MADRID, 5 (EUROPA PRESS)
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En el caso de Ucrania, HRW ha acusado a los dos bandos en conflicto de utilizar municiones de racimo, pese a que teóricamente se trata de un tipo de armamento prohibido, entre otras razones, por su efecto indiscriminado, ya que además del riesgo inmediato que supone deja tras de sí artefactos sin explotar que pueden suponer una amenaza a largo plazo.
En Ucrania, HRW ha registrado 890 víctimas, si bien también constan casos en Birmania, por acciones de las Fuerzas Armadas, y en Siria, derivados de operaciones del Ejército de Bashar al Assad. Se trata en todos los casos de países que no han suscrito el tratado internacional que prohíbe este tipo de armas.
Para la responsable del informe, Mary Wareham, "es inconcebible que sigan muriendo civiles por ataques con municiones de racimo 15 años después de que estas armas fueran prohibidas", teniendo en cuenta que son municiones "aborrecibles" por sus efectos indiscriminados sobre los civiles.
"El mayor obstáculo para los países que tratan de erradicar las municiones de racimo son los gobiernos que no están dispuestos a adherirse a la Convención y que socavan sus principios al utilizar o transferir estas armas", ha reconocido Wareham.
En total, 112 países han ratificado el tratado, mientras que otros doce lo han firmado pero todavía no han cubierto todos los trámites de aprobación, Nigeria, en febrero, y Sudán del Sur, en agosto, fueron los últimos países en sumarse a esta lista cada vez más amplia.
Gracias a esta convención, las partes han destruido de manera global casi 1,5 millones de municiones de racimo y 178,5 millones de submuniciones, lo que representa el 99 por ciento de las existencias declaradas.