MADRID, 3 (EUROPA PRESS)
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Los cambios genéticos en estas especies de aves les han permitido portar una poderosa neurotoxina.
Las aves venenosas habitan una de las selvas tropicales más vírgenes de la Tierra, un lugar tan exótico como ningún otro en el mundo. Escuchar las palabras venenoso y ave juntas será una revelación para la mayoría. Pero las aves venenosas realmente existen. Y ahora, se han descubierto más especies en las selvas de Nueva Guinea, informa la Universidad de Copenhague en un comunicado.
"Logramos identificar dos nuevas especies de aves venenosas en nuestro viaje más reciente. Estas aves contienen una neurotoxina que pueden tolerar y almacenar en sus plumas", dice Knud Jonsson, autor del estudio e investigador del Museo de Historia Natural de Dinamarca.
Las dos aves que los investigadores descubrieron que son venenosas son el silbador regente (Pachycephala schlegelii), una especie que pertenece a una familia de aves con una amplia distribución y un canto fácilmente reconocible muy conocido en toda la región del Indo-Pacífico, y el rufo pájaro campana de nuca (Aleadryas rufinucha).
"Nos sorprendió mucho encontrar que estas aves fueran venenosas, ya que no se han descubierto nuevas especies de aves venenosas en más de dos décadas. En particular, porque estas dos especies de aves son muy comunes en esta parte del mundo", dice Jonsson.
La mayoría de las personas están familiarizadas con las icónicas ranas dardo venenosas de América del Sur y Central, especialmente la rana venenosa dorada. Estos pequeños anfibios de colores brillantes pueden matar a un humano al menor contacto. El descubrimiento de las dos nuevas especies de aves venenosas en Nueva Guinea, que portan el mismo tipo de toxina en la piel y las plumas, demuestra que la toxina de la rana está más extendida de lo que se creía.
El veneno en el cuerpo y el plumaje de estas aves se llama batracotoxina. Es una neurotoxina increíblemente potente que, en concentraciones más altas, como las que se encuentran en la piel de las ranas venenosas doradas, provoca calambres musculares y paro cardíaco casi inmediatamente después del contacto.
"La toxina de las aves es del mismo tipo que la que se encuentra en las ranas, que es una neurotoxina que, al obligar a los canales de sodio en el tejido del músculo esquelético a permanecer abiertos, puede causar convulsiones violentas y, en última instancia, la muerte", explica el coautor Kasun Bodawatta, investigador de la Universidad de Copenhague.
Las ranas dardo venenosas de América del Sur usan su toxina para protegerse de los depredadores. Aunque el nivel de toxicidad de las aves de Nueva Guinea es menos letal, aún puede tener un propósito defensivo, pero la importancia adaptativa para las aves aún es incierta.