador va a morir, y ahí van a ver”.
El calor extremo no es una sorpresa. Un análisis de The Associated Press muestra que las temperaturas promedio en el US Open y en los otros tres majors se han vuelto mayores y más peligrosas en las décadas recientes, lo que refleja el cambio climático que ha generado olas de calor sin precedentes en el mundo durante este verano.
Las condiciones pueden impedir que los tenistas alcancen su mejor nivel o, peor aún, corran más riesgos de desarrollar enfermedades por el calor.
“Esta noche fue supercaliente y superhúmeda”, dijo Frances Tiafoe, luego de perder ante su compatriota estadounidense en los cuartos de final el martes por la noche, cunado la humedad llegó al 70%. “Yo estaba sudando mucho”.
La AP rastreó el índice de comodidad térmica, que mide la temperatura en grados y también toma en cuenta la humedad, radiación, viento y otros factores que afectan la manera en que responde el cuerpo. Analizó cada torneo del Grand Slam desde 1988, el primer año que los cuatro certámenes contaron con 128 participantes en las ramas de hombres y mujeres.
De manera colectiva, las temperaturas máximas en esos torneos han subido casi 3 grados Celsius (5 F).
“La gente escucha eso y no piensa que es mucho. No necesariamente lo registra como algo alarmante. A veces, algo como un cambio de 3 o 4 grados puede causar que se duplique o triplique el número de días cálidos que experimentamos”, explicó Daniel Bader, científico del clima en la Universidad de Columbia. “Las temperaturas en la ciudad de Nueva York han estado subiendo, y se proyecta que esa tendencia continúe en el futuro”.