JERUSALÉN (AP) — Hace cinco días, la decisión del primer ministro israelí Benjamin Netanyahu de despedir a su ministro de Defensa provocó una oleada de protestas masivas y una huelga general que amenazó con paralizar el país y obligó al jefe del gobierno a suspender su polémico plan de reforma del sistema judicial.
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Sin embargo, Netanyahu no envió al ministro de Defensa, Yoav Gallant, una carta formal de despido, dijo un vocero de Netanyahu. El viernes, Gallant —cuya crítica de la reforma judicial fue la causa de su despido— seguía trabajando. Los colaboradores de Gallant dijeron que era un día normal en el ministerio.
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Mientras la prensa local abundaba en informes sobre si el sucesor sería alguno de los leales del partido derechista Likud de Netanyahu, Gallant seguía en el limbo, pero aun así era el rostro público de su ministerio.
Recibió al canciller de Azerbaiyán, inspeccionó dos bases militares y el martes asistió a la reunión semanal del gabinete de seguridad. El jueves asistió a un festejo previo al feriado de la Pascua judía con el director del servicio de seguridad Shin Bet, Ronen Bar, informó su oficina, que demás publicó una foto de los dos muy sonrientes.
“Tenemos el deber de serenar los espíritus en la sociedad israelí y mantener un discurso incluyente y unificador”, declaró Gallant en el brindis de la fiesta.
Las preguntas en torno de la suerte del crucial ministerio de Defensa —responsable desde hace 55 años de mantener la ocupación militar de Cisjordania y enfrentar las amenazas de Irán, la milicia libanesa Hezbollah y los milicianos de Hamas que gobiernan la Franja de Gaza— reflejan las tensiones que desgarran la coalición derechista de Netanyahu después de una de las semanas más dramáticas que haya vivido Israel en décadas.
El caso también es una prueba para el liderazgo del premier más longevo de Israel al gobernar un país profundamente polarizado mientras responde a cargos de corrupción.
La decisión de Netanyahu de debilitar la Corte Suprema a pesar de las protestas masivas pone de relieve los complejos malabares al que se ve obligado para mantener unida su coalición, según los expertos.
Por un lado, debe complacer a sus socios de coalición ultraderechistas y religiosamente conservadores —partidarios de la reforma judicial— que lo llevaron al poder al mismo tiempo que está siendo juzgado, pero también debe tener en cuenta las graves preocupaciones sobre el plan del aliado más estrecho de Israel, Estados Unidos, así como de los políticos moderados y, significativamente, el malestar de las fuerzas armadas ante el temor a una crisis nacional que amenace la seguridad del país.
Un número creciente de reservistas se negó a presentarse a los cuarteles, lo que generó temores de que la crisis afecte la capacidad de las fuerzas armadas.