MADRID, 3 (EUROPA PRESS)
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La orden del Gobierno de Reino Unido de cerrar total o parcialmente más de cien centros educativos de Inglaterra a sólo unos días del inicio del curso ha generado una ola de críticas contra las autoridades, que defienden las medidas excepcionales apelando al riesgo de derrumbe.
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La decisión parte de la caída este verano de una viga construida con un hormigón especial, más ligero, pero ha derivado en un caos informativo. La ministra de Educación, Gillian Keegan, tiene previsto comparecer el lunes ante la Cámara de los Comunes.
Keegan ha alegado en un artículo publicado este domingo en 'The Sun' que "no había elección" y ha prometido que el Gobierno trabajará para que todo quede resuelto en cuestión de "días, no semanas". "Quiero garantizar a las familias que no volverán a los días negros de cierres escolares", ha afirmado, en alusión a la pandemia.
Por su parte, el ministro de Finanzas, Jeremy Hunt, ha afirmado en declaraciones a la BBC que las autoridades tardarán "lo que sea necesario" para resolver cualquier duda, "para que los niños puedan volver a clase con seguridad".
El Gobierno, sin embargo, no ha revelado la lista de centros que estarían afectados por el hormigón, lo que ha llevado a la oposición laborista a plantearse recurrir a un mecanismo parlamentario con el que puede forzar la difusión de documentos oficiales.
El hormigón celular curado en autoclave (RAAC, por sus siglas en inglés) es un material más ligero al hormigón común utilizado hasta mediados de los noventa. El Gobierno aún no ha aclarado tampoco si hay más instalaciones públicas afectadas, como pueden ser centros sanitarios o tribunales.
Hunt, antiguo ministro de Sanidad, ha afirmado que no le consta que le informasen del uso de este tipo de material en hospitales. No obstante, también ha prometido que si hubiese indicios de riesgo las autoridades también harán "lo que sea necesario".