LIMA (AP) — La presidenta peruana Dina Boluarte volvió el viernes a pedir perdón ante el Parlamento por los muertos en manifestaciones que pedían su renuncia durante los últimos meses, mientras a pocas cuadras la policía arrojó bombas lacrimógenas a manifestantes que gritaban “¡Dina asesina, el pueblo te repudia!”.
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“Pido perdón, en nombre del Estado, a los deudos de todos los fallecidos, civiles, policías y militares y también a los heridos”, dijo Boluarte durante su discurso por el día nacional y se comprometió, junto al resto de funcionarios, a cooperar con la fiscalía. “No habrá impunidad para nadie en este caso”, indicó.
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Hasta ahora, la fiscalía peruana no ha detenido ni señalado a ningún miembro de las fuerzas de seguridad o funcionario gubernamental como responsable directo o indirecto por alguno de los 67 fallecidos que murieron entre diciembre y febrero en medio de las manifestaciones. Recién el martes la fiscalía anunció que pidió a un juez poder acceder a información reservada sobre la actuación de militares y policías.
Según las autopsias revisadas por The Associated Press, al menos 30 de los 49 civiles fallecieron por impacto de bala mientras protestaban, se enfrentaban con la policía o caminaban cerca de la zona de los choques. Naciones Unidas y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos coinciden en que los uniformados usaron excesivamente la fuerza y se cometieron violaciones de derechos humanos.
“Le diría a esa señora genocida que renuncie de una vez”, dijo a The Associated Press Dominga Hancco, madre de Nataly Aroquipa, estudiante de psicología de 17 años, quien murió tras recibir un balazo en el estómago en enero durante las manifestaciones en Juliaca. “A mi hija la han asesinado hace siete meses y no encontramos justicia, buscamos, gritamos, salimos a protestar y no nos escuchan”, añadió.
La señora Hancco vestía de luto y llevaba entre sus manos un retrato en blanco y negro de su hija, quien estudiaba en la Universidad de Aquino, en la ciudad boliviana de Cochabamba, y regresó a inicios de año para visitar a sus padres en Juliaca y ayudar a sus amigos con quienes rescataba animales de la calle.
La madre de la universitaria asesinada, al igual que los familiares de otros fallecidos en manifestaciones, había llegado a Lima hace pocos días para mostrar su protesta. “No vamos a callar nuestra voz hasta conseguir justicia que tarde o temprano va a llegar”, indicó.
Manifestantes se enfrentaron contra la policía a pocas cuadras del palacio del Parlamento donde la presidenta leyó su discurso. Los que estaban al frente de la muralla de policías usaron palos que fueron neutralizados por los escudos policiales y por decena de bombas lacrimógenas. También se observó al menos a un policía patear a una mujer manifestante.
Eugenia, una artista de 33 años, quien no brindó su apellido por temor a la policía, llevó una cabeza gigantesca elaborada con cartón y papel de una anciana campesina con largas trenzas y mirada melancólica, rodeada de una bandera peruana junto a decenas de pequeños retratos de los fallecidos.
“Es la abuela de todos los peruanos, sobre todo de los que han sido asesinados”, dijo.
Boluarte afirmó que lideraba un gobierno comprometido con el respeto de los derechos humanos y propuso firmar un pacto de reconciliación con los que exigen su renuncia, sin entrar en detalles. Pero, al mismo tiempo, señaló que las protestas habían buscado “reemplazar nuestra democracia por una dictadura”.
También reiteró que permanecerá en el cargo hasta 2026, luego que a fines de diciembre prometió adelantar las elecciones y así aplacar las protestas. En otro momento indicó que su prioridad era combatir la delincuencia y planteó modificar las leyes para expulsar del país a los extranjeros en caso de flagrancia.
El discurso de la mandataria sucedió al pedido de justicia para los muertos en las manifestaciones realizado por el arzobispo de Lima, Carlos Castillo, en una tradicional misa en la catedral de Lima.
El arzobispo pidió a Boluarte, funcionarios y legisladores ponerse en la situación de las víctimas y analizar "nuestros desaciertos y los graves males en que hemos incurrido, incluidas, las muertes que esperan justicia y reparación”.
Boluarte asumió el poder el 7 de diciembre, horas después que el Congreso destituyera al entonces presidente Pedro Castillo, quien intentó —sin éxito— disolver el Parlamento y ahora enfrenta en prisión una investigación por rebelión y corrupción.
“Perú es un pueblo vejado y abatido como ovejas sin pastor que siente el peso de la obscuridad y la confusión”, dijo el arzobispo. “Apreciemos la iniciativa creadora de nuestro pueblo en vez de despreciarla, como muchas veces pasa entre las dirigencias sociales, políticas y económicas, y también culturales e inclusive las eclesiales”, añadió.
Tanto Boluarte como los congresistas registran altos niveles de rechazo, según diversas encuestas. La mandataria tiene 81,6% de desaprobación, mientras que el Parlamento 90% de impopularidad, según el más reciento sondeo de la firma Instituto de Estudios Peruanos (IEP), realizado entre el 15 y 19 de julio entre 1.206 peruanos, con un margen de error de 2,8.
La misma encuesta del IEP indicó que 80% prefiere el adelanto de las elecciones, mientras que 15% considera que Boluarte siga en el poder. Un 58% se siente identificado con las protestas antigubernamentales, mientras que 33% no se siente identificado con las manifestaciones.