ZAPORIYIA, Ucrania (AP) — La caravana de vehículos sin distintivos atraviesa el pasto enlodado junto al patio de recreo. Los niños dejan de columpiarse y girar en el tiovivo. Los curiosos —padres y otros residentes de esta ciudad del sureste ucraniano— se acercan alrededor. Las puertas de los autos se abren y emergen varios guardias de seguridad fuertemente armados y con uniformes de combate.
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De pronto y de manera inesperada, él está entre ellos: el presidente ucraniano, Volodymyr Zelenskyy, un líder en tiempos de guerra y el principal oficial del estado de ánimo de su país.
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Zelenskyy recorrió la nación esta semana en un viaje por tren de 48 horas para motivar a los soldados que luchan contra las fuerzas rusas y, lo que es igual de importante, para animar a las comunidades que a menudo quedan atrapadas en el fuego cruzado. Aquí, a unos 50 kilómetros (30 millas) de la línea del frente, Zelenskyy vino a ver por sí mismo la destrucción de un ataque ruso que dañó decenas de apartamentos hace una semana.
La violencia golpeó a pocos pasos del patio de recreo y del tiovivo. Una persona murió y otras 30 resultaron heridas. Para Zaporiyia, el ataque fue un recordatorio de la naturaleza a menudo arbitraria de las amenazas que muchos ucranianos enfrentan cada día, con ataques de misiles rusos que se extienden más allá de las líneas del frente.
Pero con el conflicto iniciando ahora su segundo año, a Zelenskyy le preocupa que tanto el mundo exterior como los ucranianos que se encuentran lejos de las líneas de combate han comenzado a volverse insensibles a las duras realidades diarias de la guerra.
Así que él viene para tranquilizar, motivar y consolar.
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MANTENER A UNA NACIÓN ENFOCADA
“Gracias por reunirse conmigo no sólo en la capital”, dice Zelenskyy a los periodistas de The Associated Press que viajaron con él en el recorrido por tren. “Gracias”, agrega, porque “encontraron la posibilidad de visitar nuestros lugares”.
Zelenskyy rara vez ha viajado con reporteros y su oficina dijo que el viaje de un equipo de la AP con él, durante dos noches, fue el más largo desde que comenzó la guerra.
Durante el último año, Zelenskyy ha servido como el rostro público de una resistencia inesperadamente fuerte de Ucrania ante la invasión rusa. Respaldado por miles de millones de dólares en ayuda militar occidental, Ucrania ha hecho retroceder a las fuerzas rusas en repetidas ocasiones, incluso frenando los intentos por tomar Kiev en los primeros días de la guerra.
Ese éxito ha llevado a lo que Zelenskyy ve como la “realidad de la guerra moderna” de pantalla dividida: la ciudad capital, donde los cafés y restaurantes están llenos, y las batallas agotadoras y letales en el este y en otros lugares a lo largo de la extensa frontera de Ucrania con Rusia.
“Por un lado, es genial que los niños, las familias y las personas amen la vida... Es genial que nuestros soldados estén devolviéndonos a una vida normal”, comenta. “Pero, por otro lado, es muy peligroso”.
Peligroso, agrega, porque los soldados en las líneas de frente podrían perder la motivación si sienten que sus conciudadanos desvían su atención hacia otra parte. Peligroso porque algunos ucranianos parecen dispuestos a bajar la guardia ante los riesgos que aún existen lejos del frente.
Lamenta que se haya vuelto un “hábito natural” ignorar las sirenas antiaéreas y que la gente ya no apresure hacia los refugios antiaéreos. Lo compara con la forma en que muchas personas bajaron la guardia antes de que la segunda ola de infecciones por COVID-19 se extendiera por el mundo.
Zelenskyy no está equivocado. Momentos antes de que su caravana llegue al bloque de apartamentos en Zaporiyia, las sirenas de ataque aéreo suenan en toda la ciudad. Nadie huye. Nadie siquiera se estremece.
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EL VIAJE EN TREN
El viaje de Zelenskyy por Ucrania es un secreto muy bien guardado. Por lo general, no se revela su paradero hasta después de que haya partido, cuando su robusto equipo de comunicaciones del gobierno publica fotos y videos en línea, a menudo con él hablando a la cámara. A petición de la presidencia ucraniana, la AP retuvo cierta información logística sobre su viaje.
Su itinerario puede ser agotador. Partió de Kiev el domingo por la noche bajo el amparo de la oscuridad para un viaje nocturno en tren de 10 horas al extremo sureste del país. Allí realizó visitas privadas a los soldados en la línea del frente, otorgó medallas a los militares que son atendidos en un hospital local y se reunió con el jefe de la agencia de energía atómica de la ONU para hablar sobre una planta nuclear de importancia estratégica que ha enfrentado ataques rusos repetidos.
Zelenskyy ha acelerado el ritmo de su viaje en las últimas semanas, a menudo acercándose al frente. Trata de recordarle a los ucranianos sus éxitos hasta ahora y asiste a ceremonias en pueblos pequeños y ciudades para marcar su liberación de las fuerzas rusas hace un año.
“Esta gente salvó a nuestro país de los tanques y vehículos armados rusos”, asegura a la AP en Ojtirka, una ciudad fronteriza de unos 50.000 habitantes que fue gravemente dañada en los primeros meses de la guerra. Los residentes se secaron las lágrimas cuando Zelenskyy proclamó el heroísmo de Ojtirka mientras se leían en voz alta los nombres de los soldados que murieron en defensa de la ciudad.
La mayor parte del viaje de Zelenskyy se realiza en tren. Trabaja en un vagón de turismo equipado especialmente que, desde el exterior, no se distingue de la masa de vagones de trenes estatales ucranianos que atraviesan regularmente el extenso país. Otros vagones del tren están llenos de camarotes para dormir, con dos y cuatro camas, la mayoría ocupadas por los asesores de viaje de Zelenskyy, el equipo de seguridad y el personal ferroviario.
Durante la guerra, el sistema ferroviario de Ucrania ha sido una arteria crucial para el transporte de personas y bienes en momentos en que el tráfico aéreo comercial está cerrado y las carreteras pueden ser peligrosas o impredecibles. Los trenes se mantienen notablemente puntuales, casi como si desafiaran la incertidumbre más amplia que ha envuelto al país.
Zelenskyy no se queda quieto por mucho tiempo en ningún lugar. A menudo llega y se va en menos de una hora. Reconoce que a veces presiona a su equipo de seguridad más allá de sus niveles de confort, particularmente por su deseo de visitar a los soldados en posiciones del frente. No obstante, conoce los riesgos.
“Tengo que pensar también en sus vidas”, comenta Zelenskyy sobre su equipo de seguridad. “Es por eso que soy tan cuidadoso como sea posible”.
Aun así, el presidente lleno de energía a veces se siente irritado por las restricciones que conlleva ser un líder en tiempos de guerra. Después de quejarse hace poco de que su vista se ha debilitado, se acercó a su jefe de seguridad para ver si podía tomar un poco de aire fresco. ¿Quizás dar unos paseos al aire libre?
Su jefe de seguridad tuvo otra idea. “Él dijo ‘Está bien. Abra la ventana’”.
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ENCONTRAR UN PROPÓSITO EN MEDIO DE LA GUERRA
Al principio lo llamaron un peso ligero.
Volodymyr Zelenskyy llegó a la política a través de una ruta tortuosa en la que construyó una personalidad pública como actor y comediante. Muchos lo desestimaron, incluso en las capitales occidentales, después de ser elegido en 2019. Se volvió conocido para los estadounidenses durante el primer juicio político del entonces presidente de Estados Unidos Donald Trump, quien trató de aprovechar una solicitud de Zelenskyy de visitar Washington para echarle tierra a su entonces rival político Joe Biden.
Ahora, rara vez se menciona el pasado de Zelenskyy como actor de entretenimiento. Y cuando se menciona, se le considera un activo a su favor.
El presidente ucraniano se expresó decididamente en los primeros días de la guerra y reunió apoyo en casa y en todo el mundo publicando videos nocturnos que lo mostraban plantado en Kiev mientras enfrentaba la perspectiva del cerco ruso y resistía los intentos de trasladarlo a zonas más seguras. Él es una presencia regular —generalmente virtual— en una variedad de eventos internacionales, incluidos los Grammy y el Super Bowl. Sus seguidores famosos son legión, incluso cuando el presidente ruso, Vladímir Putin, lo presenta como un enemigo y un renegado peligroso.
Él ha adoptado la óptica de un presidente en tiempos de guerra, desechando los trajes que vestía antes de la invasión, por sudaderas, pantalones con muchas bolsas y botas de estilo militar, incluso cuando recibe a líderes mundiales. Ha utilizado la fuerza de su personalidad y sus plataformas públicas para persuadir a decenas de ellos para que visiten Ucrania en los últimos meses, presentando cada visita como un ladrillo más en el muro geopolítico que aísla a Rusia del resto del mundo.
Al igual que él, muchos de ellos toman trenes: un método de transporte denominado por los ucranianos como “diplomacia de hierro”. Un cartel dentro de una de las cabinas del tren de Zelenksyy dice: “Más de 300 delegaciones transportadas de manera segura a la Capital de la Valentía” y presenta fotos de líderes mundiales a bordo del ferrocarril. Entre ellos: Biden, el presidente francés Emmanuel Macron y el presidente indonesio Joko Widodo.
Zelenskyy tiene poco tiempo para descansar. Dice que se mantiene energizado por lo que llama “momentos de pequeñas victorias” que brindan un respiro de la guerra implacable: la mujer que conoció el martes en el pueblo liberado de Trostianéts que le pidió un abrazo; una llamada telefónica rápida con su hijo pequeño para hablar sobre su segundo lugar en un combate de lucha libre reciente.
“A veces esos dos o tres minutos pueden llevarte a un estado muy adecuado”, dice, “y puedes relajarte”.
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‘AHORA SÉ QUÉ ES LO QUE IMPORTA’
Se le pregunta a Zelenskyy qué es lo que le ha sorprendido más de sí mismo durante el último año y ríe, skin responder. “Esta pregunta es la mayor sorpresa”, asegura. Sin embargo, sí reconoce que la guerra lo ha cambiado y lo ha hecho enfocarse.
“Ahora sé qué es lo que importa”, dice. “Mi hogar, Dios… mi país, mi esposa, mis hijos y mis padres”.
Él dice que ve en el menor de sus dos hijos —de casi 10 años— a una nueva generación de ucranianos, jóvenes que han sido cambiados y moldeados por una guerra que él cree que comenzó hace casi una década con la anexión de la península de Crimea por parte de Rusia.
“Mi hijo (es) un verdadero hijo de la guerra”, expresa Zelenskyy. “Él es un verdadero ucraniano. Entiende quién es el enemigo, quién es el héroe, quiénes son nuestros amigos”.
Zelenskyy reconoce el costo de la guerra para los ucranianos. Lo escucha en todas partes y él mismo vive algo de eso. A menudo parece lleno de sentimientos, sobre todo cuando se encuentra con familias que han perdido a sus seres queridos.
“Todos están muy sensibles debido al estrés”, dice Zelenskyy. “No hay nada bueno en la guerra. Niños sin infancias, sin ciclos escolares, sin momentos de amistad ni momentos de amor”.
No obstante, al igual que proyecta esperanza y optimismo cuando habla en sus paradas de consuelo, Zelenskyy encuentra algo sobre la guerra de su nación por lo que se siente agradecido. Dice que ha obligado a Ucrania, una democracia relativamente joven, a crecer rápidamente y aprender por qué está dispuesta a luchar.
“No fue una sorpresa para mí que la gente esté dispuesta a luchar por la libertad”, asegura. “La libertad está realmente en los corazones de los ucranianos. Significa que estamos dispuestos a quedarnos todo el tiempo que necesitemos”.
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Julie Pace es vicepresidenta sénior y directora editorial de The Associated Press. Los periodistas de la AP Hanna Arhirova y James Jordan, en Zaporiyia, Ucrania, contribuyeron a este reportaje.