LA PLATA, Argentina (AP) — El arzobispo argentino Víctor Manuel Fernández, elegido por el papa Francisco para dirigir una poderosa oficina del Vaticano, admitió el domingo que cometió errores en la forma en que manejó en 2019 el caso de un sacerdote denunciado por abusos sexuales a menores, lo que todavía le acarrea críticas por supuestamente haber protegido al clérigo.
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“Hoy ciertamente yo actuaría muy distinto y ciertamente mi actuación fue insuficiente... Lo tengo absolutamente claro; hoy tengo más experiencia y tengo otros procedimientos”, dijo Fernández a The Associated Press durante una entrevista realizada luego de celebrar una misa en la ciudad de La Plata, a unos 70 kilómetros al sur de Buenos Aires.
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El papa Francisco nombró el 1 de julio a Fernández para dirigir a partir de septiembre el Dicasterio de la Santa Sede para la Doctrina de la Fe, que garantiza la ortodoxia doctrinal y una de cuyas áreas consiste en manejar las acusaciones de abuso sexual presentadas contra el clero. El arzobispo también fue nombrado cardenal junto a una veintena de religiosos, anunció el papa el domingo.
BishopAccountability.org, una organización de Estados Unidos que mantiene un archivo en línea sobre abusos en la Iglesia católica romana, cuestionó recientemente el nombramiento del arzobispo al frente del Dicasterio al afirmar que Fernández se negó a creer las denuncias de los menores que acusaron a Eduardo Lorenzo, sacerdote de la archidiócesis de La Plata, de haber abusado de ellos.
A fines de 2019, horas después de enterarse de que una jueza argentina había ordenado su detención por el presunto abuso sexual de cinco niños, Lorenzo fue hallado sin vida en instalaciones de Cáritas de La Plata, en lo que se consideró un suicidio, impidiendo la celebración de un eventual juicio para dilucidar su responsabilidad.
En respuesta a las críticas de la organización estadounidense, Fernández afirmó a la AP días atrás en un comunicado que “nunca” dijo no haber creído dichas denuncias y que tomó medidas para alejar al sacerdote de las supuestas víctimas.
Pero el domingo, durante la entrevista, se mostró más autocrítico con su proceder, que atribuyó a que llegó en 2018 al Arzobispado de La Plata “sin ninguna experiencia en otra diócesis”, y a que en aquel momento los procedimientos para lidiar con las denuncias de abusos cometidos por clérigos “eran menos claros”.
“No puedo decir que he cometido un crimen o algo contra lo establecido en aquel momento, pero que podría haber sido mucho mejor padre, mucho mejor pastor y mucho más eficiente, eso por supuesto que lo reconozco”, aseveró el hoy cardenal.
“Con todo lo que digo queda claro que yo no actué de la mejor manera”, subrayó.
En su defensa, indicó que se dejó orientar por personas que “tampoco tenían los elementos" que hay en la actualidad para proceder, a las cuales no identificó.
“En estos últimos años hemos avanzado enormemente, hay protocolos de la Santa Sede, de la Conferencia Episcopal que no hace mucho se terminaron de armar, que son mucho más claros. Nos permite tomar decisiones más rápido y adecuadas”, afirmó el arzobispo.
Fernández acotó que si tuviera que corregir algo, habría "tratado a las víctimas con más cercanía” y "tomado las medidas un poco antes" para alejar a Lorenzo de sus tareas como sacerdote mientras la causa canónica para investigarlo discurría de forma paralela a la encabezada por la justicia penal.
“Fui esperando a ver cómo actuaba la justicia, qué hacía la fiscal, que elementos objetivos nos llegaban”, argumentó.
Las denuncias en contra Lorenzo habían comenzado en 2008, cuando los padrinos de un menor le acusaron de abusos, pero la justicia argentina archivó el caso al entender que no había suficientes pruebas incriminatorias. Once años después, el abogado Juan Pablo Gallego logró que se reabriera la causa penal y comenzó a representar a otros denunciantes mientras la justicia canónica hacía sus pesquisas, siendo Fernández arzobispo de La Plata.
Anne Barrett Doyle, codirector de BishopAccountability.org, no creyó en las palabras del arzobispo.
“Se declara desconcertado, pero es un hombre sofisticado y educado. Cuando llegó a La Plata en 2018, la crisis de abuso sexual del clero había sido noticia de primera plana durante décadas. Sus alegatos de ignorancia no son creíbles", afirmó Barrett Doyle.
La activista cuestionó que luego de que resurgiera el escándalo en torno a la figura de Lorenzo, Fernández lo dejara en el ministerio parroquial durante largos meses y que demostrara “repetidamente” su apoyo al sacerdote.
“Abandonó su responsabilidad con las víctimas y profundizó su sufrimiento..... Si el arzobispo Fernández finalmente se arrepintió de su manejo de este caso, ¿Por qué nunca se acercó a las víctimas de Lorenzo?”, se preguntó Barrett Doyle.
Según el abogado de los querellantes, la reflexión de Fernández “es muy tardía”.
“Me tocó vivir que Fernández trabajó rápido para de algún modo interferir en la investigación judicial”, aseveró Gallego.
El abogado indicó que el Tribunal Eclesiástico Interdiocesiano de La Plata bajo el mando del Fernández aportó elementos que buscaron proteger al cura denunciado, lo que es negado por el arzobispo.
Fernández fue cuestionado además por haber brindado protección al sacerdote en las instalaciones de Cáritas, haberse mostrado junto a él en fotografías que se encuentran en la página web del Arzobispado y haber celebrado una misa en su nombre después de su suicidio, en la que afirmó que el sacerdote había pasado por un gran momento de estrés.
Fernández dijo que había hablado con el Papa de las críticas recibidas sobre el caso de Lorenzo. “Me dijo: 'vos explicá la realidad tal como fue”.
Por otro lado, con respecto a las versiones sobre las futuras funciones que tendrá en la oficina de vigilancia de la ortodoxia doctrinal, el arzobispo acotó que el Papa le comunicó que se dedique a la sección doctrinal o teológica y confíe lo referido a abusos de menores a la sección disciplinaria que tiene profesionales especializados.
Dijo que se asegurará de que esa última área "tenga todo lo que necesita, el apoyo, y los recursos para su trabajo”.