Para las autoridades francesas, “la policía es la encargada de garantizar que los ciudadanos puedan protestar pacíficamente” contra la reforma al sistema de pensiones que propone el presidente Emmanuel Macron. Sin embargo, los defensores de derechos humanos y manifestantes que fueron golpeados o les lanzaron gas lacrimógeno señalan que son los agentes quienes realizan estas acciones.
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Un hombre que participaba en una protesta en París perdió un testículo por el garrote de un agente, y una granada de la policía se llevó el pulgar de una mujer en Ruán. Un trabajador ferroviario quedó herido por fragmentos de granada, misma que le hizo perder un ojo.
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“¿Dónde está su humanidad?”, gritó una mujer a los agentes que tiraron al suelo en París a un indigente, lo patearon y utilizaron un lenguaje vulgar mientras le ordenaban que se levantara y se fuera. Un video publicado en Twitter muestra a otro transeúnte ayudando al hombre a ponerse en pie en la escena ocurrida el mes pasado cerca de la plaza de la Bastilla.
La violencia se suma a la ira en las calles y complica los esfuerzos para invitar al diálogo entre el gobierno y los sindicatos, que están planeando una onceava ronda de manifestaciones en todo el país el jueves.
Las protestas comenzaron en enero y han cobraron impulso tras la decisión de Macron el mes pasado de aprobar una reforma al sistema de pensiones sin someterla a una votación legislativa.
Las autoridades, sacudidas por la mala publicidad, recurrieron a elogiar a las fuerzas de seguridad para controlar los daños.
“No hay violencia policial”, declaró el ministro del Interior, Gerald Darmanin, en la radio RTL, al tiempo que condenaba los “actos individuales” de los agentes que hacen un uso desproporcionado de la fuerza. “¿No podemos dar las gracias de vez en cuando a las fuerzas del orden?”, suplicó.
En entrevista con Le Journal du Dimanche, el ministro dijo que desde el inicio de las protestas, 38 agentes y gendarmes están bajo inspección interna.
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La preocupación por la brutalidad policial repercute más allá de Francia. La Amnistía Internacional, la Federación Internacional de Derechos Humanos y el Consejo de Europa son algunas de las organizaciones que reprueban el uso excesivo de la fuerza por parte de la policía durante las protestas que han sido, mayoritariamente, pacíficas.