MADRID, 19 (EUROPA PRESS)
PUBLICIDAD
PUBLICIDAD
Un estudio de la Universidad Queen Mary de Londres, publicado en la revista 'One Earth', también revela que se sabe poco sobre la eficacia de las políticas existentes, ya que se utilizan estimaciones de emisiones de metano potencialmente poco representativas en lugar de mediciones reales. Las estimaciones inexactas también pueden hacer que los responsables políticos se tomen menos en serio el problema al ocultar su gravedad.
Los investigadores sostienen que la falta de regulación y de claridad sobre su impacto debe abordarse urgentemente si queremos cumplir nuestros objetivos climáticos globales. El estudio sugiere que un planteamiento coherente en todo el mundo, con una cuantificación e información sólidas, podría abrir nuevas oportunidades para reducir drásticamente los niveles de calentamiento global.
Para cumplir el objetivo de 1,5 ºC del Acuerdo de París, las emisiones de metano de origen humano deben reducirse en al menos un 40-45% para 2030, en comparación con los niveles de 2020.
La mitigación del metano no solo es una estrategia rentable para reducir el calentamiento global, sino que también podría mejorar la calidad del aire. En la actualidad, las emisiones de metano están aumentando más rápidamente que en cualquier otro momento desde la década de 1980.
Esta revisión mundial de las políticas sobre metano es la primera que analiza sistemáticamente todas las principales fuentes de emisión de origen humano, la agricultura, la energía y los residuos. Los investigadores se centraron en 281 políticas de todo el mundo, 255 de ellas actualmente en vigor, cuyo objetivo es controlar y reducir las emisiones de metano, examinando la cobertura geográfica, la solidez y la eficacia de las políticas.
El 90% de las políticas nacionales identificadas se han adoptado en tres regiones: América del Norte (39%), Europa (30%) y Asia-Pacífico (21%). A nivel mundial, la investigación muestra que se ha producido un aumento gradual de las políticas sobre metano desde 1974.
Pero las políticas sobre el metano fósil, por ejemplo las dirigidas a las emisiones de los sectores del carbón, el petróleo y el gas, tienden a ser menos estrictas que las dirigidas a las fuentes de metano biogénico, especialmente en el sector de los residuos.
En las jurisdicciones en las que se aplican políticas sobre el metano fósil, otras oportunidades de mitigación incluyen las emisiones a lo largo de la cadena de suministro, por ejemplo, las emisiones de los buques de transporte de gas natural licuado (GNL), que fueron investigadas por un equipo de investigadores de la QMUL dirigido por el doctor Balcombe.
Uno de los principales retos a la hora de medir las emisiones de metano es identificar y cuantificar con precisión las fuentes. El desarrollo y uso de tecnologías como los satélites para controlar las emisiones de metano pueden ayudar a los responsables políticos en la medición, verificación, cumplimiento y detección de superemisores.
La introducción de políticas con una mayor cobertura, soluciones de mitigación que incluyan a las principales fuentes y objetivos mensurables podría conducir a una reducción significativa de las emisiones de metano.
Maria Olczak, investigadora principal de este proyecto de la Universidad Queen Mary de Londres, explica que "la reducción del metano sigue percibiéndose como una opción más que como un paso necesario junto a la reducción del CO2 para combatir el calentamiento global. Y con tantas fuentes distintas, hace falta un mayor apoyo social y voluntad política para actuar".
"Nuestro estudio subraya el valor de establecer políticas predecibles y claras para la industria --prosigue--. Ayudarán a tomar decisiones de inversión eficaces en consonancia con los objetivos de mitigación climática a largo plazo, incluida la disminución de la intensidad de las emisiones y de la producción en las economías desarrolladas y en desarrollo".
El doctor Paul Balcombe, autor del estudio y Profesor Titular de Ingeniería Química en Queen Mary, comenta que "resulta chocante ver que la mayoría de las emisiones de metano no están reguladas, cuando hoy en día contribuyen en gran medida al calentamiento global, aunque controlar con precisión las emisiones no es fácil. Nuestras posibilidades de alcanzar los objetivos climáticos globales son escasas si esto no se controla", alerta.
"La buena noticia es que existe una enorme oportunidad de limitar el calentamiento a corto plazo si actuamos con rapidez para controlar las emisiones de metano --continúa--. Necesitamos urgentemente una normativa más estricta sobre un mejor control del metano y acciones concretas para adoptar medidas de reducción".
Por su parte, Andris Piebalgs, autor del estudio, profesor a tiempo parcial de la Escuela de Regulación de Florencia y antiguo Comisario de Energía de la UE, subraya que "en los últimos años hemos asistido a un aumento de la atención prestada al metano gracias a iniciativas multilaterales como el Observatorio Internacional de Emisiones de Metano y el Compromiso Mundial sobre el Metano".
"La Unión Europea y la Agencia de Protección del Medio Ambiente de Estados Unidos (EPA, por sus siglas en inglés) están ultimando una ambiciosa normativa sobre las emisiones de metano en el sector energético --recuerda--. Espero que la próxima COP28 y la primera Evaluación Global hagan que los responsables políticos de todo el mundo se den cuenta de que la mitigación del metano es una forma eficaz de mejorar sus compromisos climáticos".