LA PAZ, Bolivia (AP) — Bolivia supo ser una potencia gasífera en Sudamérica y llegó a ocupar el octavo lugar entre los exportadores mundiales del energético, pero el presidente Luis Arce encendió la alarma al revelar que las reservas “han tocado fondo”.
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Por más de una década el gas fue la mayor riqueza de Bolivia: ayudó a salir de la pobreza a cientos de miles, financió carreteras y forjó una clase media, pero la falta de inversión en la exploración hizo que las reservas se fueran agotando y los expertos se preguntan cuántos años más habrá de gas barato.
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Las declaraciones del mandatario desataron duras críticas contra el partido de gobierno, en el poder desde 2006, y profundizaron las disputas dentro del propio oficialismo.
“Destruyeron la fuente de riqueza más grande que tuvo Bolivia con una falsa nacionalización y una ley inadecuada. Ahuyentaron la inversión, dilapidaron los ingresos en... corrupción y hoy nos dicen que hemos tocado fondo. El daño que Arce y (Evo) Morales han hecho no puede quedar impune”, dijo el expresidente y líder de la oposición centrista Carlos Mesa en la red social X, antes llamada Twitter.
En su descargo el expresidente Morales (2006-2019) dijo que antes de que nacionalizara el gas en 2006 la renta petrolera era sólo de 3.000 millones de dólares. “Gracias a la nacionalización Bolivia recibió 38.000 millones de dólares entre 2006 y 2019. Así redujimos la pobreza. Los neoliberales no tienen moral para criticar”.
Pero según Arce los planes de su mentor político no dieron resultado y sus proyectos exploratorios recién rendirán frutos en 2026, pese a que la inversión estatal ha sido menor a la anunciada, según expertos.
“Bolivia descubrió importantes reservas hace 25 años y llegó a producir hasta 62 millones de metros cúbicos por día (en 2014) pero no se invirtió para reponer las reservas. La nacionalización elevó los impuestos a las petroleras. La estatal no tiene dinero para invertir y el capital internacional no ve atractivo el mercado boliviano con las reglas actuales”, dijo el experto y exministro de Hidrocarburos, Álvaro Ríos.
La producción actual ronda los 36 millones de metros cúbicos que abastecen a Brasil, Argentina y al consumo interno. El contrato con la brasileña Petrobras venció en 2019 y ahora las ventas se hacen a clientes privados en volúmenes menores. Argentina ya anunció que prescindirá del gas boliviano en 2024 cuando entre en operaciones su yacimiento de Vaca Muerta.
Al influjo de los gobiernos neoliberales Bolivia privatizó la industria petrolera en la década de 1990 y atrajo a grandes petroleras como Repsol y Total, entre otras. No hubo confiscación de bienes con la nacionalización decretada por Morales en 2006, pero las petroleras se abocaron a acelerar la extracción.
La mayor parte del gas proviene de campos descubiertos antes de 2005.
Bolivia tampoco produce suficiente gasolina y diésel y debe importar a precio internacional para vender a mitad del costo al mercado local. El subsidio —que el año pasado alcanzó los 2.120 millones de dólares— está desangrando la economía del país, dijo el gerente del Instituto Boliviano de Comercio Exterior, Gary Rodríguez.
Bolivia tiene desde hace 16 años una de las gasolinas más baratas —53 centavo de dólar por litro— y en las calles nadie quiere escuchar de eliminar la subvención. En 2010 Morales decretó un fuerte aumento de la gasolina y debió revertir la medida cuatro días después ante multitudinarias protestas que pedían su renuncia.