MADRID, 26 (EUROPA PRESS)
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Los cambios climáticos están provocando un torbellino que parece ofrecer a algunas criaturas oportunidades de prosperar. Los científicos que diseñan escenarios sobrecargados advierten que la diferencia entre la adaptación estacional y la adaptación a largo plazo es enorme y difícil de predecir.
Los biólogos estudiaron los caballitos del diablo, que se parecen a las libélulas y abundan como depredadores y presas en los humedales, para saber qué ocurre a lo largo de su ciclo vital, desde que son ninfas hasta que se convierten en insectos alados, y qué comen cuando los veranos son más cálidos y largos.
Este trabajo tiene una peculiaridad, y es que combina varias temporadas de trabajo observacional y experimental sobre el terreno y en laboratorio con la aportación de un ecólogo teórico, matemático de formación con una gran capacidad de modelización.
"Estamos viendo que el ritmo del cambio climático es mucho más rápido de lo que los organismos han soportado en su experiencia evolutiva --afirma Phoebe Zarnetske, profesora asociada de biología integrativa, IP del Laboratorio de Ecología Espacial y Comunitaria (SpaCE) y directora del IBEEM--. Ese ritmo acelerado va a ser aún más problemático con el aumento de fenómenos extremos como las olas de calor".
El trabajo concluye que la inserción del nivel adecuado de datos extraídos de experiencias de campo, concretamente los efectos de los cambios estacionales de temperatura en los ciclos vitales de los consumidores, crea un modelo de simulación de depredador-presa más sólido.
Difiere de los resultados de modelos similares con menos realismo biológico que predecían que las tendencias al calentamiento condenarían a los depredadores. Los científicos consideran que los caballitos del diablo de Michigan sobreviven al calentamiento climático si adoptan un ciclo vital similar al de sus parientes del sur, es decir, dos ciclos vitales por temporada en lugar de uno.
El estudio se desarrolló a partir del trabajo de la primera autora, Laura Twardochleb, como estudiante de doctorado en el laboratorio de Zarnetske. Había pasado tiempo observando el ciclo vital de un año de los caballitos del diablo en Michigan.
Emergen como adultos de los estanques en primavera. Se aparean, se reproducen y los juveniles crecen durante un año en el estanque comiendo zooplancton. Son buenos sujetos de estudio, dice, porque se desarrollan tanto en el exterior como en el laboratorio.
Twardochleb, que ahora trabaja en la Junta de Control de Recursos Hídricos del Estado de California, formó parte del Programa de Ecología, Evolución y Comportamiento de la MSU y, como parte del mismo, asistió a una clase de Chris Klausmeier, catedrático de la Fundación MSU de Biología Vegetal y Biología Integrativa.
Vio que los primeros modelos que proyectaban cómo afectaría el calentamiento del clima a los depredadores ectotérmicos eran mucho más simples que la naturaleza que ella observaba. En primer lugar, los modelos no tenían en cuenta el cambio de estaciones en el norte. Los modelos tampoco tenían en cuenta el tamaño y la tasa de crecimiento de los depredadores ni los cambios en su ciclo vital con el calentamiento.
Mientras tanto, Klausmeier, ecólogo teórico, reconocía la salsa especial que aporta un experimentalista al crear modelos matemáticos que parten de supuestos sobre cómo se comportan, crecen, nacen y mueren los organismos.
"Puedo inventar el modelo que quiera sin tener en cuenta la realidad --explica Klausmeier--, pero eso es un poco peligroso porque, por supuesto, quieres algo relacionado con el mundo real. Cuando te unes a un experimentalista puedes aportar no sólo los resultados y parámetros experimentales, sino también la historia natural profunda y el conocimiento del sistema para conocer las variables clave y las restricciones".
El trabajo, que tiene en cuenta un clima más cálido pero estacional, muestra cómo los caballitos del diablo pueden crecer y reproducirse más rápidamente. Al crear un modelo que sólo permitía a los caballitos del diablo virtuales vivir un ciclo vital de un año en un mundo más cálido, se quemaron y murieron. La extinción estaba en el horizonte.
Pero si se permitía a los insectos la opción de llevar dos generaciones en una estación, prosperar era una posibilidad. "Muchos modelos decían que los depredadores iban a morir de hambre --recuerda Twardochleb--. Eso es lo emocionante: que podemos hacer modelos más realistas".
Según Twardochleb, este trabajo es una buena base para entender cómo responderán otras especies a un mundo más cálido, sobre todo especies como los mosquitos, que son molestas y potencialmente portadoras de enfermedades.
Y añade que el reto continuo irá más allá de la idea de que las distintas especies se adapten a un nuevo mundo. El cambio climático está superando ese tipo de evolución de una forma sin precedentes. Y los fenómenos meteorológicos extremos (olas de calor, sequías, inundaciones) son toda una variable. "Ese es nuestro próximo paso --anuncia--. La imprevisibilidad es dura".