Fueron confiscados 24 loros de color verde lima que “cantaban” y giraban la cabeza cada vez que alguien se acercaba a las grandes jaulas donde vivían desde que salieron de los huevos en marzo.
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Las aves, nativas de Centroamérica, fueron retiradas a un contrabandista en el Aeropuerto Internacional de Miami y crecen en la Fundación de Conservación de Especies Raras, una labor constante que incluye alimentarlas a mano cinco veces al día en una sala llena de grandes jaulas.
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Tienen apenas nueve semanas, pero estos loros ya sobrevivieron a un duro viaje tras ser arrebatados de sus nidos en un bosque. Ya tienen casi todo el plumaje y el personal empezó a cambiar su alimentación de una fórmula especial a una dieta de bolas de comida y fruta.
“¿Están listos para conocer a los niños?”, preguntó Paul Reillo, profesor de la Universidad Internacional de Florida y director de la fundación, mientras guiaba a los visitantes hasta un pequeño edificio tras una enorme casa en Loxahatchee, una población rural cerca de West Palm Beach.
“Son bebés criados a mano”, dijo mientras los polluelos piaban y miraban curiosos a los visitantes “Nunca han visto a mamá y papá, los hemos criado nosotros desde que salieron del huevo”.
Una bolsa de mano en el aeropuerto de Miami fue lo que llamó la atención de un agente de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos (CBP, por sus iniciales en inglés).
El pasajero acababa de llegar en el vuelo 392 de TACA Airlines desde Managua, Nicaragua, y hacía escala en Miami para regresar a su casa en Taiwán, según una denuncia penal presentada ante la Corte federal del Distrito en Miami.
Los agentes detuvieron a Szu Ta Wu en un control. Se le preguntó por el ruido que salía de su bolsa, que Reillo describió después como una “sofisticada” hielera con temperatura controlada.
Wu metió la mano, sacó una bolsa más pequeña y le enseñó un huevo a un agente, según la denuncia. Entonces el agente miró dentro y vio más huevos y un diminuto pájaro sin plumas que acababa de romper el cascarón.
El hombre dijo al agente que había 29 huevos y que no tenía documentación para transportar los pájaros. Wu fue detenido y se le declaró culpable de contrabando de aves a Estados Unidos. Podría recibir una pena de hasta 20 años de prisión cuando se dicte sentencia el 1 de agosto.
El agente confiscó la bolsa y contactó con el Servicio Federal de Pesca y Vida Silvestre. Para entonces, ocho de los pollos habían salido del huevo o estaban rompiendo el cascarón.
En una carrera frenética por salvar a los polluelos, el agente ayudó a instalar una incubadora improvisada en el aviario del Departamento de Agricultura en el aeropuerto.
Al día siguiente, la doctora Stacy McFarlane, veterinaria del Departamento de Agricultura y que atendió en un principio a los huevos y pollitos en el aeropuerto, con otros funcionarios, entregó los polluelos y huevos restantes al proyecto de conservación de Reillo.
“En ese momento era todo una contrarreloj. Teníamos todos estos huevos, los polluelos estaban saliendo, la incubadora en marcha y para cuando todo terminó, logramos que 26 de los 29 huevos se abrieran, y 24 de los 26 polluelos sobrevivieron”, relató la doctora.
BirdLife International considera a la amazona nuquigualda como “en peligro crítico”, con una población en libertad entre los mil y dos mil 500 ejemplares. La amazona frentirroja también está designada como de población en descenso.
“La mayoría de estos casos de tráfico terminan en tragedia. El hecho de que los huevos se estuvieran abriendo el primer día de su viaje de Managua a Miami nos dice que era improbable que alguno hubiera sobrevivido si (el pasajero) hubiera hecho todo el camino a su destino en Taiwán. Eso habrían sido otras 24 o 36 horas de viaje”.
“Los loros viven mucho tiempo, 60-70 años. Son criaturas conscientes, muy inteligentes, sociales y como todo ser vivo, pensamos que merecían una oportunidad. La cuestión es, ¿dónde van a terminar? ¿Cuál va a ser su viaje? Acaba de comenzar”, finalizó Reillo.