MADRID, 25 (EUROPA PRESS)
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El grupo de investigadores lleva una década constatando la interacción entre los trastornos de ambos sistemas. Uno de sus estudios más recientes corrobora la existencia de un fuerte vínculo entre ambos sistemas, al constatar que el 75 por ciento de los perros con enfermedades respiratorias sin signos gastrointestinales (GI) presentaban una o más anomalías coexistentes en el sistema digestivo.
Los hallazgos, que pueden suponer un avance en el diagnóstico y tratamiento de enfermedades caninas, indican que tanto los propietarios de perros como los clínicos deben intentar identificar y vigilar de cerca posibles problemas digestivos en perros con enfermedades respiratorias, incluso cuando los perros no parezcan tener problemas para tragar, regurgitar o vomitar.
"Los perros que acuden a nuestra clínica con signos de enfermedad respiratoria, como tos o dificultad para respirar, a menudo pueden tener problemas en el tracto aerodigestivo superior", ha señalado Carol Reinero, profesora del CVM que dirigió el estudio.
"Esto tiene sentido porque es en esa zona donde se cruzan esas vías, un perro sano debería inspirar y no tragar o tragar y no inspirar, pero cuando eso se descontrola pueden desarrollar enfermedades, incluida la posibilidad de tragar demasiado aire o de que le entre comida o agua en los pulmones", ha añadido.
En el estudio, en el que participaron 45 perros con signos clínicos respiratorios sin signos gastrointestinales y 15 perros sanos como grupo de control, se tomó una radiografía en vídeo mientras cada perro comía y bebía en posición natural (de pie) para buscar anomalías en la deglución o el movimiento de material hacia o desde el estómago del animal.
Los resultados mostraron que los perros con enfermedades respiratorias eran mucho más propensos a presentar anomalías como la inhalación accidental de comida o líquido en los pulmones, una afección conocida como aspiración, reflujo gastroesofágico o extraesofágico y problemas para tragar que los perros de control.
"Cuando los pacientes vienen para una evaluación, hacemos preguntas muy específicas sobre el entorno de una mascota, su dieta, si su tos está asociada o no con comer o beber, o si su mascota deja caer la comida cuando come, entre otros", ha subrayado Vientós-Plotts.
"Las respuestas a estas preguntas pueden ayudar a informar nuestras recomendaciones de pruebas diagnósticas adicionales que nos permitan ofrecer un plan integral para cada paciente individual", ha resaltado.
Los veterinarios explicaron que, dependiendo de la situación, las estrategias de gestión que pueden ayudar a mejorar la calidad de vida de los pacientes pueden incluir cambios en la dieta, alternativas de agua, cirugía o recomendaciones para ganar o perder peso.
Vientós-Plotts ha añadido que los bulldogs franceses y otras razas de cara plana o 'aplastada' tienen muchas más probabilidades de sufrir problemas respiratorios y gastrointestinales que la mayoría de las razas caninas.
"Esto se debe a que sus tejidos respiratorios están aplastados en un área mucho más pequeña, por lo que los orificios por los que entra el aire son más pequeños", ha explica Reinero.
"Como se esfuerzan por respirar, pueden sufrir reflujo o hernia de estómago, y además tienden a excitarse mucho al comer, por lo que pueden olvidarse de respirar hasta que están a mitad de la deglución, lo que puede hacer que les entre comida o líquido en los pulmones", ha destacado el investigador.
Aunque este estudio evaluó una amplia variedad de razas pequeñas y grandes con distintas conformaciones faciales y halló una conexión global entre trastornos respiratorios y digestivos, subraya que los trastornos aerodigestivos parecen ser comunes y podrían darse en cualquier perro de compañía.