Con niños agotados de la mano, migrantes desesperados intentaban abrirse paso el jueves hacia Estados Unidos antes de que se suspenda una norma de salud conocida como Título 42, la cual fue implementada para prevenir la propagación del COVID-19.
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En Texas, elementos de la Guardia Nacional fueron movilizados hacia la frontera con México como parte de la respuesta de su estado a la oleada, portando armas mientras los migrantes llegaban con niños adormilados y la ropa empapada después de cruzar el río Bravo, llamado Rio Grande en inglés.
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Moviéndose entre muros fronterizos reforzados con alambre de púas, los migrantes se resguardaban del sol abrasador debajo de sábanas de tela blanca.
Un migrante esposado sonreía mientras era trasladado en autobús hacia un vuelo de deportación del Servicio de Control de Inmigración y Aduanas de Estados Unidos (ICE, por sus siglas en inglés) rumbo a Guatemala. A poca distancia de ahí, miembros de la Guardia Nacional colocaban más alambre.
A las afueras de la ciudad de Matamoros, México, los migrantes se mantenían en la orilla del río Bravo, con el paso bloqueado hacia Estados Unidos.
Migrantes de Venezuela, Ecuador, Colombia y naciones de Centroamérica, entre otros, se movilizaron ante el temor de que les pueda resultar más difícil quedarse en territorio estadounidense una vez que se retiren las restricciones.
Un migrante colombiano le dio una frazada a un padre y su hijo, también colombianos. El grupo había estado acampando al otro lado de la frontera de California durante días, a la espera de solicitar asilo.