AREQUITO, Argentina (AP) — En el pequeño vestuario, el repiqueteo de los botines en el piso se hace más intenso a medida que se acerca el horario del partido. Manos ansiosas suben medias y acomodan camisetas dentro del pantalón hasta que el entrenador, al otro lado de la puerta, ordena salir a jugar.
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Desde una tribuna de madera, varias familias acompañan con aplausos el ingreso de los equipos al campo de juego. Candelaria Cabrera se ubica como volante por la derecha cuando el árbitro toca el silbato. Delgada y de tranco largo, la futbolista se impone en velocidad por su banda y con un disparo de zurda anota el primer gol para Huracán de Chabas en el 2-2 ante Alumni por una liga regional femenina del sur de la provincia de Santa Fe.
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Hasta hace poco, no había equipos ni torneos femeninos en esa zona fructífera de futbolistas hombres. En 2018, Candelaria era la única niña que jugaba en la liga infantil de varones. Cuando una normativa regional que prohíbe formaciones mixtas en categorías menores quiso sacarla de las canchas, ella y su familia dieron una pelea que marcó un punto de inflexión en el fútbol femenino de Argentina.
“Se empezaron a sumar bastantes chicas, a algunas las conocía y a otras no. Y de pueblos cercanos. Sabía que querían jugar, pero no sabía que se iban a animar”, contó Candelaria, de 12 años, en una reciente entrevista con The Associated Press al recordar el impacto que generó una fotografía viral suya a sus siete años sosteniendo un cartel escrito a mano por ella (“Quiero jugar al fútbol”) y una pelota debajo de su pie derecho.
A partir de su reclamo, las autoridades de la liga regional crearon un departamento de fútbol femenino y desde 2019 nacieron los torneos infantiles en categorías Sub12 y Sub14, en el que actualmente compite Candelaria con el equipo de su pueblo natal Chabas.
“Ahora me siento más cómoda. Antes eran más brutos”, acotó justo antes del comienzo del encuentro en una de las canchas del club Belgrano de Arequito, Santa Fe, a unos 370 kilómetros al norte de Buenos Aires, que fue sede de tres partidos de la liga femenina Casildense a fines de junio.
El caso de Candelaria expuso uno de los mayores obstáculos para el avance del fútbol femenino en el país sudamericano: la formación de jugadoras desde temprana edad. Mientras el astro Lionel Messi y Ángel Di María, ambos campeones mundiales en Qatar, aprendieron a pegarle a la pelota de pequeños en academias y clubes barriales de Santa Fe, la mayoría de las futbolistas de la selección Argentina que competirá en el Mundial de Nueva Zelanda y Australia jugaban con varones y completaron su formación de adultas en primera división.
“Hoy las chicas que están no fueron las que pudieron hacer divisiones inferiores en sus clubes, sino muchas empezaron de más grandes o jugaron con chicos”, describió Florencia Quiñones, exjugadora y actual entrenadora de Boca Juniors. “Vamos a ser más potencia el día que empiece esta evolución de las inferiores, pero de acá a un par de años”.
Mientras Candelaria pedía en 2018 seguir jugando con varones, Quiñones formó parte de la rebelión de futbolistas de la selección ese mismo año contra la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) por falta de pago y apoyo, inspirada por el poderoso movimiento feminista que tomó entonces las calles contra la violencia machista.
Lo que siguió fue la profesionalización del fútbol femenino en 2019 y se estableció de manera progresiva la inclusión de equipos juveniles de 14 a 19 años en los clubes de primera división. Recientemente, AFA suscribió un acuerdo con el ministerio de Educación para que el fútbol que se dicta en las escuelas sea mixto.
“No es la misma realidad”, destacó Quiñones sobre la huelga de jugadoras de hace cinco años. “Quedó demostrado que está cambiando el fútbol femenino y por algo se volvió a clasificar al Mundial. Eso es un cambio grandísimo que se hizo, hoy la selección tiene una identidad, es mucho más protagonista”.
La Albiceleste buscará el primer triunfo de su historia en cuatro participaciones mundialistas. Competirá en el Grupo G junto a Suecia, Italia y Sudáfrica.
A más largo plazo, AFA busca talentos por todo el país e incluso en Estados Unidos —hijas de migrantes argentinos— para nutrir a los seleccionados juveniles.
“Venimos muy atrás de Brasil, Colombia, Venezuela y Chile”, reconoció Christian Meloni, entrenador de las selecciones Sub17 y Sub20. "Ellos han sido pioneros en el desarrollo del fútbol femenino. Pero el futuro es prometedor. Cada día salen mejores jugadoras en Argentina porque hay más chicas que lo practican”.
En Arequito, Huracán de Chabas mantuvo el invicto en la liga Casildense al anotar el empate en el último minuto de un partido friccionado. Padres, hermanos, tíos y abuelos despiden con aplausos a las jugadoras.
“Hay chicas que juegan muy bien”, valoró Federico Battistelli, técnico de Huracán. "Si bien el deporte femenino no es tan masivo como masculino, de a poco se va haciendo y van a ir apareciendo jugadoras con un nivel alto. No sé si como Messi, pero con un nivel alto seguro".
Candelaria, quien empezó a jugar a los tres años con una pelota que le regaló su familia y quien tiene de ídolo al capitán de la selección, no sabe si se convertirá en jugadora profesional. Pero con su persistencia inspiró a una nueva generación de niñas a desafiar los prejuicios en la práctica del deporte más popular de Argentina.
“Ella va feliz a la cancha, lo toma normal, como parte de su vida”, afirmó su mamá Rosana Noriega. “Ella hace lo que le gusta y al que le gusta bien y el que no también. Está contenta porque ahora tiene muchas amigas dentro del fútbol, que comparten su pasión. No es la chica ‘rara’, ahora hay también otras chicas que son ‘raras’”.