LONDRES (AP) — El rey Carlos III es un hombre con prisa.
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Después de esperar casi 74 años para convertirse en rey, Carlos ha utilizado sus primeros seis meses en el trono para reunirse con líderes religiosos de toda Gran Bretaña, reorganizar las residencias reales, escenificar su primera visita de Estado al extranjero y celebrar una pernocta en el Castillo de Windsor que incluyó al entrenador de la selección de fútbol de Inglaterra. Luego vino la gran noticia: abrió los archivos reales a los estudiosos que investigan los vínculos de la corona con la esclavitud.
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“Estamos ya sorprendidos por el príncipe Carlos que se convirtió en el rey Carlos, y a quien todavía llamamos príncipe Carlos porque es así como pensamos de él”, bromeó el historiador real Robert Lacey. “Pero, en realidad, se ha convertido en monarca más rápido de lo que la gente esperaba”.
Cuando faltan menos de dos semanas para su coronación, Carlos y la maquinaria del Palacio de Buckingham trabajan a toda velocidad para mostrar al nuevo rey en acción. Y el público está viendo a un nuevo tipo de soberano que trata de adelgazar la monarquía y mostrar que esta aún es relevante en una nación moderna y multicultural donde la reverencia por la reina Isabel II silenció las críticas durante sus 70 años en el trono.
Fuera quedó el decoro matriarcal que caracterizó el reinado de Isabel. Ahora hay un monarca más humano, que contuvo las lágrimas al dirigirse a la nación después de la muerte de su madre e hizo una pequeña rabieta cuando la tinta de un bolígrafo se escurrió en sus dedos mientras firmaba un libro en Irlanda del Norte. El público rio de buena gana. Ahora el rey lleva su propia pluma en caso de que tenga que firmar algo de emergencia.
A diferencia de Isabel, que avanzaba majestuosamente en reuniones con súbditos que se inclinaban y hacían reverencias ante ella, el rey Carlos se sentó en el piso con la congregación durante una visita a un gurdwara —un lugar de culto sij— en Luton, a unos 50 kilómetros (30 millas) al noroeste de Londres. En su primera visita de Estado, mostró su capacidad de pronunciar correctamente la letra “R” al alternar entre el alemán y el inglés en un discurso ante el Bundestag, el Parlamento alemán.
Los alemanes estaban impresionados. Los británicos, sorprendidos. ¿Quién sabía que él podía hablar alemán?
Es como si Carlos, que durante largo tiempo fue blanco de críticas por considerársele gris y rígido, acabara de hacer su aparición. Su personalidad comienza a mostrarse con extrema sutileza, como con sus cambiantes pañuelos de bolsillo que dan un toque de color a sus trajes conservadores.
“Carlos, el monarca, con sus defectos y virtudes, se ha convertido en un tema de interés más genuino”, dijo Lacey, autor de “Battle of Brothers: William & Harry and the Inside Story of Family in Tumult” (“La batalla de los hermanos: Guillermo y Enrique y la historia interna de una familia en agitación”).
“Me refiero a: ¿qué pañuelo de bolsillo va a usar? Tal vez eso se convertirá en el equivalente del bolso de la reina”, agregó.
Una de las razones por las que Carlos está tan ansioso por comenzar podría ser porque sabe que no tendrá mucho tiempo para dejar su huella.
El hombre que esperó toda su vida para ser rey aludió al paso del tiempo durante una cena formal en el palacio presidencial de Berlín, diciendo que esperaba que él y Camila “vivieran lo suficiente” para regresar y ver el retoño que acababan de plantar convertido en un árbol.
Pero hay obstáculos en el horizonte, algunos relacionados con la historia, otros con la familia.
Carlos trató de adelantarse a la cuestión histórica al prometer apertura sobre los vínculos de la corona con la esclavitud, pero algunos piensan que se quedó corto en su compromiso.
Laura Trevelyan, cuyos antepasados esclavizaron al menos a 1.000 personas en la isla de Granada, dice que el rey debería hacer lo que hizo su familia y ofrecer disculpas.
“Espero que utilice parte de la fortuna que la familia real acumuló a partir del comercio de esclavos para mejorar la vida de las personas en el Caribe y en Gran Bretaña que son descendientes de los esclavizados”, dijo al periódico The Times de Londres.
Y luego está la cuestión familiar.
Carlos aún elude las críticas del príncipe Enrique, cuya autobiografía “Spare” (“Repuesto”) presentó a su padre como una persona distante y poco comprensiva hacia un hijo que pasó dificultades por la muerte de su madre, la princesa Diana. Enrique también alegó que la familia real debería haber hecho más para aceptar a su esposa, Meghan, una estadounidense birracial.
Hugo Vickers, historiador real y autor de “Coronation: The Crowning of Elizabeth II” (“Investidura: la coronación de Isabel II”), comparó la ascensión al trono del nuevo rey con ser nombrado presidente de una corporación global en una etapa en la que la mayoría de las personas ya se jubilaron. Es un trabajo en el que enfrentará cuestiones de religión, de las fuerzas armadas y la política, además de dirigir la casa real y mediar en las disputas familiares.
“Es algo enorme para asumirlo a esa edad”, dijo Vickers sobre Carlos, quien cumple 75 años en noviembre. “Así que sí, sospecho que es un hombre con prisa”.
Pero en otro nivel, el largo aprendizaje de Carlos también podría ser una ventaja, ya que le brindó una mayor capacitación y experiencias a las que recurrir que su madre, quien sólo tenía 25 años cuando se convirtió en reina.
Mientras que Isabel II, al igual que todos los monarcas británicos antes de ella, fue educada por tutores, Carlos fue enviado a la Hill House School de Londres poco antes de cumplir 8 años para que comenzara a experimentar el mundo fuera del palacio.
Richard Townend, hijo del fundador de la escuela, fue contemporáneo de Carlos en Hill House.
Townend dijo que su padre creó la escuela para que fuera un antídoto a lo que había visto como soldado, con la idea de que los niños que aprendieran sobre otras culturas tendrían una menor inclinación a desatar guerras cuando fueran adultos.
“Lo que él quería hacer era establecer una escuela que fuera bastante distinta a otras escuelas en ese momento, en la que la mitad de los niños no fueran ingleses”, señaló Townend. “Vinieron de todas partes del mundo, para que los niños aprendieran a vivir juntos, de nacionalidades diferentes, pueblos distintos, colores diferentes, razas diferentes, religiones distintas".
“Sentía apasionadamente que, si los niños aprendían a vivir en paz unos con otros, entonces el mundo sólo podía mejorar”, añadió.
A la larga Carlos obtuvo una licenciatura en historia por la Universidad de Cambridge, y pasó seis años en la Armada Real antes de dejarla para concentrarse en sus deberes de heredero del trono.
Como príncipe de Gales, fundó organizaciones de beneficencia, incluida una que ayuda a los jóvenes a obtener empleo, educación y capacitación. Inició una empresa de alimentos orgánicos y se aventuró en la planificación urbana. Carlos fue también uno de los primeros defensores de la conservación y la protección del medio ambiente.
No obstante, causó molestia cuando cabildeó a los ministros del gobierno y se pronunció en contra de proyectos que pensó que amenazaban la arquitectura histórica de Gran Bretaña, lo cual generó quejas de que había violado la prohibición de que la realeza interviniera en la política.
Pero la mayor controversia de la vida de Carlos fue la ruptura de su matrimonio con la princesa Diana en medio de historias sobre su larga relación con la mujer que se convertiría en su segunda esposa, Camila Parker-Bowles. Muchas personas todavía recuerdan la admisión de Carlos de haber cometido adulterio y las cintas filtradas de conversaciones íntimas entre Carlos y Camila, incluida una en que se comparaba a sí mismo con un tampón.
A Carlos le tomó años sacudirse el fracaso de su primer matrimonio, y muchas personas tardaron en aceptar a Camila.
En “Spare”, Enrique escribió amargamente sobre los intentos del palacio para rehabilitar la imagen de Camila, y dejó entrever que historias poco halagadoras y falsas sobre él fueron filtradas a los medios a cambio de que escribieran retratos más favorecedores de los miembros mayores de la realeza.
Con el tiempo, el trabajo de beneficencia de Camila, su sentido del humor y su estilo realista se ganaron al público, y pasó de ser destructora de hogares a reina.
Será coronada junto a su esposo en la Abadía de Westminster.
“Este es un hombre que ha superado problemas y obstáculos”, dijo Lacey, asesor histórico de la serie de Netflix “The Crown”.
“Es querido a pesar de los problemas por los que ha pasado. Es querido por sus errores y también por sus virtudes. Estamos viendo a un personaje completamente desarrollado, y de eso se trata una monarquía representada por una persona”, señaló.