GINEBRA (AP) — Cuando Kevin-Prince Boateng salió de la cancha en protesta por recibir insultos racistas de parte de aficionados de un equipo rival hace una década puso a las autoridades del fútbol en una ruta para aplicar sanciones más duras en casos de discriminación.
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Sus compañeros en el AC Milan lo respaldaron cuando Boateng, que es de raza negra, se negó a tolerar los cánticos racistas que escuchó de parte de los hinchas de un pequeño club provincial durante un partido de exhibición a la mitad de la temporada en 2013.
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Boateng pateó el balón en dirección de los aficionados rivales antes de dirigirse al vestuario, seguido por todos sus compañeros.
En la sede de la FIFA en Zurich, el entonces presidente Joseph Blatter aprovechó el momento para exigir castigos más duros para los clubes, las federaciones nacionales y sus equipos —o los jugadores responsables— en casos de racismo y discriminación.
Suspensiones más largas. Reducción de puntos. Descenso a la segunda división o expulsión de competencias y torneos.
Meses después de la decisión de Boateng, la FIFA creó un grupo especial especializado en combatir el racismo y fortaleció su código disciplinario. Lo mismo hizo la UEFA, el organismo rector del fútbol europeo, cuya suspensión mínima de 10 partidos en penalización era del doble que la de la FIFA.
Sin embargo, Blatter rápidamente se retractó de convertir sus duras palabras en acciones en forma.
¿Las sanciones deportivas serían respaldadas en los tribunales?
“Esto derivará en que haya personas que ingresen al estadio con el deseo de detener el partido intencionalmente”, declaró Blatter, insinuando que los aficionados podrían valerse de la norma para respaldar propósitos nefastos.
Diez años después del incidente de Boateng, pocas de las sanciones más duras han sido aplicadas y el racismo sigue siendo un problema en los estadios.
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SUSPENSIONES POR 10 PARTIDOS
La FIFA rápidamente asumió la opción en 2013 de imponer una suspensión más larga a jugadores o funcionarios por conducta racista, discriminatoria u ofensiva.
El defensa croata Josip Šimunić se perdió el Mundial de 2014 debido a un incidente ocurrido minutos antes de que su selección nacional clasificara al torneo. Šimunić festejó una victoria sobre Islandia en Zagreb encabezando a los aficionados que coreaban consignas identificadas con el régimen croata pronazi durante la Segunda Guerra Mundial.
El defensa Ondřej Kúdela de la República Checa no pudo acudir a la Eurocopa en 2021 debido a que fue suspendido 10 partidos tras proferir un insulto racista contra un rival mientras jugaba para el Slavia Praga en un partido de la Liga Europa. El caso se apoyó fuertemente en la palabra del acusador contra el presunto agresor, lo que lo convirtió en una decisión histórica.
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DEDUCCIONES DE PUNTOS
La insistencia inicial de Blatter en la deducción de puntos, el descenso obligatorio de división o la descalificación de equipos no ha sido implementada en la creciente escala de sanciones en el fútbol, la cual inicia con multas y el cierre parcial de estadios y rara vez asciende a penalizaciones más estrictas.
La deducción de mayor perfil fue el punto que la UEFA le retiró a Croacia en un partido de la fase de grupos para la clasificación a la Eurocopa de 2016. El incidente involucró una imagen de una esvástica insertada en la cancha antes de un encuentro frente a Italia, disputado en un estadio vacío debido a la conducta racista de aficionados croatas en un juego previo.
Algunos alegaron que fue un acto deliberado de sabotaje para avergonzar a la federación croata de fútbol. Pero la UEFA responsabilizó a la federación porque tiene a su cargo proteger la cancha de actos de vandalismo.
Croacia de todas formas clasificó a la Eurocopa de 2016.
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CASOS EN TRIBUNALES
A pesar de la presión para que se apliquen sanciones más duras a los equipos cuando los aficionados lancen insultos racistas a los jugadores, un fallo del Tribunal de Arbitraje Deportivo en 2003 estableció un baremo para los castigos proporcionales que depende del número de hinchas involucrados y la gravedad del incidente.
Ese caso ocurrió aproximadamente un año después de que el astro francés Thierry Henry, que es negro y estaba jugando para el club británico Arsenal, fue insultado por fanáticos del PSV Eindhoven en Holanda durante un partido por la Liga de Campeones.
Posteriormente el PSV recurrió al tribunal de arbitraje para impugnar una multa de unos 32.000 euros (35.000 dólares). La corte ratificó el principio de responsabilizar a los clubes por la conducta de los aficionados, pero redujo la multa a menos de 20.000 euros (22.000 dólares).
El tribunal dijo que los insultos habían sido “aislados, de escala y duración muy limitados”.
Ese precedente de hace 20 años sigue siendo un factor en los casos que van a proceso en la actualidad.
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CASOS DESECHADOS
Tanto la FIFA como la UEFA cerraron las investigaciones debido a falta de evidencia en torno a la presunta agresión racial de jugadores juveniles ingleses por parte de rivales. Los incidentes ocurrieron en la final del Mundial Sub-17 contra España, y en un juego de la Liga Juvenil de la UEFA entre el equipo inglés Liverpool y club ruso Spartak de Moscú.
La UEFA también desechó casos después de que futbolistas negros dijeron haber escuchado insultos racistas de parte de hinchas rivales durante partidos. El delantero sueco Alexander Isak le avisó al árbitro en un partido de clasificación de la Eurocopa 2020 en Rumania y Michy Batshuayi escuchó insultos dirigidos a él mientras jugaba para el club alemán Borussia Dortmund contra el club italiano Atalanta en un partido de la Liga Europa en 2018.
Batshuayi se mofó de la UEFA en un tuit después de que la investigación fue cancelada semanas después. La UEFA no proporcionó una razón.
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CASTIGANDO AL ACUSADOR
Más de una década después de que Boateng se salió de la cancha, los jugadores que protestan contra insultos racistas aún pueden sentir la falta de apoyo.
En abril, el gesto de silencio del delantero Romelu Lukaku del Inter de Milán hacia los aficionados de la Juventus que lo insultaron en un partido de la Copa de Italia derivó en una segunda tarjeta amarilla y su expulsión. A la larga la Federación Italiana de Fútbol revocó la suspensión de un juego que le había sido impuesta a Lukaku.
En un partido de la liga portuguesa en 2020, el delantero Moussa Marega del Porto había recibido agresiones racistas de parte de hinchas del Vitoria, que le arrojaron asientos después de que él anotó y señaló su piel. Cuando Marega, que nació en Francia pero juega para la selección de Mali, sostuvo uno de los asientos en su cabeza en un gesto de desafío el árbitro le mostró una tarjeta amarilla.
Entonces intentó salirse de la cancha, pero sus compañeros de equipo se lo impidieron.
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PODER DE LOS JUGADORES
En 2019, los futbolistas del club francés Paris Saint-Germain y el equipo turco Basaksehir de Estambul se negaron a continuar con su partido por la Liga de Campeones después de que un árbitro se refirió a un entrenador asistente por el color de su piel.
Los jugadores de ambos equipos creían que el árbitro rumano Sebastian Coltescu había insultado racialmente al entrenador asistente del club turco, Pierre Webo, que es de Camerún.
El encuentro tuvo que ser concluido al día siguiente con un nuevo conjunto de árbitros, un indicio del creciente poder que los futbolistas tienen ahora para influir en qué acciones se tomen en casos de agresiones racistas.
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NUEVAS NORMAS DE LA FIFA
Este año, la FIFA actualizó y enmendó sus normas para ayudar a ambas partes en casos disciplinarios.
Ahora, las víctimas en casos de discriminación son partes de un caso “que disfrutan de todos los derechos de procedimiento”, incluida la capacidad de apelar los veredictos.
Los jugadores y equipos acusados pueden recibir un castigo reducido si trabajan con la FIFA en un plan educativo “para asegurar que se actúe contra la discriminación y para prevenir que se repitan los incidentes”.