EL CAIRO (AP) — Sudaneses y extranjeros abandonaron la capital Jartum y otras zonas en conflicto el martes, mientras los combates cimbraban una nueva tregua de tres días mediada por Estados Unidos y Arabia Saudí. Las agencias de asistencia expresaron una creciente alarma en torno al deterioro en la situación humanitaria en un país que depende de la ayuda exterior.
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En la última semana, una serie de breves treguas fracasaron por completo o provocaron sólo pausas intermitentes en los combates que sostienen desde el pasado 15 de abril las fuerzas leales a los dos principales generales del país. Los momentos de calma han sido suficientes para llevar a cabo la evacuación de cientos de extranjeros por tierra y aire, las cuales continuaron el martes.
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Pero no le han dado paz a los millones de sudaneses atrapados en el fuego cruzado, quienes tienen problemas para obtener alimentos, albergue y suministros médicos mientras las explosiones, los disparos y los saqueos azotan sus vecindarios. En un país en donde la tercera parte de los 46 millones de habitantes requieren de asistencia humanitaria, varias agencias de ayuda han tenido que suspender sus operaciones, y decenas de hospitales se han visto obligados a cerrar. La agencia de Naciones Unidas para los refugiados señaló que se preparaba para la posibilidad de que decenas de miles de personas huyan hacia países vecinos.
Los llamados a negociar para poner fin a la crisis en el tercer país más grande de África han sido ignorados. Para muchos sudaneses, la evacuación de diplomáticos, trabajadores de ayuda y otros extranjeros, así como el cierre de embajadas, es una señal de que las potencias internacionales prevén que la situación únicamente empeore.
El secretario general de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, advirtió que la lucha de poder entre los generales rivales y sus fuerzas militares no sólo pone en riesgo el futuro de Sudán, sino que está “encendiendo una mecha que podría detonar más allá de sus fronteras, causando un inmenso sufrimiento durante años, y retrasando el desarrollo por muchas décadas”.
Guterres exhortó al ejército sudanés, comandado por el general Abdel Fattah Burhan, y al grupo paramilitar rival, las Fuerzas de Apoyo Rápido dirigidas por el general Mohammed Hamdan Dagalo, a “silenciar las armas” inmediatamente.
“El conflicto no se resolverá, y no debe resolverse, en el campo de batalla”, comentó Guterres durante una reunión de emergencia del Consejo de Seguridad de la ONU el martes.
El enviado especial de la ONU para Sudán, Volker Perthes, quien se fue de Jartum a Puerto Sudán con la mayoría del personal de la ONU y de organizaciones humanitarias, acusó a ambas partes de combatir “incumpliendo las leyes y las normas de la guerra”, y dio como ejemplo los ataques contra zonas densamente pobladas.
En momentos en los que se agotan las líneas de suministro, comentó, existe un miedo cada vez mayor a que aumente la delincuencia, y “los informes sobre la liberación de presos de los centros de detención de todo Jartum han agravado estos temores”.
Miles de sudaneses han estado huyendo de Jartum y de la ciudad vecina de Omdurmán. El martes por la mañana, las estaciones de autobuses en la capital estaban llenas de personas que habían pasado la noche en el lugar con la esperanza de abordar un camión que los sacara de allí.
Los choferes aumentaron los precios, en ocasiones hasta 10 veces más, para las rutas hacia el cruce fronterizo con Egipto o la ciudad de Puerto Sudán, en el este del país. Los precios de los combustibles se han disparado de 1,11 dólares por litro (4,20 dólares por galón) a 17,7 dólares por litro (67 dólares por galón), mientras que el costo de la comida y el agua se ha duplicado en muchos de los casos, informó el Norwegian Refugee Council.
Los que tenían la fortuna de llegar al cruce fronterizo enfrentaban otras adversidades.
El profesor Moaz al-Ser llegó la mañana del martes a Argin, un cruce fronterizo con Egipto, acompañado de su esposa y sus tres hijos después de realizar un viaje desde Omdurmán. Allí se sumaron a cientos de familias que esperaban a ser procesadas, muchas de las cuales pasaron la noche a la intemperie cerca de la frontera.
“El cruce fronterizo está desbordado y las autoridades de ambas partes han dicho que no tienen la capacidad para manejar un aumento de tal magnitud en el número de arribos”, comentó.
Guterres mencionó reportes de enfrentamientos armados en todo el país, y de personas que huyen de sus hogares en los estados de Nilo Azul y Kordofán del Norte y también en Darfur del Oeste. Las personas permanecen atrapadas en sus casas, con escasez de alimentos, agua, medicinas y combustible, y con los servicios sanitarios al borde del colapso, añadió el secretario general.
Joyce Msuya, subsecretaria general de la ONU para Asuntos Humanitarios, dijo que por lo menos 20 hospitales se han visto obligados a cerrar por los daños, el uso militar o una falta de recursos. También dijo al consejo que se ha habido “numerosos reportes de violencia sexual y de género”.
La nueva tregua de 72 horas que anunció el secretario de Estado de Estados Unidos Antony Blinken estaba programada para durar hasta la noche del jueves, una extensión al cese de fuego nominal de tres días que se pactó durante el fin de semana.
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Las periodistas de The Associated Press Jill Lawless en Londres, Kirsten Grieshaber en Berlín, y Edith M. Lederer en las Naciones Unidas contribuyeron a este despacho.