Roger Payne, el científico que desató un movimiento conservacionista mundial con su descubrimiento de que las ballenas son capaces de cantar, falleció a los 88 años.
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Payne hizo el descubrimiento en 1967 en un viaje exploratorio a Bermuda en que un ingeniero de la Armada estadounidense le mostró una grabación de extraños sonidos submarinos captados cuando la nave trataba de detectar submarinos rusos. Payne identificó los sonidos como canciones que las ballenas se cantan unas a otras.
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Payne consideró el descubrimiento como una oportunidad para generar interés en salvar a los cetáceos, que estaban desapareciendo. Payne produjo el álbum “Songs of the Humpback Whale” (“Canciones de la ballena jorobada”) en 1970. El disco se convirtió en un éxito sorpresivo y generó un movimiento global para poner fin a caza de ballenas y salvar de la extinción a los animales.
Payne reconoció que su descubrimiento ofrecía una oportunidad de crear interés en proteger a un animal que hasta ese entonces era considerado más que nada como un recurso natural, una curiosidad o una molestia. En una entrevista con Nautilus Quarterly en 2021, relató que cuando escuchó el sonido por primera vez, en la ruidosa sala de máquinas de la embarcación, supo casi de inmediato que se trataba de ballenas.
“A pesar del ruido, lo que escuché me dejó asombrado. Me pareció obvio que al fin, aquí había la oportunidad de hacer que el mundo se interesara por prevenir la extinción de las ballenas”.
— Roger Payne
Payne falleció el sábado de cáncer de pelvis. Vivía en South Woodstock, Vermont, con su esposa, la actriz Lisa Harrow. Todavía no se han hecho las disposiciones fúnebres, dijo Harrow.
Payne tuvo cuatro hijos de un matrimonio anterior con la zoóloga Katy Payne, con la cual colaboraba. Los dos usaron equipos primitivos a fines de la década de 1960 para grabar los sonidos de las ballenas jorobadas, cuyas complejas y enervantes canciones a veces llegan a durar media hora.
El impacto de su descubrimiento en el incipiente movimiento ambientalista fue inmenso. Muchos activistas antibélicos de la época adoptaron como suyas las nuevas causas de salvar a los animales y al medio ambiente, y la frase “Salvemos a las ballenas” se volvió popular en mochilas y calcomanías.